TUBERCULOSIS

Mi nombre es Jonathan Hamilton, soy vástago de una familia noble venida a menos, el mayor de siete hermanos. Cuando Padre comenzó a enfermar yo contaba con 18 años. Era invierno de 1859, el más crudo en décadas. Londres se hallaba bajo un manto blanco de nieve y hielo, y mis delgadas piernas apenas podían caminar a causa del frío, cuando marchaba calle abajo a por medicinas. Nuestro boticario, el señor James, no nos cobraba por los medicamentos, pues conocía la situación familiar y se lamentaba mucho por el estado de mi padre. Siempre me recibía cortésmente y mandaba caramelos para mis hermanos menores. Menos agradable era cruzarse por la ventana de la señora Hakewill. Cuando pasaba al lado podía sentirla clavando sus diminutos ojos en mi espalda. Sostenía en su diestra un crucifijo y murmurada maldiciones las cuales ahora mismo me resisto a recordar. Sólo me viene a la memoria una palabra que aún resuena en mi cabeza: “Nosferatu”. Posteriormente concluí que la vieja arpía pensaba que mi padre estaba siendo hostigado por alguna clase de demonio o cosa similar. Pero este hecho no guarda la menor importancia. A continuación pasaré a describir los síntomas de mi padre y el estado de horror que reinaba en mi casa.
Todo comenzó a finales del verano, cuando mi padre, Odgred Hamilton, comenzó a padecer graves cefaleas de forma reiterada durante el día. Tanto fue así que se pasaba las veinticuatro horas postrado en la cama, gimiendo de dolor. Cabe decir que mi padre siempre había sido un hombre dicharachero y activo, feliz pese al estado paupérrimo de la familia. Los dolores se tradujeron pronto en fiebres altas. Con la llegada del otoño la enfermedad pareció haberse tomado una tregua con él, pero no fue más que un espejismo. Con la llegada de los terribles fríos volvieron los dolores y las fiebres. Padre comenzó a perder peso de forma alarmante, y a adolecer terribles sudoraciones por las noches. Madre, Mina Hamilton, sufría en silencio cierta repulsión hacia el aspecto de su marido, cuyo rostro se tornaba cada vez más pálido. Inmediatamente comenzaron las toses y la disnea. Padre sufría espantosas expectoraciones, expulsando esputos, saliva y mucosidades. El Doctor Bronte prohibió la entrada a la habitación del paciente a todos mis hermanos pequeños. Sólo teníamos acceso a Padre mi madre y yo, siempre bajo la condición de tener la nariz y la boca precavidamente cubiertas. En pocos días mi padre comenzó a dar síntomas de una aterradora hemoptisis, sangrando continuamente del árbol respiratorio. Ya no cabía la menor duda, Odgred Hamilton estaba siendo azotado por la más severa tuberculosis.
Dada la condición de mi padre, Madre asumió el timón de la familia, tratando de dar la mayor imagen de normalidad posible. Aún sin tener nada que llevarse a la boca Mina hacía alarde de sus hermosos vestidos por las calles, y esbozaba una sonrisa fingida ante las miradas curiosas de nuestros vecinos. Yo hacía trabajos casi a escondidas para familiares y amigos discretos, con el fin de mantener al menos el sustento de mis seis hermanos. Estas circunstancias me hacían imposible asistir a clase. Era por las noches, cuando regresaba a casa molido y destrozado, cuando desempolvaba los libros y me preparaba para los exámenes. Siempre fui bueno en los estudios pese a la precariedad de mi situación. Adoraba las letras, casi tanto como lo hago ahora. Mi gran sueño era escribir una obra de teatro. Mis locas fantasías me transportaban al coliseo barroco parisino. Muchas veces me quedaba dormido con este pensamiento y luego lo retomaba en sueños.
La astenia impedía a Padre mover un solo dedo, entumecía sus músculos y le convertía prácticamente en un vegetal. La fiebre aumentó y se convirtió en hipertermia, la disnea y demás dificultades respiratorias tornaron a polipnea. ¡Era aterrador! Ver a tu propio padre, amado y querido, lidiando con la Muerte más horrorosa. Las deformaciones físicas fueron demasiado para el ánimo quebrantado de mi pobre madre. Durante dos días completos se mantuvo encerrada en una pequeña salita dónde solíamos tomar el té. Esta nueva vicisitud hizo que, además de mis labores habituales, tuviera que encargarme por completo del cuidado de Padre. En consecuencia perdí por completo el curso, enterrando mis estudios, por así decirlo, en una fría tumba. El hígado de mi padre comenzó a crecer de forma desorbitada, provocándole aún más dolor. Por si la hepatomegalia hubiera sido poco, también sufrió una hinchazón del bazo, una esplenomegalia aguda. De esta forma, su organismo dejó de destruir los hematíes caducos y paró en su formación de linfocitos. Todo esto me lo comunicaba con espanto el Doctor Bronte, al final de cada diagnóstico.
A finales del invierno acabó la tortura. La Muerte besó definitivamente los enjutos labios de Odgred Hamilton, después de estarle acechando durante siete largos meses. Supimos que Padre había muerto al aviso de la señora Hakewill. Aquella pálida mañana de marzo despertó con sus moribundas maldiciones. “Nosferatu” decía, “Nosferatu”. Se dio cristiana sepultura a mi padre en el cementerio de Kensal Green, en una tarde lluviosa y fría. Los gastos del entierro fueron sufragados por aquellos que siempre habían velado por el bienestar de nuestra familia. Entre estas nobles almas se encontraba el señor James, al cual antes mencioné. Dios le guarde en su infinita misericordia.
Mi madre quedó viuda con siete hijos a los que alimentar. Siendo a todas luces insostenible esta situación para ella, decidió mandarnos con un pariente lejano. Su nombre era, y es, Henry Doyle. Redactor jefe del Paper News de Gutterville, una pequeña cuidad al norte de la Gran Bretaña. Ahí podré retomar felizmente mis estudios, y encontrarme con viejos amigos de la infancia.



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Friki que es uno. La verdad es que esta es la introducción para una novela amplia.

Me he documentado a fondo en la era victoriana y sus... "particularidades".

La tubercolusis es una enfermedad por la que siempre me he interesado, de modo que fue cuestión de ponerse las pilas. Lo malo es que soy negado para las ciencias... de modo que tuve que leermelo mil veces para comprenderlo yo mismo.. ¡Hahahahaha! Además como sabes soy amante de las supersticiones populares, y leí hace tiempo sobre aquellos síntomas que inspiraron las creencia en el vampirismo. Es muy interesante.

Una vez leído y comprendido me puse a escribir.. ¡Hehe!

Un abrazo.

 

buena historia..pos creeme..aprendí algo sobre la tuberculosis ^^ jejeje
sabes jeje en estos pensamientos k toi teniendo y kizas reflexionando...mm.. creo k ubiera sido mejor para todos que hubieran matado al viejo asi le ahorran el sufrimientop a él y asi tbn el hijo no ubiera perdido sus estudios..xD pero jejeje si hubiera sido asi no abria historia ...jajajjaja mi aporrte ^^
cuidate bro un beso^^

 

Pedazo de historia!!!
Es muy triste, pero ocurren en la realidad situaciones parecidas, y no lo he vivido nuca, pero supongo que los que hayan vivido una situación parecida tiene que ser muy duro para ellos ver a un ser querido morir de esa manera, en uno de los peores sufrimientos... Por eso desde aqui, aprovechando la oprtunidad, me gustaria dar ANIMO a todas aquellas personas que esten o hayan pasado por situciones similares...

En cuanto a tu historia...q te voy a decir que no te haya dicho ya??
Se que no te gustan los halagos pero...me siento obligada!! xq es la verdad...escribes genial!!! (esta bien, esta bien... me tirare un buen tiempo sin halagarte... :roll: )

Cuidate!! "Anonime"

 

Hey Raven, parece que tu y todos nosotros le hemos sacado el polvo a los libros de ciencia y conocer mas a fondo sobre esta dolorosa enfermedad. Entre tanta hipertermia :shock: , polipnea :? , astenia y fiebre...........creo que ya me dio una septicemia :twisted: .

Nuevamente el Master Man de la oscuridad.............el gran RAVEN, con un fantástico, interesante y educativo tema :wink: .

 

Me llevaste a traves del tiempo....hmm me acorde de una novela que fue transmitida y hecha aqui Tanairí excelente....que hubo una de las co-protagonistas que obtuvo la Tuberculosis y fue deteriorandose a traves de la trama y fue espantoso....me metí tanto en este relato que me ví de repente hasta en las calles de Londres llenas de nieve....jaja bueno una excelente elaboración y contribución... de verdad espero leer una de estas novelas y decir ese es del clan de Mundo poesia....exitos siempre un abrazo tropical.... :wink:

 

Muchas gracias a todos por pasar a leerme.

¿¿"Master Man de la oscuridad"?? ¡Hahahaha! Ojala.

Un abrazo.