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los misterios del hombre.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Melquiades San Juan, 17 de Febrero de 2013. Respuestas: 3 | Visitas: 939

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Hombre
    Abrí la puerta y allí estaba. Todavía no era un cadáver pero ya no tardaría mucho en serlo. Me preocupé porque los tiempos no estaban para menos. Cadáveres por aquí y por allá, unos con el tiro de gracia, otros descabezados. Busqué con los dedos las señales del pulso en la zona del cuello y pude percibir que aún estaba vivo. Sin cerrar la puerta fui a buscar el teléfono para pedir los servicios de emergencia. Las normas de seguridad me indicaban que lo prudente era cerrar la puerta y dejar el cuerpo fuera; pero las normas humanas me impidieron tomar las medidas de seguridad adecuadas. Estaba en la llamada cuando sentí la presencia del desconocido tras mis espaldas. Me espanté, su aspecto era deprimente, apenas se podía sostener en pie, la piel pálida, los ojos con una mirada desahuciada.
    -No llames a los servicios médicos de emergencia. Me estoy muriendo, es cosa de unos minutos. Entiérrame tú en tu jardín y no se lo cuentes a nadie. Hazme este favor y hazte ese favor. Toma esto, guárdalo, es todo lo que tengo y es mi pago por sus servicios.
    dicho esto se desvaneció en el piso de la sala de mi casa. Lo acomodé boca arriba y me di cuenta por su mirada perdida en el vacío, que había muerto.
    Antes del amanecer eché la última palada de tierra a lo que fue su sepultura en mi jardín.Con las primeras luces del alba terminé de colocar los trozos de césped para que no quedara la tierra al descubierto.

    Tomé un baño y luego, mientras tomaba el primer café de la mañana, empecé a revisar el bulto que aquel hombre había dejado en mi poder. Era una llave y unos documentos. En los papeles dejaba una dirección con una indicación de cómo solucionar las cosas de sus bienes. Por lo que me pude enterar era un hombre solitario, no tenía familia. Llegué a lo que fue su propiedad tal como lo indicaba en uno de sus mensajes: antes del amanecer. Abrí la puerta subí a su habitación y tomé los objetos que estaban en la caja fuerte. Tal como me lo indicaba en el mensaje, acudí a un abogado que era el apoderado de sus bienes.
    -Ha sucedido -le dije -, tal como lo indicaba en el mensaje. El hombre, que sabía de las circunstancias se apresuró a tomar nota de mis datos personales. Vuelva en 15 días me dijo, maneje esto con la mayor discreción.
    Me fui. Al llegar a mi casa di una revisada a mi jardín para ver cómo progresaba la readaptación del manchón de pasto con el resto. Apenas se notaba.
    Cuando transcurrieron los 15 días indicados por el abogado, acudía su despacho. Me entregó la documentación que me acreditaba como legítimo propietario de todos los bienes del occiso. No pasó un mes antes de que tomara posesión de mi nueva casa. El mismo día decidí pasar la noche en ella impulsado por la curiosidad de saber qué se sentía habitar esa casona antigua. No pude dormir en toda la noche, la casa producía toda clase de ruidos extraños que por momento parecían correrías de los roedores; y otras veces como el lento andar de las cucarachas. Desde fuera, el alumbrado público se filtraba por los ventanales con esa luz metálica y fría que al mezclarse con dos muros de la casa daban a ésta un aspecto lúgubre. No esperé al amanecer para abandonar la residencia y regresar a mi casa. Yo también era un solitario, como mi difunto benefactor, así que nadie me esperaba. Qué diferencia, me dije al volver. También mi casa era la casa de un hombre solitario, pero que cálidas eran las paredes de mi casa. Ese olor de café por las mañanas le daba un ambiente aromático envidiable, la vista hacia el frente donde se dominaba toda la calle de esquina a esquina y los jardines de los vecinos me hacía sentir parte de una gran familia, aunque los vecinos no fueran precisamente mi familia. En cambio, en esa casona sólo se podía percibir soledad y frialdad. En las sucesivas visitas me enfoqué a indagar más sobre la personalidad de aquel hombre. Vacié los cajones de su escritorio y lo único que pude encontrar en ellos fueron archivos conteniendo una cantidad interminable de listas. Cada lista tenía en el encabezado el nombre de de una ciudad en un idioma extranjero. Los nombres también eran de personas extranjeras. No tenían ninguna otra explicación que esa: era un personaje de origen extranjero y de un pasado muy extraño. A partir de ese momento ocupé mis tardes en revisar todo cuanto estaba guardado o archivado. Conseguí un diccionario de aquella lengua y con su ayuda traté de descifrar el contenido de algunos mensajes. No me fue posible, parecía estar cifrado.

    Impulsado por la curiosidad acudir de nuevo a la oficina del abogado, el hombre fue breve conmigo. Me dio entender que aquel individuo trataba de no dejar ningún rastro de su existencia, que había estado exiliado secretamente en este país, y que, la cesión de sus bienes hacia mi persona eran una especie de pago para cumplimentar ese propósito. Con esta última explicación dio por terminada la consulta dejando muy en claro que era la última vez que él se ocupaba de este asunto.

    Decidí poner en venta esa casa con todo y los objetos que en ella se guardaban. Pero después de revisar el desván y los sótanos cambié de opinión. Había en ella tal cantidad de objetos desconocidos que me pareció adecuado conseguir los servicios de un experto: quizá un anticuario, quizá un valuador; alguien que me pudiera aclarar el origen de estas cosas. Puse un anuncio en el periódico solicitando un experto en cosas antiguas. No sabía cómo llamarles si antiguas o extrañas. A mi anuncio respondieron muchos personajes, todos ellos dueños de bazares cuyas intenciones eran, más que evaluar, comprar. No le permití el paso a ninguno de estos sujetos a la casona.
    Me resultaba imposible comprender mi propio interés por todos esos objetos que nada tenían que ver conmigo más que la extraña circunstancia por la cual pasaron a ser mi propiedad. Lo atribuyo a la naturaleza humana, que es curiosa y ambiciosa la vez. Me da pena confesar que una de las poderosas razones para no poner a la venta los objetos junto con la casa era el temor de malbaratar algo valioso.

    Después de haber colocado aquel anuncio en el periódico me di cuenta de que alguien me seguía. No era un personaje como los que aparecen en las películas de espionaje, no, mi vigilante era un hombrecillo de baja estatura, entrado en años, y coronado por una amplia calvicie.Eso si, con una indumentaria muy pulcra. El día que decidí enfrentarlo creo que él tenía el propósito de hacer lo mismo. Nos presentamos y nos pusimos de acuerdo para ir a charlar a un café. Él decía que tenía interés en mi anuncio del periódico, se presentó como un historiador, y más que interesado en la casa y sus objetos, estaba interesado en el hombre que la había habitado, quería saber todo de él, sobre todo saber cuál había sido su destino pues llevaba cierto tiempo observando sus actividades hasta que se dio cuenta que estaba enfermo. La presencia del hombrecillo me llenó de inquietud, sólo yo sabía cuál había sido su destino final y dónde se encontraba. Lo que yo había hecho constituía de alguna forma un delito, y lo hice a petición de aquel hombre que no quería que nadie se enterara de su fallecimiento, con el cual seguramente cerraba todas las pistas de su camino. Me puse a pensar cuáles serían las razones por las cuales este hombre quería permanecer en el anonimato. Pensé que de esa forma quería poner a salvo a sus seres queridos. Quizá tenía familia, quizá lo buscaban a él y a su familia. Todo el trato generoso por el cual yo, un individuo desconocido, le había ayudado a borrar sus huellas en el mundo, debía tener un trasfondo, no era una casualidad.
    Durante mucho tiempo estuve pensando quien sería ese hombrecito. Traté de recordar todos los detalles de su persona, sobre todo los de lenguaje corporal, que luego dice más de las personas que cualquier otra expresión. Sí, era un hombre agudo, intuitivo. Gracias al análisis pude recordar los gestos, me di cuenta que él también estaba estudiando a mi. ¿Quién sería en realidad aquel hombre? -pensé-. La inquietud no me dejó dormir, ahora sentía que estaba en un problema. Maldita ambición -me dije-, debí haber pensado las cosas antes de poner aquel anuncio. Bueno, ahora ya era demasiado tarde.

    En la siguiente reunión con el hombrecito se cambiaron los papeles. Ahora era yo el que lo seguía. Después de la charla del café dejé que se alejara a una distancia prudente y lo seguí. Para ser alguien peligroso el hombre se manejaba con mucho descuido. Jamás notó mi presencia. Esto me dio cierta tranquilidad, pero su insistencia en descifrar la relación entre aquel extraño personaje y yo, sobre todo al declararme aquél, el poseedor de sus bienes, le hacía, según él, pensar en algo muy extraño.

    Sólo había una forma de acabar con aquel problema. Mis pesquisas me permitieron saber que el hombrecito era también un hombre solitario como mi benefactor y como lo era yo mismo. Antes del amanecer, justo al lado de mi benefactor la alfombra de pasto verde de mi jardín guardaba su último secreto.

    Seguí acudiendo por las tardes a la casona que me había legado ni extraño benefactor. Me volví hablante de su idioma nativo y conocedor de la cultura de su país de origen. Poco a poco he ido desvelando el misterio de su vida. Es horrible en verdad, cosas de tortura, de secretos, de desaparición de personas. Es como mirarse en un espejo y sentir una especie de satisfacción por saberse un hombre con las manos limpias, tan limpias como la superficie hermosa y verde, esmeradamente cuidada del pasto de mi jardín, desde donde contemplo ese mi refugio donde la soledad no existe y tras mis ventanas, viviendo su mundo sin saber que lo consideró el mío, mis vecinos siguen siendo mi amorosa familia.
     
    #1
    Última modificación: 19 de Febrero de 2013
    A Ro.Bass y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. Dennisse

    Dennisse Invitado

    es ahí donde esta el punto muerto
    donde se predomina el ego y el orgullo
    abrazos a la distancia
    Denn
     
    #2
  3. Ro.Bass

    Ro.Bass Guau-Guau

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    Melquiades, esto es muy bueno! La forma en que has construido este relato es lo que más me gusta, has utilizado aquí un comienzo "in media res", con un narrador infrasciente, en un espacio real, con un tiempo y una trama lineal y un desenlace abierto... Más la buena sintaxis, gramática... Toda la estructura me dice que estoy leyendo a un profesional.

    En cuanto a la temática, es un tanto intrigante y su final un tanto inesperado. Puesto que el personaje al final se muestra muy tranquilo con esa situación vivida que resulta extraña para cualquier persona, pero el mismo manejó con mucha sutileza.

    Después de todo la vida solitaria tiene ese, estar solo te lleva a permitirte vivir cosas que en otros aspectos quizás no sucedan. Y es bueno poder mirarse al espejo y estar tranquilo con transparencia que uno lleva su vida.

    Muy buen trabajo!

    Mis aplausos!
     
    #3
  4. MP

    MP Tempus fugit Miembro del Equipo ADMINISTRADORA

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    Eres un fantástico narrador de historias e intrigas extrañas.
     
    #4

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