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retorno a lo desconocido

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Melquiades San Juan, 28 de Junio de 2013. Respuestas: 2 | Visitas: 439

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    He pasado por el camino aquel en días recientes. Todo ha cambiado. Ahora hay una carpeta de asfalto que sostiene firme las ruedas de los autos que pasan por ahí a toda velocidad. Fue la muerte de los fantasmas que se divertían espantando en ese cruce de camino a los campesinos beodos que volvían los domingos, ya entrada la noche, a su casa.

    Me detengo en ese cruce de camino tan famoso antaño, ahí donde se decía que la "mala hora" esperaba sus víctimas. Ya no existe el árbol milenario que cobijaba a su espectro bajo la luz de la luna. Ha muerto asesinada por la modernidad, tal como murió en mí la fantasía infantil, tras mi partida a la gran ciudad. Ahora hay muchas casas resguardadas con bardas de concreto: el autismo moderno que se extiende cada vez más por todo el haz de la tierra donde el hombre hace su morada. Ese es otro fantasma fallecido, yo recuerdo, mis épocas infantiles, a todos los vecinos reunidos en torno de una gigantesca olla de barro llena de tamales, cociéndose mientras los niños juegan y las mujeres se cuentan sus chismes.

    Ahí, en el cruce se aprecia únicamente el flujo de transeúntes que se desconocen entre sí siendo vecinos. Me pregunto con qué poderosa fuerza la cultura citadina ha venido a sentar sus reales en esta zona antes rural. Me pregunto también dónde habrá quedado la mujer aquella, la encantada, la que se vestía con hojas secas de plátano para espantar a los rezagados en el regreso a sus casas. No queda huella de su presencia. Nadie da razón de los fantasmas más que los recuerdos, y hasta estos escasean, pues no son otra cosa que mitos guardados en la mente de los hombres de la época, y la gente de esa época ya no es importante, ahora son ancianos que aprendieron a mirar el tiempo con sus ojos inmunes a la luz, personas a las que poco se les escucha porque siempre repiten las mismas historias de siempre.

    Yo espero a la llegada de la noche del domingo. Conduzco mi auto hasta el antiguo cruce y desciendo de él a prudente distancia, para que el protagonismo o simbolismo de modernidad que él representa, no trastoque el ambiente necesario -pienso yo- para invocar al personaje fantasmal de mis recuerdos.

    La noche está ahí, el lugar especifico también. Hace falta el manto de oscuridad que era su escenario principal, ahora, en el sitio hay un fantasma de luz municipal que duerme durante el día y despierta al caer la tarde. Acuden las reflexiones para explicar la invisibilidad de los viejos espectros que moraban entre las sombras. La luz no permite percibirlos -pienso-, son espectros luminosos de menor intensidad.

    Hay unos pasos que se acercan hacia mi, es una anciana, sus pasos no se escuchan, no flota, camina. Es un fantasma, pero es de carne y hueso. Sale de una casa vecina y la mueve la curiosidad: quiere saber qué hago ahí. Le cuento de la leyenda de ese cruce y ella sonríe. -Ha de estar descansando ya,-me responde con un dejo de ironía-. Ella conoce los detalles del mito. -"Eso fue hace mucho tiempo, hoy vive aquí gente que ha venido de otras partes, nada saben de eso, y cuando se les cuenta la leyenda, ríen".

    Charlamos un poco. Luego se despide de mí, debe ir a cortar leña al monte más cercano.

    Vuelo por mis caminos a la ciudad, recorro y recuerdo a las viejas calles polvorosas y cálidas, ahora cubiertas por una carpeta de cemento. Cito a las viejas imágenes en mis recuerdos: <aquí había un declive en la calle de polvo que se volvía un gran charco de lodo con las lluvias>, <en esta esquina salían a ladrar unos perros celosos de su casa, desde la cerca de arbustos un silbido los conminaba a volver y dejar en paz a los transeúntes cuando estos eran conocidos>. Recuerdo que ese silbido se escuchaba a todas horas, como si el vigilante padeciera insomnio, hoy las cercas son de concreto, las miradas desde dentro hacia afuera ya no observan la calle; y desde la calle, ya no se pueden ver a los patios de las casas. Los transeúntes somos fantasmas ignorados por las conciencias vecinales que habitan ahora ahí. Somos los únicos fantasmas, inofensivos e ignorados, sin un detalle emotivo para asirnos en el tiempo, para dejar una huella en el imaginario colectivo o individual de nadie. No existimos en esa realidad cotidiana que no repara en nuestras presencias como un ser extraño a sus rutinarios mundos, "los extraños" se han vuelto parte de una realidad que los clasifica a todos, incluyendo al que habita al lado.

    Delante de mí, las luces del auto iluminan un suelo desconocido, de repente aparece el destello de los ojos de un can que es indiferente a mi paso, no se siente dueño de nada, nada defiende, recorre las calles solitarias en busca de algún desperdicio de alimento para saciar su hambre, sin poder mostrar su presencia y necesidad a ningún habitante, con tantas bardas y puertas cerradas como hay.
    Miro por el retrovisor y las sombras han desaparecido, destellan los nuevos fantasmas de luces mercuriales del municipio. Fantasmas de alguna forma, indiferentes e impersonales, con su mutismo autónomo e involuntario, dejados ahí, olvidados por todo el tiempo de vida que les da el control de calidad del fabricante.

    Ciertos destellos eternos titilan queriendo hablar allá en los cielos. Un universo lleno de mitos con que el hombre los explica. Todo esto perdura aún -pienso- mientras no llevemos la huella y la forma de vida nuestra a esos ámbitos hasta hoy lejanos, para establecer en ellos nuestro moderno patrón de realidad.
     
    #1
    Última modificación: 28 de Junio de 2013
  2. Wiccambar

    Wiccambar Poeta adicto al portal

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    ufff! me invitaste a dar un paseo donde pude ver todo lo que veias,
    doy gracias a los dioses por mi gran imaginacion!
    por la poesia intensa... por la humidad de letras,
    por las raices de nuestros antepasados, por las raices de nuestra infancia....
    me recordaste aquel barrio donde creci, hace poco fui, y las montañas aquellas donde acampaba
    con mi familia, aquellos pick nicks que haciamos es las montañitas, estan llenas de casas...
    y de delicuencia....

    hermosa prosa, que me ha conmovido intensamente, pues te vi en mi...
    y me vi en ti...
    saludos cariño...
     
    #2
    Última modificación: 28 de Junio de 2013
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Me es grato hallarte, y leer tu comentario. Yo pienso que todos tenemos un retablo sacro, así, de esos años tempranos. De lo que vieron nuestras miradas infantiles, de lo que escucharon de los mayores. Lo mío fue una ruptura con mi ambiente de cuna, y a la distancia, un eterno volver en pensamiento. Muchas veces he pensado que haber vuelto fue malo porque la visión actual de esa realidad que sustituye los viejos recuerdos a la vez los mata. Para quienes nunca emigraron puede no tener sentido esta reflexión, pues han visto como su propio crecimiento la transformación de su entorno.

    Abrazos y mis mejores deseos para lo que viene. Gracias por leer.
     
    #3

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