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entre las sombras

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Melquiades San Juan, 3 de Julio de 2013. Respuestas: 2 | Visitas: 581

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    No nací ciego, las sombras vinieron a mí, las luces se marcharon cuando miré la última noche, para el siguiente amanecer yo era un ciego. Cuánto lloré por la tinieblas que inundaron mis noches y mis días. Lloré mucho y le perdí el sentido a la vida, la vida era color, era destello, y la belleza era eso que me causaba embeleso al contemplarle.

    -Hermana oscuridad -le dije a mi alma- haz de tus poderes secretos una luz para mis ojos.
    Esperaba un milagro pero nada sucedió. ¡Ay voz mía que no sabes mascullar tus deseos al cielo con la fuerza del alma -pensé-! Cada amanecer repetía con todas las fuerzas de mi alma mi deseo de volver a ver la luz. Pero la luz no volvió a mis pupilas. Cierto tiempo pasó y aprendí a diferenciar al día de la noche, la tibieza de mis brazos ardientes o el lacerante frío de mis solitarias noches. Me acostumbre a mi mundo sin destellos. A poco, ellas también, venían por las noches a mis aposentos y de entregaban con tanta pasión a mis manos, a mi cuerpo, que pasado el asombro comprendí que yo era un cofre de secretos. Luego vinieron ellos, me dejaban unas monedas de oro cada vez que me confesaban sus crímenes. Oro -decía yo, ¿cuánto vale la luz en mis párpados? ¿como se compra un rayo de luz que irrumpa en mis tinieblas?

    Pero ciego no soy, no del todo, veo lo que antes no veía; huelo lo que antes no olía; cada sonido tiene su rostro; cada cuerpo de mujer que yace en el lecho tiene su lenguaje secreto, sus botones, los conozco todos, sé despertar, antes no los conocía. Quienes me miran piensan que no veo, no saben que la mirada es solo una forma de ver, que se ve con la mente, con el alma.

    ¡Ay aldea mía! Me has convertido en el hombre que conoce a todos tus moradores detrás de sus reflejos externos.

    Un día la luz volvió a hacer nido en mis pupilas, solo yo lo supe, para los demás seguí siendo el ciego del pueblo. Nadie buscaba en mí el iris de mis ojos, la ventana de mi ser para charlar conmigo de sus cosas oscuras. Temí por mi vida y me fui de ahí al amparo de las sombras de la noche. Me fui llevándome todos los secretos que me fueron confiados antes de que los hombres decidieran volver una tumba los despojos de sus conciencias. Me llevé conmigo todas sus sombras.
     
    #1
  2. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Un relato poético muy bello, Don Melquiades, y muy profundo, con esa moraleja que cada uno descubre. Un placer pasear por sus letras y saludarle.
     
    #2
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Estimado amigo, gracias por pasar y por el comentario generoso. Saludos
     
    #3

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