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la mala hora

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Melquiades San Juan, 4 de Julio de 2013. Respuestas: 3 | Visitas: 1581

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    El tiempo, eso que transcurre mientras... No yo no vivo. Yo soy el... No, no tengo un nombre ni tengo un cuerpo, si acaso una definición de los que viven, que me hacen vivir a través de sus miedos o sus esperanzas. Ellos me llaman de muchas formas, unos me llaman "el fenómeno"; otros, los que me crean como una respuesta a sus temores, me suelen llamar fantasma o el "ente". Ahora, en esta circunstancia especial, por las circunstancias culturales del personaje que me mira me llamarán "la mala hora". El tiempo es parte de su consciencia no de la mía. Soy cuando su fantasía me da vida, y me da vida por las tardes suyas. Cuando las luces del día agonizan y todo deja de ser claro. Ahí, en ese instante comienza su angustia, me llama, me crea como una realidad que solo ella percibe. Ella siente que la miro todo el tiempo desnuda. No puede dormir porque me siente cerca, teme a las sombras porque de entre ellas emerjo como un destello extraño, me da ojos brillosos, rojos como brasas, y un cuerpo me da, un cuerpo frío que la sorprende en el lecho. Ella siente el peso de mi "cuerpo" cuando se acomodo en su cama junto al suyo. Siente que no se puede mover cuando la visito, no puede gritar, casi no respira. Sufre. Unas manos heladas la acarician obscenamente, tocan sus partes íntimas, se siente poseída, mi sudor frío la impregna, siente la eyeculación del su invasor profano e invisible. Luego de la agonía de su espanto vuelve, vuelve y recobra sus sentidos, su movilidad, y llora. Enciende la luz de su buró y se queda inmóvil contemplando los espacios vacíos de su recamara. Algo está ahí, invisible, contemplándola inerme e indefensa. ¿Dónde está?, -se pregunta- no está ahí en ese estado de su conciencia, pero está ahí a un solo paso, basta para que vuelva ese instante de sueño que la domina.

    Las viejas saben de mí. La escuchan y cada vez que ella relata los encuentros, identifican los detalles que el mito le ha atribuido a mi personaje, es "la mala hora" -dicen-, temen por su vida porque quienes me han visto se consumen en vida, sus víctimas se secan -dicen-. "La mala hora" se alimenta de la energía que produce el miedo en los seres vivos. Vienen a su lecho todo tipo de nigromantes para hacer sus rituales secretos, emiten sus voces llenas de estúpidos conjuros, la frotan con aguas milagrosas, colocan junto a su lecho imágenes y símbolos protectores, su lecho se vuelve un pasadero de clérigos, charlatanes y médicos, pero todo es en vano, ella me siente ahí siempre. Todo el tiempo me tiene en su mente, me siente ahí, su adicción a mi presencia crece, ahora la habito entre la luz, entre las miradas de los extraños. Las visiones de su cuerpo contorsionándose a mi helado tacto crean en los espectadores pensamientos encontrados, disienten unos de otros con sus opiniones. Enferma de erotismo -dicen unos; insana del alma dicen otros. El sentimiento se transmite hacia los demás, sienten escalofríos cuando la posesión está en su apogeo. Languidez de los sentidos, cuando adormece, relajada, tras el terrible encuentro con lo desconocido.

    Hay un clímax que lleva a la agonía. Hay un féretro que advierte su derrota. Seis cirios presiden ese último instante ante los ojos. La yerta ha partido. "La Mala Hora" al fin se la ha llevado consigo a ese lugar extraño que es su reino. Sigue el ceremonial para los muertos con sus votos como salvoconducto para los caminos del más allá, para resguardar un alma ahora libre del cuerpo. Cómo salvaguardarla fuera del cuerpo -se preguntan algunos- si dentro de él fueron impotentes. El tentado fue el cuerpo -dicen las comadronas-, las que paren a los niños en las aldeas, las que sienten cuando el espíritu entra dentro del cuerpo o reverberara dentro de él al nacer. Se han quedado marginadas del velorio las vírgenes aún, para evitar que la mala hora escoja entre ellas una nueva víctima fatal.

    Ahí, los cirios ardientes tienen un significado especial, son ángeles sin sexo, puros, que protegen lo que se ha extinguido de entre las miradas. Un mundo incomprensible aguarda para librar en contra mía más extrañas batallas. ¿"La Mala Hora" cede sus potestades en otra forma de imperio?...

    Cerca de ahí, y lejos, por tantos rumbos como se puede imaginar. Entre las sombras un ser siente un llamado dentro de su cuerpo. Se toca, se percibe, algo profundo hay que parece misterio, que aparece sin que medie pensamiento alguno. Es en ese tiempo en que el ser no comprende sus propios deseos y estos se tienen que explicar a sí mismo, y para ello solo existen los mitos: el bien, el mal, el pecado, la tentación.
    Es una mujer que acude de entre las sombras, o es un hombre, ambos son tentación. Alimentos conjugados que seducen las fantasías. Ruega que sea carne la que invade tu tálamo en la hora del despertar de tu erotismo, que sea carne aunque te llenes de sudores tibios y sensaciones prohibidas. Que sea carne y no "la mala hora" la que acude en tu visita. Que no venga con las voces del metal de los campanarios, entre los vientos fríos de las calles vacías, atravesando muros y maderos; que sea carne a la que le abres tu ventana en espera acordada, y no "la mala hora", que no existe, que tu miedo la llama.
     
    #1
    A elena morado y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. elena morado

    elena morado Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Don Melquiades, me ha gustado muchísimo el relato. Por algo está en prosa fantásticos, porque lo es como siempre. Que así sea, que sea la carne la que acuda a su visita y no "la mala hora". Muchas malas horas hemos pasado algunas veces llenas de miedos y fantasmas. Se acaban yendo. Ahora cuando aparecen se le echa otra sábana por encima y ya no se ven esos agujeros negros tan feos que tiene en los ojos. Y otras veces alguno me he encontrado en el pasillo, y hasta le he hecho un café. Ha sido un placer la lectura. Le mando un abrazo que ahuyenta a los fantasmas.
     
    #2
    Última modificación: 4 de Julio de 2013
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Muchas gracias doña elena. Mire que en mi pueblo natal, la mala hora era un <<espanto>> muy común. Muchas mujeres jóvenes, vírgenes, que en aquellas épocas era el mayor y más preciado detalle que se podía encontrar en una mujer soltera (hahaha), padecían muy a menudo. Vi morir a muchas de ellas a las que esa mala hora les robó toda la energía vital, demacradas y atormentadas por ese ser que no las dejaba en paz. Gracias a ... hoy parece que ese fantasma y otros han desaparecido. Un poco de liberación sexual y sobre todo femenina permite que sea la carne joven la que cause esos estados y no los seres imaginados. La modernidad mental ha traído embarazos, más vida, más bocas que alimentar , pero en cambio, ya casi nadie se muere porque los seres del averno vienen después de la noche a robarse...

    Abrazos querida amiga. Un placer hallarle por estas letras.
     
    #3
  4. elena morado

    elena morado Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Increíble, creí que únicamente estaba hablando de mujeres poseídas por el diablo, pero no porque fuesen vírgenes. Cómo ha avanzado el mundo gracias a Dios, y en qué poco tiempo, porque hace dos días de eso, treinta o cuarenta años son dos días, parecen que estemos hablando del 1500 A.C. Sí afortunadamente, ya no ocurre eso, benditas sean las relaciones normales entre personas normales. Un abrazo y siempre gracias a Vd, por enseñarnos tantas cosas. Recuerde que cuando esté acabado su trabajo sobre D Diógenes Pérez, me encantaría leerlo. Por cierto una aclaración, no es que me asombre que sean vírgenes, sino que ese hecho les torturase de tal forma para llegar a pensar que alguien las atormentaba. Una lástima, hacer grande algo que no lo es. Gracias que las mentalidades han cambiado.
     
    #4
    Última modificación: 4 de Julio de 2013

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