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Un santo, un filósofo y la semilla de mostaza

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Melquiades San Juan, 6 de Septiembre de 2013. Respuestas: 2 | Visitas: 1253

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    En el pueblo de Kajgenetzha un hombre santo y un filósofo eran grandes amigos. Se reunían todas las tardes a jugar al ajedrez. El hombre santo era analfabeto, como todo santo que se respete, hablaba hasta por los codos todo el tiempo y su discurso siempre versaba sobre el poder de la fe; el filosofo, en cambio, era un erudito, hombre de letras, de ciencia, generalmente callado, amante de la reflexión. Ambos hombres eran muy conocidos en este pueblo del desierto que después de ser un pequeño oasis, se había vuelto, casi, una ciudad, con un santuario afamado, donde el hombre santo hablaba a los hombres de las caravanas sobre las bendiciones de Dios y la promesa de su paraíso.

    He aquí que una tarde vino un viento extraño del desierto y el hombre santo lo tomó como un presagio.
    -Dios me llama -dijo-, y se quedó mirando hacia el rumbo por donde el viento había seguido su camino.
    Es hora de preparar el viaje -concluyó.

    Bebieron té y después de un largo rato de permanecer callados mirando las inmensas arenas del desierto, el hombre santo volvió a hablar:

    -Cómo me gustaría dejar mis restos mortales, en espera de la venida del señor, al cobijo de algo representativo de la fe, la que ha sido la principal inspiración de mi vida religiosa y de mi doctrina.
    Luego, como si hubiera encontrado la respuesta a su incipiente deseo postrero, exclamo:

    Ya sé, en la cabecera de mi sepultura sembraré un árbol de mostaza, para que vengan las aves y aniden en él, y cuando el inquieto viento que recorre, llevando la arenisca del desierto en sus entrañas, por toda esta región inhóspita cruce por aquí, este árbol sea como la esencia de mi espíritu que lucha y prevalece sobre la adversidad:
    "La fe es como una semilla de mostaza, más pequeña que todas las semillas, pero cuando cae en la tierra fértil produce un gran árbol y llega a ser el refugio de todos los pájaros del cielo",
    repitió solemnemente.

    El filosofo movió la cabeza desaprobando la idea, y su amigo, presto a defender su deseo postrero se apresuró a iniciar una discusión sobre la fuerza encerrada en la fe. Antes de que el hombre santo empezara su disertación, su amigo filosofo se ofreció a escribirle una carta para un amigo botánico que vivía en la ciudad de Ajmalabath Ishraa, muy afamada por sus grandes jardines y bosques. Hecho esto la entregó al hombre santo quién al día siguiente la entregó a un viejo guía de caravana, amigo suyo, quien le prometió que la haría llegar a su destino a través de otros amigos caravaneros, pues la ciudad de Ajmalabath Ishraa quedaba muy lejos, a la orilla del mar. Una y otra vez, el hombre santo le repitió al curtido hombre del desierto lo importante que era para su alma ese encargo.

    Pasaron varios meses antes de que la carta tuviera una respuesta. Todo ese tiempo, la partida de ajedrez estuvo poblada por las conjeturas del hombre santo sobre la posibilidad de que la misiva se hubiera perdido en el camino, a lo que el filosofo solo respondía: tened fe.

    En el mes de Nojhvkvrofod, del calendario Nakvajhtitajh, apareció el anciano caravanero con una enorme sonrisa de felicidad dibujada en el rostro, entró a la ermita del desierto buscando desesperadamente al hombre santo para darle su encargo y devolverle el dinero que le había dado para tal propósito, pues el biólogo ha obsequiado a su amigo filósofo con varios bultos de pequeñas semillas de mostaza, de todas las especies que existen en el mundo. Además, viene con el envió un libro especializado que indica todo al respecto de la planta de mostaza y las condiciones más apropiadas para su cultivo.

    Cuando el hombre santo recibió los bultos de semilla su alma estaban rebosantes de júbilo, bendijo al hombre comerciante del desierto y a través de él a todos los viajeros que hicieron posible la consecución de sus deseos. Miró el libro, pero como no sabía leer ni escribir, esperó a la tarde para que su amigo filosofo lo leyera, y juntos sembraran el maravilloso árbol que sería el más adecuado epitafio de lo que fue su vida.

    He aquí que entre todas las plantas cultivadas a manera de prueba, ninguna de ellas cumplió con las expectativas del santo hombre.
    Lo decía el instructivo anexo:




    Es de la familia de la Crucíferas. Necesitan un clima templado. Sus hojas son verde oscuro. Sus tallos pueden llegar a medir hasta 80 ctms. de altura. Tiene unas flores diminutas amarillas, que también se dejan secar.

    Existen 4 variedades:
    Mostaza negra (Brassica nigra): Sur de Europa y Asia.
    Mostaza blanca (B.alba): Europa y EEUU. Clímas cálidos.
    Mostaza junciforme, moena orumana(B.juncea): sur de la India.
    Mostaza china (B.cernua Matsum). China.
    En China se la comen también como verdura.



    La especie más grande no alcanza los dos metros de altura, el ramaje se desprende como cabellera hacia la tierra, lo que le da más aspecto de matorral que de árbol. No hay especie de ave que a tan poca altura pueda considerar a sus ramas un refugio seguro para confiar la seguridad de sus nidos.

    Ante el desencanto de su amigo, el filosofo organizó entre los habitantes de la población una especie de invernadero en torno del cementerio, para hacer su sueño una realidad. Palmeras de Dátiles, Sauces, Cedros, rodeados todos estos por el Enebro, campeón de la sobrevivencia en el desierto, todo esto gracias a las semillas que su amigo botánico le hizo llegar como obsequio a través de las caravanas.

    Conocí Kajgenetzha allá por los años 70, gracias a la inquietud que sembró en mí padre para que viajara antes de casarme e iniciar una vida ocupada en responsabilidades y obligaciones propias de la vida de un hombre adulto. La ciudad es hermosa, la economía se mantiene principalmente del cultivo de mostaza y dátiles. Los habitantes del otrora desértico paraje dicen que el clima ha cambiado, ahora las lluvias acuden con regularidad y eso ha favorecido el progreso de sus cultivos. Esta historia me fue referida por un joven guía de turistas de la ciudad, orgulloso y emocionado guardián de su propia historia. Visité el santuario donde el hombre santo predicaba y otorgaba sus bendiciones a quienes a él acudían, también conocí el cementerio, el que tiene más aspecto de bosque que de camposanto, árboles de todo tipo le rodean, y en donde están las tumbas de los dos amigos, la del hombre santo se distingue por una pequeña mata de mostaza en la que a menudo reposan mariposas y otros insectos. Al lado, bajo un hermoso cedro está la otra tumba, tiene una lápida de una especie de madera incorruptible en la que se lee algo así como Etzkajgardasiaran etjhna ambuthen ajh, que según dicho de mi puberto guía quería decir en la lengua Berejhberejhvram:

    "Al mundo lo transforma la voluntad bendecida por la amistad".

    Nota: Cualquier similitud con personajes, ciudades o cosas de la vida real, es mera coincidencia. Los datos sobre la Mostaza son exactos, están a la disposición en diversos sitios de la red especializados en botánica.
     
    #1
    Última modificación: 6 de Septiembre de 2013
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Una clara lección de vida culminada por la amistad. Preciosa historia, ha sido un placer compartirla.

    Muchas estrellas

    Palmira
     
    #2
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Amiga, he visto que cuando dos cosas extrañas y aparentemente sin sentido, digamos que sin los fundamentos que sustenten los resultados finales (...), pero que, por extrañas circunstancias coinciden, dan frutos.
    Otras de las que se esperaba mucho nunca llegan a ser nada. Gracias por la visita. Un abrazo.
     
    #3

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