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el instructor

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Melquiades San Juan, 17 de Octubre de 2013. Respuestas: 3 | Visitas: 1339

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Al filo de la media noche escuché unos fuertes golpes en la puerta. Mientras los golpes seguían me puse las alpargatas para ir a ver quién llamaba tan groseramente. Cuando llegué, la puerta había cedido, estaba destruida, la mitad de ella en el piso y otra parte colgando del gozne inferior, doblado, vencido. Cuando me vieron, los sujetos se abalanzaron sobre mí, eran soldados, tiraron mi puerta a culatazos.
    -Quién es Fulanito de Tal?, preguntó uno de ellos, que tenía marcados rasgos indígenas.
    -Soy yo, respondí, temeroso de que los sujetos se metieran con mi familia. Me salí a la calle para quitarles motivos para que fueran dentro de la casa y molestaran a mi mujer y a mis hijos. El movimiento los descontroló, no tuvieron otro remedio que subirme al camión verde del ejército que esperaba con el motor en marcha. Pese a mi docilidad el fulano que estaba al mando me clavó la culata del fusil en las costillas por detrás de la espalda. El golpe fue tan duro que se me fue el aire y caí al suelo retorciéndome del dolor mientras sentía que un liquido ardiente me recorría por debajo de la piel. No hubo oportunidad de quejarme, otro golpe de la culata me pegó al lado de la oreja he hizo que perdiera el conocimiento.

    Me dieron un uniforme que tuve que ponerme a fuerzas pues estaba desnudo. Me dolía mucho la cabeza, tenía una vendaje que la cubría completamente. Aún no terminaba de ponerme el pantalón cuando entró un soldado y de un empellón me echo fuera del cuarto.

    -¡Muevete cabrón que no tienes todo el día.

    Estaban formadas alrededor de 60 personas, entre los cuales reconocí a algunos compañeros del periódico. Iba a saludarlos con un gesto de mano cuando otra voz detrás de mí me advirtió que no podía moverme.

    Un sujeto uniformado se colocó delante del grupo formado en tres filas y a manera de discurso se dirigió a todos nosotros:

    -"Estamos en guerra con el país X, así que los vamos a entrenar para ir al frente y defender a la patria". Cuando dijo patria pareció conmoverse hasta la médula, como si esa palabra invocara en él lo más sagrado de la vida.

    -Vamos a ver, hijos de la chingada, si son tan buenos para amarla como son para joder al Presidente de la República.

    Todo mundo guardó silencio. El sujeto se dirigió a mí:

    -A ver soldado, cuál es su nombre.

    Lo volteé a ver y le dije mi nombre.

    -Así no cabrón, cuando se dirija a mí póngase en posición de firmes y dime "Señor."

    -Lo siento amigo, yo no tengo "Señor" ni en los cielos ni en la tierra, soy ateo, ni me inclino ni reverencio a nadie.

    Desenfundó una pistola escuadra del calibre .45 y con ella me dio un fuerte golpe en el rostro.

    Caí, me sentía mareado por los efectos del golpe, en ese estado pude escuchar de nuevo su estúpidamente calculada voz.

    -Hínquese cabrón, pídame perdón si no quiere que lo mate aquí mismo.

    Todo me daba vueltas. El dolor en el rostro era insoportable, se extendía hasta el cráneo como si fuera el frío de una paleta. Mi labio estaba infamado y sentí que tenía la cara deformada por la hinchazón, con la sangre derramándose abundantemente sobre el pecho.
    Me descubrí acurrucado. De nuevo la voz que me ordenaba someterme e implorar por mi vida, que me exigía rogar, suplicar de rodillas. Hice el más sobrehumano de los esfuerzos y me incorporé como pude para desobedecer su orden. Me fui de lado trastabillando, vi su sombra borrosa colocarse frente a mí, luego sentí el segundo golpe, y eso fue todo lo que sentí.



    Tres meses más tarde se repitió la misma escena, el mismo soldado vino por mí cuando apenas me estaba vistiendo.

    -Apúrate hijo de la chingada, vas a tu clase de tiro para que no digan que los mandamos al frente sin saber siquiera cómo disparar un maldito rifle.

    Luego, se echó unas carcajadas.

    Sirve que a los mejor matas a un enemigo de pura casualidad.

    -Yo no tengo enemigos -respondí-.



    Llegamos al campo de tiro.

    El tipo aquel estaba ahí de nuevo. Se burló de mí.

    -¡Qué bonito rostro te quedó, cuando te vean esa horrible cara van a salir corriendo los enemigos.
    Conservé la calma. Me dieron un fusil ametrallador ligero y un cargador lleno con proyectiles. Al frente, aproximadamente a 50 metros, estaban unas siluetas. Eramos 10 personas en la línea de tiro.

    -¡Carguen!, ordenó el sujeto, seleccionen el modo tiro a tiro. Yo seleccioné ráfaga. Todos pusieron el arma junto a sus rostros. Cuando se ordenó fuego yo dí un giro inesperado y jalé el gatillo procurando mantener el fusil en la posición más fija posible. Vi como las balas penetraron su uniforme. Se le llenó todo el pecho de sangre. Lo vi caer y lo vi morir a mis pies.

    Me pusieron preso e incomunicado. Me harán un juicio militar, eso que llaman Corte Marcial. No me han dado papel ni lápiz, mentalmente construyo mi alegato sobre la falsedad del concepto patria, y el propósito casi feudal de la guerra. Yo no soy soldado de nadie, que las guerras las peleen quienes pierden o ganan privilegios en ellas. Que manden a sus hijos, que vayan ellos a morir por sus intereses...
     
    #1
    Última modificación: 17 de Octubre de 2013
    A LUVIAM y (miembro eliminado) les gusta esto.
  2. LUVIAM

    LUVIAM Poeta veterano en el portal

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    Tu prosa más que eso es un eco del sentir de muchos , que como el soldado de tus letras han tenido que inmolar sus principios y subyugar su libertad de acción y expresión por intereses ajenos . Tu puesta habla en la voz de aquellos que se la han silenciado .
    Perdóname mi querido amigo, pero mi lenguaje es muy simple para comentar lo que esta prosa merita. Sólo me queda aplaudirte y felicitarte por el contenido reflexivo que aporta.
    Mi abrazo fuerte y un beso.
     
    #2
    Última modificación: 17 de Octubre de 2013
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Hola LUVIAM, gracias por tu visita, por tu comentario, por la reputación y por estar de nuevo entre nosotros. Qué bueno que te gustó. Abrazos amiga.
     
    #3
  4. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Si el miedo no atenazara, cuánto mejor nos iría a todos. Claro ejemplo de que la resistencia sirve.

    Un placer volver a sus letras.

    Palmira
     
    #4

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