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hubiera

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Melquiades San Juan, 1 de Noviembre de 2013. Respuestas: 1 | Visitas: 602

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    En las entradas del pueblo hay un letrero que dice:<Prohibido pronunciar la palabra hubiera.>

    Este lugar parece un pueblo fantasma, se llama Picuarochu, tiene su historia como todo pueblo, pero este la tiene fragmentada en dos episodios. Resulta que un día llegaron dos "ingenieros" desde la ciudad capital de la república, fueron directamente al Palacio Municipal y le dijeron al presidente que el gobierno les iba a construir un pueblo más bonito en otro lado porque en este lugar se iba a echar toda el agua de la presa que iban a hacer para volver a toda la zona una enorme zona de riego, la más grande del centro del país.


    La gente del pueblo empezó a ver cómo las máquinas aplanaban el sitio donde estaría su nuevo pueblo. Cuando el pueblo quedó terminado le entregaron a cada habitante las llaves de su nueva casa. Se dieron cuenta que no había ninguna diferencia entre las casas, todas eran exactamente iguales; tenían, por ejemplo, el mismo número y especie de árboles y plantas, como si fueran casas gemelas.
    Todo pueblo de la zona ha tenido desde siempre tres sitios indispensables; el palacio municipal, la iglesia y su parque central o jardín con sus bancas y el quiosco al centro.

    Pues el nuevo pueblo tenía también esos sitios aunque no tan cálidos como los del viejo pueblo. Era como si a los vecinos les presentaran un pueblo dibujado por Picasso, y ellos lo conocieran a través de un cuadro de José María Velasco.

    Vino el día en que la presa estuvo concluida y echaron las aguas sobre el pueblo viejo. La gente estuvo al pendiente del nivel de las aguas hasta que este cubrió por completo el campanario de la vieja iglesia, que era punto más alto de todos los edificios coloniales del pueblo. Luego que todo quedó cubierto por las aguas la gente empezó a llorar. Ahí empezaron los "hubiera", y se siguieron hasta que el pueblo casi se quedó sin habitantes. Esa palabra fue como una maldición. Cada que alguien decía <hubiéramos defendido al pueblo, no lo hubiéramos dejado inundar, uno de los ancianos se moría.>
    Cuando todos los viejos estuvieron muertos empezó la emigración de los jóvenes. Tras los jóvenes se fueron los adultos, a buscar mejores rumbos para vivir con la promesa de volver algún día por la familia que dejaban. El pueblo nuevo se volvió entonces un lugar de mujeres abandonadas y de niños que, cuando crecían se marchaban. Mujeres y niñas se veían por las solitarias calles de Picuarochu. Algunas niñas, al llegar a la mayoría de edad, imitaban a los varones, se marchaban también de ahí.

    Algo mágico tienen las mujeres que, pese a que en el pueblo ya no habían hombres, siempre habían mujeres embarazadas y niños. Eso y un tabú: la palabra "hubiera" dentro de cualquier expresión cotidiana, futurista o histórica. No, en Picuarochu estaba prohibido cualquier hubiera.

    El único hombre que permanecía en el pueblo era el señor cura, anciano y un poco enfermo de artritis. El obispado decidió mantenerlo en el lugar para evitar que la demanda de hombres que sufría el pueblo tentara a sus sacerdotes jóvenes o adultos haciéndolos caer en grave pecado.

    El viejo cura, agobiado por sus males siempre tuvo en la mente la idea de marcharse del lugar para ir a atender sus padecimientos, su desapego propició que un terrible demonio se posesionara del pueblo y utilizara como llave para sus tentaciones la palabra "hubiera." Cada hubiera se hacía una realidad al instante de invocarlo. Todo se descomponía por un tiempo, el necesario para que el deseo se realizara, como todo deseo, exento de la gracia divina, concluía en un desastre por no estar inspirado en un plan superior. Así lo creían fielmente los muy religiosos habitantes del lugar. Tal fue el impacto de la palabra que las mujeres, para manifestar su contrariedad ante la vida debían tomar un autobús que las llevara a un pueblo vecino y ahí descargaban todos sus desencantos expresando a viva voz sus deseos de que sus vidas fueran de una manera diferente. Pronto se les llamó a las Picuarucherences "las hubiera" en todos los pueblos vecinos, pues no hablaban de otra manera.

    Cómo se enteraban en el pueblo de que alguna había pronunciado la palabra hubiera: sencillamente porque de repente se veían sustraídas de su vida cotidiana por tres días, que era el tiempo que duraba la tentación. Solo había que esperar ese tiempo para que todo volviera a la normalidad. Por ejemplo: si alguien deseaba que su marido no se hubiera ido a otros rumbos, la vida del pueblo cambiaba sorpresivamente. El marido volvía aún cuando ya hubiera muerto en otros rumbos. La presencia putrefacta acompañada de la pestilencia del muerto recorría las calles de la ciudad. Visitaba a los amigos y quería convivir con ellos día y noche. En un pueblo tan pequeño era imposible mantenerse al margen de la vida de la familia. Tres días había que soportar la visita del ser de ultratumba hasta que el deseo concluía en la mente de la invocadora de una realidad diferente. Era, al principio de la mudanza al nuevo pueblo, un pensamiento generalizado el desear vivir aún en el viejo poblado que yacía bajo las aguas. El nuevo pueblo desaparecía y toda la vida de la comunidad se desarrollaba bajo las aguas, caminando por calles enlodadas, muertos de frío, y con la permanente desesperación de sentir que se ahogaban. No podían dormir ni comer, todo era fango y humedad extrema, el sol apenas se podía ver allá arriba sobre la superficie del agua. Sumergidos, con la sensación de habitar un mundo en constante penitencia acuosa lograban apenas soportar el terrible ambiente hasta que todo volvía a la normalidad y el nuevo pueblo volvía a ser su mundo irrenunciable.

    Dos realidades se volvieron la norma de vida de las Picuarochuperences: huir del lugar dejando todo tras de sí cuando la vida que llevan no es la que hubieran querido vivir, y no desear jamás que las cosas hubieran sido diferentes. Ellas no sabían que en todo sitio del mundo sucede lo mismo. Por eso la gente emigra a otros rumbos, y los que se quedan deben aceptar que las cosas son como son, irremediablemente. No lo saben porque el demonio que espera a que surjan los "hubiera" hace que estos, al ser tabú, estén más arraigados en sus conciencias como algo que ademas de nostalgia trae sufrimientos.


    "Hubiera", un relato sin sentido producto de los efluvios desquiciados que despierta la ociosidad en la mente.
     
    #1
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    A pesar de ser catalogado como un relato sin sentido yo le encuentro uno y muy grande, algo así como convertirse en estatua de sal cuando se mira hacia atrás.
    Tus relatos son fantásticos y lo digo de corazón, no tengo ningún interés en vanagloriarte gratuitamente es un sentimiento que me nace cuando te leo, son historias que parecen salidas de cuentos del nunca existieron pero que al mismo tiempo están arraigadas a la tierra con profundidad.
    Disfruto mucho. Gracias

    Palmira
     
    #2
    Última modificación: 5 de Junio de 2014

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