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Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Melquiades San Juan, 13 de Enero de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 662

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Hablar solo.

    La razón por la cual empecé a hablar solo fue para acallar a los recuerdos dolorosos. Esos que empiezan a ocuparse de los espacios de la mente y me generan la necesidad inmediata de enmendarlos pero no se puede. Solo desde la retrospectiva se comprende mi torpeza, no desde la perspectiva en que fueron creados. Les veo, es escucho, y se agita en mi ser todo un maremágnum de sensaciones acusadoras. Entonces hablo. Hablo fuerte, digo cualquier cosa que se me ocurra, las más veces sin sentido.

    -¡OYE TÚ, DEJA ESO Y VÁMONOS!

    ¡CALLATE, CALLATE, CALLATE!




    A veces es una canción sin sentido, inventada, con el despropósito de aturdir más que el de ser canción.

    Funciona, el recuerdo aborta su trama, y yo pago con la moneda de la ridiculez el costo de su ostracismo.
    Fenece, no incuba en su seno reclamador en el limbo de la consciencia.
    Muere por ahora, por ese instante.

    Pero sucede que cada palabra causa un efecto en otro oído que la lleva a la consciencia a causa de la necesidad de no estar solo, de estar con quienes tienen a la vez su propio bagaje de cuitas pendientes.

    Hablo solo bajo la ducha, y allá afuera alguien está atento a la palabra, y al oído del monólogo incomprensible, el hábito de la comprensión del prójimo crea su propio universo prejuicioso, montado en sus propia e invisible circunstancia interna:

    - Ya sé que no te gusta ir conmigo, siempre me apuras, así eres, no me tienes paciencia.
    Yo no puedo ir tan como quiera, tengo que tomarme mi tiempo.

    Ya sé que quisieras verme callada todo el tiempo, pero no, tengo que hablar, tengo que decir lo que pienso aunque no te guste.
    No me puedes callar.



    Es como un fantasma ella. Viene y me habla con su mirada llena de resentimientos.
    Veo los ojos inundados de llanto, como si fueran vasos de tristeza que se inundan como tierras de cultivo.

    Me mira y me reclama. El reclamo suele ser vacuo -según yo-, pide llorar, quizá solo un poquito para complacer a esa niña mimada que nada sabe de la vida. Viene y nada dice, solo mira y llora, sus lágrimas recorren como tortugas cristalinas sus mejillas. Eso no es más que el mismo efecto prejuicioso que reconstruye como supone que las cosas fueron. Las imágenes de la memoria son otras, las del rostro crispado que se endurece y agrede, ahí la perspectiva de lo bueno, de lo conveniente; la retrospectiva, sin embargo concede en que eran tiempo en que había mucho que aprender.

    Mi pecado y su pecado, ambos consumidos en el dolor y en la obcecación.


    Hablar solo es hermoso y es sorprendente. Cualquiera diría que es una forma de autocomplacencia, quizá lo es al principio cuando no se recupera uno de la sorpresa de escuchar nuestra propia voz y no se sabe qué responder. Con el tiempo esa palabra rompedora de silencios y de vientos adquiere sentido, y llena la tarde entera, sentado en la alameda, perdido entre el espectáculo viejo de mirar volar las palomas mientras se habla y se discute con nuestra propia voz.



    ***


    Entre windows 8.1 y yo.

    La primera sensación fue de rechazo. Ver tantas ventanas dispuestas frente a mí fue como ir a la iglesia el día domingo, cuando todo lo que queda de feligresía está presente.

    Ventanas móviles, mágicas, atentas a la yema del dedo.
    Lo primero que pensé fue que Gates creó su propio iconario, un mundo de ventanas es su propio homenaje. Las ventanas por fin se impusieron, prevalecieron. Lo digo, mi primera sensación fue de rechazo, fiel a mi condición de iconoclasta y a los propios aportes de mis viejos recuerdos. Sí, los recuerdos.

    Hubo una idea general en mi generación, y creo que quizá en todas, de lo hermoso que sería contar con una bolita mágica que nos contara todos sus secretos. Siempre, eso fue un deseo de siempre, ante cada instante de la vida. Estar parado en un sitio y pensar cuál es el camino correcto, la decisión correcta. No saberla y por consiguiente..., decidir, tomar una decisión y afrontar las consecuencias.




    Bajo la correa del reloj -industrializado al máximo- el papiro del ya inexistente "papel aéreo," ligero, y resistente, casi transparente. Una mezcolanza de hechos históricos relacionados con la escritura confluyen en él. Del bambú que sirvió a los asiáticos para plantar sus signos, el plegado de acordeón; de los códices aztecas lo largo, encriptado y descriptivo, presto para el examen que se confronta.

    El sueño era en ese sentido: contar con una bola de cristal que lo supiera todo para auxiliarnos en los exámenes escolares, en la vida. No dudo que algunas seguidoras de la bruja de Blaca Nieves se pronunciaran más por un "espejito, espejito" que por una incómoda bola medieval.

    Pues ahí está ese monumento virtual a las ventanas que ahora se mueven y se mueven. Hay que reconocerlo: maravillosos recursos para ahorrar trabajo al pensamiento y ocupar a este en otros asuntos, quizá más cósmicos, como ir en busca de los Annunakis, por ejemplo.

    Las computadoras se mueren. Llevan primero hacia La Nube; luego hacia un universo virtual a eso que da sentido a la vida: el pensamiento. Parézcalo o no, es parte de nuestros propios deseos: un paraíso sin tener que pensar, que decidir, que asumir riesgos..., pues es doloroso tomar riesgos. Las computadoras pierden su capacidad de contener recuerdos, y los hombres quizá también, como consecuencia de esa tendencia inducida. Los discos duros dejan de ser adecuados, no a los temas personales, a los cuales solo se accedía como agente externo a través de programitas espías. Hoy los pensamientos acumulados en la nube están en control y a la vista: eso soñamos algún día, ese es el anhelo humano, no padecer del efecto de tomar nuestras decisiones, es mejor culpar al que está detrás de la nube, todos los que están detrás de la nube jamás responden.

    El windows 8.1 parece que me mira y espera. Es como un enorme mercado ambulante donde camino y camino entre vendedores de todo tipo de cosas que me ensordecen con sus ofertas mágicas. Y yo, iluso, aún busco esa especie de piedra filosofal generosa que llene y responsa a todas mis expectativas.
     
    #1
    Última modificación: 13 de Enero de 2014
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Una vez hice un ejercicio, escribir todo lo que se me pasa por la cabeza, y te confieso que fue terrible. Había momentos en los que me quedaba en blanco porque era imposible seguir el ritmo.
    Se me ocurrió una vez que, sentada en una plaza observaba los comportamientos de los que pasaban, unos sonreían, otros estaban absolutamente centrados en algo, otros hablaban en alto o hacían algún gesto…, la mente desborda.
    A veces también, como ejercicio claro, observo la quietud de una planta e intento centrarme en ese estado de inmovilidad absoluta. Por eso me llama la atención tu primera menudencia principalmente, aunque hay algo que las une, somos como máquinas, llenas de imágenes y pensamientos que van a la velocidad del más avanzado sistema operativo, lo malo es que el desorden nos sirve para bien poco.

    Un placer compatir, amigo.

    Palmira
     
    #2
  3. tyngui

    tyngui Poeta que considera el portal su segunda casa

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    brillante entuerto al pensamiento oral, creo que el pensamiento exteriorizado por nosotros mismos es un escaneo sonoro que reboza deambulando nuestra aura solo para hacernos discurrir las calles de nuestro micro mundo hiperreal, que nos da solo una muestra de nosotros mismos.

    abrazo
    tyngui sanchez
     
    #3

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