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La Riqueza de la Lengua Española.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Melquiades San Juan, 29 de Enero de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 5353

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    La lengua que hablamos todos los hispanoparlantes es una de las lenguas más ricas del mundo, y también es la más hablada por los seres humanos pues para la mayoría de ellos es su lengua materna. Por cuestiones de modernidad las personas se ven obligadas a aprender y utilizar en sus actividades diarias una lengua que no es la suya, la utilizan para manejar los sistemas cibernéticos y otros dispositivos con los que realizan sus actividades cotidianas, podríamos decir que este lenguaje es parte de su capacitación tecnológica y cultural pues también les es necesaria para sus estudios profesionales. Esta lengua no sustituye a su lengua materna, es una lengua auxiliar para el desarrollo de todas sus actividades. Así pues, la lengua española, nuestra lengua, es la más hablada del mundo.

    Me refiero a "riqueza de la lengua" cuando pienso en la gran cantidad de expresiones que los pueblos que la tienen como su lengua madre han aportado a ella. La más reciente compilación de palabras del uso escrito y culto del idioma español, compilada por todas las Academias de la Lengua Española, ocupa dos enormes volúmenes. Digo uso escrito o culto porque el repertorio de palabras que el vulgo utiliza para sus comunicaciones coloquiales multiplicaría estos volúmenes en forma exponencial y, no obstante eso, muchas palabras que forman el repertorio de los hispano hablantes quedarían excluidas de estos volúmenes. Y la riqueza del lenguaje nuestro tiene que ver mucho con este fenómeno, en esta lengua, con esta lengua, se pueden decir, explicar, definir una enorme cantidad de cosas y circunstancias que existen o suceden a los seres humanos.

    La gramática actúa y compila el uso que hacen de la lengua las personas con educación gramatical.
    Los diccionarios compilan las expresiones que se utilizan en la escritura, y en el uso cotidiano, bien empleado, de los hablantes de una lengua.

    Para ofrecer al lector un material autorizado sobre la elaboración del diccionario de la Lengua Española adjunto desde el sitio de la RAE este texto y su liga.

    http://www.rae.es/diccionario-de-la-lengua-espanola/como-se-hace-el-diccionario

    Cómo se hace el Diccionario

    El Pleno de los académicos es el órgano encargado de tomar las decisiones que afectan al Diccionario. Para poder mantener al día su repertorio, el Pleno académico cuenta con la ayuda del Instituto de Lexicografía y de diversas comisiones:

    • La Comisión Delegada del Pleno y para el Diccionario, coordinadora de las demás, se encarga de los asuntos correspondientes a la técnica lexicográfica.​
    • Las comisiones del Pleno, encargadas de la preparación del Diccionario.​
    • Las comisiones especializadas, dedicadas a tareas específicas como la armonización de las obras académicas o el uso de la terminología lingüística en el Diccionario.​
    • Los académicos correspondientes, que realizan propuestas sobre el léxico de la zona donde residen.​
    • La Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que canaliza las propuestas de léxico americano de las academias.​
    Las comisiones académicas elaboran las propuestas de adición, supresión o enmienda que posteriormente examinará el Pleno para decidir sobre su aprobación. El Instituto de Lexicografía prepara los materiales que se discuten en comisión y documenta las propuestas.
    Una vez estudiadas por las comisiones y el Pleno, las propuestas pasan a consulta de las academias americanas que propondrán sus observaciones para que la modificación pueda ser aprobada definitivamente.

    Cómo se actualiza
    El proceso de actualización de un diccionario se centra en las siguientes tareas:

    • La adición de nuevos artículos o acepciones.​
    • La supresión de artículos o acepciones ya existentes.​
    • La enmienda total o parcial de los artículos.​
    La preparación de cada nueva edición del diccionario académico implica, por tanto, la identificación de nuevas palabras o nuevos significados y la revisión de las palabras que ya figuraban en el DRAE. Esta revisión se realiza agrupando las palabras según diversos criterios, como el área temática a la que pertenecen (palabras de la música, palabras de la química...), por sus características gramaticales (sustantivos, conjunciones, adjetivos invariables…), por su procedencia (extranjerismos, revisión de etimología…), por el área geográfica en la que se documentan, etc.
    Especialmente relevante es la puesta al día del DRAE para que el tratamiento de sus definiciones y lemas responda a la doctrina que se expone en el resto de las obras académicas publicadas entre dos ediciones del Diccionario (Gramática, la Ortografía o el Diccionario de americanismos).
    Las fuentes documentales del diccionario académico, que se han ido creando y ampliando en distintas etapas de su historia, son actualmente las siguientes:

    • El banco de datos del español, que cuenta con más de 400 millones de registros de textos históricos y actuales de todos los países hispanohablantes.​
    • El fichero histórico de la Academia, con sus más de diez millones de papeletas léxicas y lexicográficas.​
    • Las obras de referencia y estudios monográficos sobre léxico.​
    • La Unidad Interactiva del DRAE (UNIDRAE), un servicio creado para atender y canalizar las propuestas y sugerencias externas relacionadas con el Diccionario.​
    Gracias a estas fuentes y a las mejoras desarrolladas en su forma de consulta y utilización, los lexicógrafos pueden hoy por hoy obtener los datos precisos para la toma de decisiones de carácter normativo y para la preparación de las propuestas que posteriormente estudiarán las comisiones académicas.

    ...

    Hasta aquí la cita tomada de la RAE.

    El repertorio de la lengua hablada es inmenso. Basta visitar un pueblo en cualquier latitud de México (por ejemplo) para encontrarnos con palabras de uso común que nosotros desconocemos, si hacemos el mismo ejercicio en cada país hispanohablante nos encontramos con el mismo fenómeno. Las palabras manejadas en la gramática y sus diccionarios son un mínimo en comparación con las que domina la gente para sus comunicaciones cotidianas. Allá por los años 70, eché una mirada curiosa a un descomunal diccionario Larousse, que se autodenominaba "pequeño". Pese a su grosor no encontré en él palabras de uso cotidiano en mi lugar de origen, un maestro me explicó que estaba compuesto mayormente por "madrileñísmos" sin uso fuera de España.

    Por fortuna hoy las academias de los países de habla hispana han portado las palabras más reconocidas en el uso colectivo de sus pobladores, aquellas que han sido ya pasadas por el cuño preciso en cuanto a significado y escritura. En el nuevo diccionario descubrimos una gran cantidad de ellas, nacidas en este lado del mundo. Esto me hace pensar en algo similar a un árbol cuya semilla fue injertada en cada una de las culturas de estas tierras y esta ha dado sus frutos.

    Diccionario de mexicanismos

    https://www.academia.org.mx/dicmex.php

    *"Los idiomas no son repertorios o juegos de sinónimos: son distintos modos de concebir, o de imaginar, o de soñar el mundo".

    * "Ya no quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas" (El Libro de Arena).

    Jorge Luis Borges



    Un recorrido por las tierras españolas nos obsequia con un uso diverso de la lengua en cada región. Lo mismo sucede en América, el acento y las peculiaridades de la pronunciación y construcción de la comunicación es una identidad tan fuerte y precisa de la nacionalidad del individuo como cualquier pasaporte.

    El hombre conserva y comparte en el cuerpo de su lengua materna el gen más viral que posee: su cultura. A través de ella se transmite y comparte, vía la voz y la escritura.

    De ahí que es importante para cada nación y región que los hispanohablantes nativos defiendan el buen uso que hacen en la utilización del lenguaje escrito y sus acentos regionales, ya que estos son la diversidad de la lengua, su riqueza. Y es que, en cuanto a usos hay tantas variaciones que son comunes en determinada zona, extrañas y hasta incorrectas para otra.

    A mí, por ejemplo me suena sumamente extraño cuando escucho o leo la expresión peninsular "vamos a por ellos", que en esta zona del mundo (América) sería impensable utilizar, aquí se diría sencillamente "vamos por ellos".

    En México es un uso aceptado decir: su padre lo miró y lo regañó...
    y en España dirían; el padre le miró y le regaño...

    Me gustaría citar (no lo pude localizar) todo un artículo leído en El País de España, hace tiempo, que sería un ejemplo de esa diferencia. El día que lo (le) leí, a mí se me hizo muy fastidioso encontrarlo tan reiteradamente en el texto, no porque esté mal escrito, sino porque en nuestros medios sencillamente no se emplea.

    Cuando charlo con una amiga argentina, sin que sea precisamente una labor de traducción, batallo al aplicar la palabra "largar" en usos ajenos al nuestro, por ejemplo. Hace poco he debido preguntar el significado de "cortar calle" a nuestro querido Norberto Dressan, porque a pesar de rebuscar junto con el contexto que le acompaña en el verso, la idea no me quedó clara, y tampoco su muy gentil explicación. Se me quedó sin embargo la idea de que estas personas son como los "franeleros", como se describe en México a los individuos que aprovechan los cruces de las calles para limpiar parabrisas a cambio de unas monedas.

    Vuelvo a mi amiga argentina y descubro el mismo conflicto cuando le digo "dime si siempre sí" de uso coloquial nuestro.

    Escuchar y leer a los hispano hablantes, sobre todo a quienes estamos habituados a nuestros coloquialismos, da de inmediato una generosa idea de que el español es una lengua dotada de muchas variaciones y tipos de acentos. Que eso es una riqueza, pero la mayor riqueza el idioma nuestro se puede apreciar más que en el lenguaje escrito, que se me antoja mínimo al lado del hablado, en este último: el coloquial. La lengua española tiene la poderosa capacidad de definir y expresar con amplitud objetos, pensamientos, sentimientos y la cultura del enorme número de sus hablantes, cultos o analfabetas. Es tan vasta que de una región a otra, es preciso aprender usos y términos, casi como si se tratara de un idioma distinto.

    Cuando nos encerramos en el pequeño mundo del idioma escrito, ese que habita en las gramáticas y en los diccionarios, estamos en un mundo casi irreal pues es común que no se escriba tal cual se habla. Las academias compilan y resumen en sus propuestas el uso que un reducido número de usuarios de la lengua, pero no tienen ningún poder ni control sobre los usos del vulgo. Conocer lo escrito se me antoja incompleto para tener una visión amplia de lo que domina un idioma. Sobre todo este, que es fuente de tantas regiones. El lenguaje de los escritores luego ofrece al lector información sobre el uso costrumbrista de su país, como es el caso de los textos de Rómulo Gallegos (Cantaclaro) por ejemplo, de García Márquez y otros, acotados siempre en las ediciones, pues las editoriales ponderan el empleo de un español comprensible en todas las regiones en que se habla, por cuestiones de mercadotecnia. Hay quienes, con ese afán se declaran defensores del idioma, y hacen suya una campaña depuradora de terminajos regionalistas, al menos en el mundo escrito y de la difusión pública del idioma. El lenguaje coloquial, sin embargo, está ahí, imbatible, y volviéndose cada vez mas cotidiano como sucede en toda lengua viva. Predominado por sobre el uso académico.
    Hago un pequeño ejercicio de imaginación y elucubro a la gente utilizando en sus diálogos diarios los recursos aceptados para el lenguaje escrito (!!!)

    Tal parece que los esfuerzos depuradores solo funcionan como "abogado del diablo" para el uso coloquial hasta que este domina en el uso de la lengua y pasa a los diccionarios.

    En estos foros de aficionados a la literatura el lector tiene más contacto con el uso coloquial del español usado en el país de origen del autor. Sin el filtro editorial las expresiones quedan tal cual se utilizan, aprendemos y compartimos. Y surgen pequeños debates internos sobre el está bien o mal según la perspectiva local del crítico aficionado, desposeído a veces de la idea clara de cómo se forman las lenguas. Luego no se entiende cuando el autor provee a sus personajes, con toda intención, con la jerigonza habitual de los barrios o pueblos de su entorno. Me recuerda un poco a la crisis que surgió (según dicen algunos prólogos, entre los defensores puristas de la lengua, en torno a la obra "Los Miserables" de Victor Hugo, por dedicar un amplio espacio al caló francés en uno de sus capítulos.

    (Algo falta en el texto que se refiere la deficiencia de nuestra lengua en cuanto al lenguaje muy actual de la tecnología, al menos en el uso que hacemos en mi país: palabras como sofware, hardware, mail y otras en donde tiene predominio la terminología sajona. Algunos opinan que se debe a que los hispano parlantes no tienen mucha influencia en ese campo o llegaron tarde.
    Veré en qué parte de texto integro ese tema).

    En todas las actividades humanas hay corrientes de pensamiento que se confrontan y esgrimen argumentos en pro o en contra de la pureza o de la mezcla de las cosas, puristas o evolucionistas. Quienes sienten aberración por la integración de expresión y modos de usar el idioma, y quienes ven en el fenómeno algo natural e inherente a toda lengua pues le sucede a todas las lenguas vivas. La lengua es, incluso, asunto de seguridad nacional para los poderes de un estado. Luego se emiten leyes que prohíben el uso oficial y hasta público de una lengua diferente a la "nacional". Esto sucede a nuestros connacionales en Los Estados Unidos, ahí donde millones de seres humanos han encontrado solución a su instinto de sobrevivencia, impulsados, más por los mecanismos políticos, económicos y sociales que lastiman a los seres humanos en sus regiones de origen, que por el deseo de integrarse a patrones de sociedades que considera antinaturales, con las cuales no se identifica. Por la lengua se proscribe, se emplea como argumento de discriminación, sectarización y desprecio, de las personas que la hablan por ser parte de una cultura a la que se aplican los procedimientos habituales del sometimiento.
    Sin embargo, pese a estas acciones ahí, existe una academia de la lengua como puesto de vigilancia fronterizo en la frontera cultural que divide a todo un continente.

    En este mismo tenor, sobre el uso social o clasista de la lengua, han surgido en mi país, algunos años ha, un fenómeno linguo-clasista, es una forma de pronunciar el español que simula o permite a los portadores de este modo, sentir que hablan un idioma diferente, una especie que los separa del vulgo, a falta de un idioma de clase que afirme su pretención linguoaristocrática de clase dominante, como sería talvez poder hablar entre ellos en Inglés, o en Francés. No sé cómo llamarle a este acento: fresa, pirrurris, nice (con lo dado que somos a hacer nuestras expresiones sajonas), el caso es que el acento identifica al hablante con una clase social privilegiada y le distingue (es "estatus") del resto de la población. A los imitadores de este "idioma quasi extranjero" la "gente bien" les llama despectivamente "wannabe", contracción del término del idioma inglés want to be (querer ser), musitado en secreto, en forma hiriente sobre personas que creen que al imitar tal entonación se integran a esos núcleos "privilegiados". Los extranjeros son de sí, entes privilegiados en una sociedad como la nuestra, su acento les hace diferentes, excepcionales. Así los llegados de la Argentina, o de algún país europeo disfrutan del privilegio de ser, por su acento, seres "excepcionales", por supuesto que acentos procedentes de Centroamérica, el caribe o países de población indomestizos predominante no son parte del beneficio de ser considerados "gente de clase". Así pues, un acento, o un uso de la lengua puede significar una especie de deslinde del resto de los hablantes del mismo al que se califica o considera grupo social o mundo desfavorecido. La lengua no podría quedar exenta de tales veleidades humanas.

    La liga a un ejemplo chusco del llamado acento "bien"

    http://www.youtube.com/watch?v=MLTHuAKIhss


    El acento hispánico no prevaleció en ninguno de los territorios donde los conquistadores asentaron sus huellas. En la hispanoamérica de hoy el visitante peninsular no encontrará su acento nativo. Excepto, claro, en los núcleos compuestos por la diáspora española radicada en estos países. Estos pequeños grupos conservan el acento, unas veces por hábito inextinguible, y sus descendientes como una forma de marcar su diferencia social. El continente entero merece mucha atención al español que ha desarrollado, se me antoja comparar este fenómeno a una cita bíblica que habla sobre los denarios: uno ha sido dado y mirad cuantos han florecido, cuántas palabras y cuántas voces han surgido; cuantas influencias se perciben en ellas. Entonaciones nativas dan al español un colorido como si fueran variaciones al canto. Una lengua en tantos matices de voces, se aprecia en las reuniones internacionales de literatos, en los cafés de grandes urbes, en las fronteras donde las migraciones conjugan sus acentos sin que deterioren ello el proceso de la comunicación.

    Allá por la década de los 70, por cuestiones de Servicio Social visité comunidades muy aisladas de mi país para cumplir en ellas una labor educativa, descubrí ahí, entre esos grupos humanos que solo utilizaban su lengua autóctona una especie de cápsula del tiempo o un museo de la lengua. Escuché, hablada, la lengua antigua que solo había leído en el Archivo General de la Nación. Los diálogos del Conde Lucanor, del Mio Cid y de los pasajes de El Quijote vivieron a mi encuentro. En esos sitios, en ese tiempo, antes de la proliferación de las repetidoras de las estaciones de radio y televisión, el lenguaje de la época colonial se había preservado, incluso llegué a escuchar palabras con ese matiz especial en la letra C de los hispanos. Así la aprendieron sus ancestros y así la conservaron, hasta esos tiempos, sus descendientes. Era, claro, un conocimiento limitado de la lengua, no tenían la capacidad de describirlo todo con el poco dominio que de ella tenían, debían auxiliarse de su lengua nativa y de señas para concretar conmigo los conceptos. Eso ha desaparecido con la cobertura posterior de las señales de radio, supongo que el viejo léxico quedó en desuso para dar paso al asimilado a través de los medios.




    México funcionó en un tiempo como una especie de nación refugio. Los perseguidos políticos encontraron en sus confines un espacio para reorganizar sus tareas y curar sus heridas. La Gran Ciudad permite deambular entre sus calles a todas las personas sin que estas sean acosadas o marginadas de la vida común y cotidiana. Equivocadamente podría afirmar que en México no hay manifestaciones de racismo alguno al ver a tantos judíos árabes, europeos, centro y sudamericanos haciendo su vida sin que algún nacional les reclame su estancia en el país. El racismo nuestro no es con el extranjero, es con nuestras etnias nativas, históricamente heredado e inducido. Alguno que otro transnochado habrá que de repente encuentre en esos factores motivo de discordancia con los mexicanos que el mundo nos dio como compatriotas.

    Luego del golpe de estado que derrocó a Salvador Allende nuestra capital se llenó de refugiados chilenos. Cafés y escuelas se poblaron de ese acento que parece comprimirse antes de tomar vuelo hacia los oídos, para llegar al alma. Parece que el chileno no es tan dado a migrar como los argentinos que los hemos tenido aquí desde siempre, y cuyo acento nos es tan cotidiano. El acento chileno apareció de pronto y nos sorprendió, lo acompañamos a los cines y a los cafés, esperábamos mucho de él en las canchas de futbol escolares por su identidad sudamericana, le vimos y descubrimos tan idéntico a nosotros mismos, en todo nos parecíamos menos en el acento de la lengua. Hubo en mi clase cuatro compañeros de esa nacionalidad a los que colmábamos de todo tipo de consideraciones, unas para crearles un ambiente hogareño y otros para restañar heridas, dolores humanos. Esa migración me marcó en mis épocas de estudiante pues conviví con su realidad unas veces como compañero de curso y otras como alumno de un brillante docente exiliado en mi casa. Les escuchábamos disertar y leer poesía, leer a Neruda, sobre todo, era una experiencia sin igual, Neruda en su propia voz hispánica, correctos hijos de la dicción y la escuela de Bello.


    Tengo una disposición personal de describir las cosas a mi manera, no espero ser certero ni correcto, lo descarto; de antemano comprendo que es solo una apreciación mía. Hay algo, un acento en el español al que describo o defino como el más romántico de todos, digamos, para que me acompañen en la aventura descriptiva, que el más teatral, poético u operístico de todos los acentos que he escuchado en esa lengua nuestra. Solo que hay un pequeño problema para decirlo así, tan desnudadamente, tan sin mesuras, pues se corre el riesgo de que lo escuche un "porteño" y la cosa se ponga insufrible de ahí en adelante.

    Uno escucha cómo la voz se alarga desde el registro musical del bajo con gran poder y va hacia el barítono. Imagina el hábito muscular de las cuerdas vocales al dar color a los sonidos de las palabras. La palabra actúa, se alarga cuando quiere como si transitara un calvario, lleva en el tono, acompañada del de suyo mensaje de lengua, ese matiz histriónico que le caracteriza y le es una forma de identidad. La técnica de los resonadores nasales que captan como antena las vibración del resonador emitente, funciona ahí. He ahí, en la palabra, develado el secreto del porqué un (a) cantante de ópera se deja oír hasta el fondo de la sala sin el auxilio de dispositivos electrónicos.

    Ciertamente es compleja la convivencia en los primeros contactos con el carácter y la forma de utilizar el lenguaje de nuestros amigos argentinos. Hay que aprender, y luego asimilar, la diferencia entre nuestra forma cargada de modestia y prudencia al afirmar las cosas y esa forma particular de ellos al afirmar, como si en vez de opinar se predicara una ley.

    Ellos nos dicen que tenemos miedo a decir lo que pensamos, nosotros les decimos que parecen la voz de Dios hasta cuando emiten una hipótesis. Bueno, ahí no hay solo voz de Dios, también hay "dedo de Dios"* (Maradona dixit)

    *Es broma, es parte de la necesidad de completar la idea del texto.

    Sinceramente pienso que deberíamos aprender un poco e imitar esa forma de afirmar, y desairar tanta modestia y mesura, al expresar nuestras ideas.
    No pocos conflictos en su entorno provoca la personalidad y el uso de la lengua de los ciudadanos argentinos. Quizá tenga mucho que ver su notable diferencia étnica, aunque al afirmar esto considero que los uruguayos están casi en el mismo caso y la actitud de ellos es muy diferente. Esto prevalece en tanto el emigrante se entera de los usos de esta zona y a veces se adapta; o hasta que el nativo comprende que así es como él se expresa, y al comprender el uso de la lengua y su actitud, le matiza y modera. En ese acento confluyen influencias migratorias que le hacen escucharse diferentes a las de los demás pueblos de la américa hispana, o que tienen todo el propósito de escucharse, sentirse diferente.

    Tras el encuentro aparece siempre el hombre y en él todo el equipaje de emociones que compone sus vida, tan similares y humanos como el nuestro. Pero su voz, su acento, en el teatro, en el cine, en la poesía, es de suyo una aventura musical casi operística, tanguera.

    En estos tiempos, nuestras calles, colonias, bares y cafés se están poblando de muchos jóvenes argentinos, parece ser esa la migración que destaca exponencialmente en nuestros ámbitos. A mayor contacto más comprensión -pienso-. Nuestras mutuos prejuicios y malinterpretaciones se irán diluyendo progresivamente.

    Ellos también estuvieron aquí tomando este suelo como refugio tras la última dictadura fascista que desapareció a tantos argentinos, solo que no percibimos tal flujo migratorio pues un gran número de ellos siempre han estado por aquí, así que tener de repente vecinos viejos y otros tantos nuevos no es extraño para nosotros.




    Si hay que escoger un acento poderoso en la lengua española, de todo el mundo hispano parlante no hay duda para mí: el acento colombiano.

    Cuando vi, doblada al español, la película El Rito, me desesperé ante la falta de poder de la voz (según yo) del sacerdote que celebraba el exorcismo.

    -¡Dios Mío! -decía-, qué falta de poder al conjurar al demonio, así no se irá jamás.

    Y es que estaba doblada (tomada de You Tube) con voces madrileñas creo yo. Y cuando decía ¡Te Exorciso! En vez de explotar, la palabra parece que la aspiraba hacia dentro, atendiendo a los hábitos del acento. Para esta película y para una mejor consecución de los propósitos conjurísticos nada mejor que un doblaje colombiano, pensé.

    Es cierto, en las tertulias de las ferias de libro, cuando toma la palabra un colombiano de inmediato se nota el poder de su pronunciación (exagerando la nota) . El encargado del sonido está muy atento y de inmediato baja el nivel de la amplificación del sonido para que el público no note la diferencia. Pocos son los modismos locales, el usar mucho el usted no lo veo yo como algo negativo, siempre he pensado que esa tendencia nuestra de marginar al usted para preferir al TU no implica beneficio mayor a la lengua, si de imitar al You sajón se trata. El Usted y el Vos (de eso -el vos- nos contará nuestra colega en breve).

    Quizá por ser tan similar al acento mexicano tengo esa percepción, aunque nuestro acento está influido por los acentos autóctonos, por eso dicen que hablamos "cantadido".
    Cantadito se hablaba el Nahuatl y este influía en los idiomas colaterales. En esta zona de América se podría decir que el español sustituyó a las lenguas autóctonas pero estás dejaron su huella en el acento. El hablar cantadito no es un uso generalizado en el hispano hablante mexicano, se han inducido falsas percepciones gracias primero al cine nacional y luego a la televisión, en ambos, el acento es uno más de los elementos histriónicos con que se dotaba a las películas antiguas; el otro, el de la televisión también es irreal, tanto que se percibe hasta por nosotros mismos.Sin embargo, algo tienen de ese componente, aunque en la misma ciudad de México de una zona a otra el acento cambia; prolifera, como lo habíamos referido al inicio del texto, el lenguaje hablado con sus atributos coloquiales campo minado para toda gramática que pretenda regular y corregir.

    Con añoranza, quizá, recuerdo las primeras palabras del idioma que más tarde supe se denominaba "de Cervantes,", del único Cervantes que era importante para mí era el nombre del cine, uno de los primeros de mi ciudad natal, que había abierto el esposo de una tía, grato recuerdo porque tenía la entrada libre todos los domingos. Volviendo a las primeras palabras escuchadas del idioma español en mi ciudad natal, fronteriza, estaban las marcados por una mezcla mexicana sureña y centro americana migrante. Si alguien me hubiera preguntado cuál era la forma más correcta de hablar ese idioma, sin dudar, yo hubiera dicho: el nuestro, el mío.

    Desde que ese idioma se dejó escuchar por primera vez en estas tierras han pasado siglos, tantas cosas se han dicho con él y otras más se han escrito. La España imperial se marchó un día de todas estas regiones hacia un misterioso hoyo negro que consumió todo ese poderío. La que se quedó con nosotros fue su lengua, esa especie de alma que habita el cuerpo de todo tipo de pensamiento, ella fue y vino con nosotros, abrió los labios de los recién nacidos en la redentora espera del relevo en el uso de las vocales, creció así y se hizo grande también en estos rumbos, a través de magistrales plumas y excepcionales gramáticos. Cervantes estuvo a punto de venir al nuevo mundo, quizá su quijote interno escuchó las grandezas del Potosí y su Sancho estuvo más que dispuesto a trocar una inestable ínsula por una mina así. Quizá el Quijote no hubiera nacido si su autor se embarca, o talvez hubiera recorrido las cordilleras andinas enseñando las artes de la escudería a un esforzado inca que aprendería de sus labios la lengua luego de tantas horas de perorata demencial.

    ¡Un Quijote! ¡Señor! ¡Qué bien sientan, y cuánto faltan los quijotescos pasos por estos como por otros tantos rumbos del mundo. De esa pasión ardiente por desfacer entuertos tras la armadura de la locura. O quizá un cronista de los hechos y cosas sucedidas por estas tierras.

    La España se marchó un día en estas tierras y entre las cosas que dejó, quizá por considerarlas sin valor alguno como riqueza material (metáfora romántica), quedó su lengua. Y en esta hacemos la tertulia de la vida cotidiana como si fuera de aquí, nuestra, nativa. Nuestro decir y nuestro pensar, nuestra forma preferida de palabra. De ahí la idea y la razón de que, quien lee y escucha lo nuestro, debe saber que así es la forma correcta de utilizar ese idioma por estos rumbos del mundo.

    Por el placer de hablar de mi lengua madre.
     
    #1
    Última modificación: 10 de Marzo de 2014
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Tengo que volver, sé, que es un gran trabajo aunque no haya podido terminarlo pero me lo apunto y vuelvo.

    Abrazos maestro,
     
    #2
  3. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Ya sabía yo que iba a encontrarme con una publicación maestra en toda regla, no sólo por su extensión, que se me ha bloqueado el ordenador tres veces..., también por su riqueza de contenido. Aprender es una de mis pasiones favoritas y en estos rincones me recreo a placer.
    Sobre los acentos, puedo decir que el mexicano siempre lo relaciono con Cantinflas, su filmografía era nuestra preferida en las sobremesas dominicales cuando éramos pequeños, y me encantaba ese "cantadito". Por cierto me ha hecho muchísima gracia lo de "El Rito"
    El acento argentino lo escucho mucho en los telediarios cuando entrevistan a entrenadores de balompié ( ya que tenemos la palabra podemos usarla no?), y el uruguayo lo he disfrutado muchísimo por unos amigos que tengo muy cercanos.

    He aprendido varios idiomas, porque sencillamente me encantan, aunque a veces me mezclo y tengo que hacer filigranas en el hablado principalmente pero, sin duda alguna, la riqueza de nuestra lengua madre no tiene parangón aunque bien es cierto, que buscar matices en cualquier lengua es una gozada. Como gozada es leerte y compartir.

    Te dejo un abrazo y muchas estrellas

    Palmira
     
    #3
    Última modificación: 19 de Marzo de 2014

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