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por un nuevo mundo

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Melquiades San Juan, 15 de Abril de 2014. Respuestas: 2 | Visitas: 664

  1. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    La conocí tocando el violín junto a la entrada de la Iglesia de El Justo Perdón. La gente pasaba sin escuchar, alguna moneda caía de vez en cuando en la funda del instrumento, abierto como boca de lagarto. Me acerqué y miré la punta de sus dedos pequeñitos recorrer hábilmente las cuerdas. Me coloqué a su lado para mirar la partitura. Ella tocó para mí, el resto de la mañana, lo mejor de su repertorio. Luego, nos fuimos a comer al café de enfrente. La miraba a los senos, quería adivinar los tamaños, calcularlos para el goce de mis dedos, de mi boca. Comimos y bebimos; luego, nos fuimos caminando por ahí, entre la mar de libros que se ponen sobre las banquetas todos los domingos. Ella escogió uno: -el de siempre - me dijo. No le entendí. Nos quedamos mirando las pastas, en ese juego de siempre, que consiste en reconocer los libros que ya hemos leído, los que hemos leído varias veces. Los que, si faltan en una librería, hacen sentir nuestro ánimo, como que estamos entre estantes incompletos, llenos de libros mediocres y sin sentido.

    En un taxi llegamos a su casa, entramos al jardín, que era enorme, y luego me llevó a conocer a su padre. Era un hombre que amaba a la naturaleza, que un día decidió ser un macetero. Lo vimos sentado en una piedra, al lado de una fuente, en su vientre tenía un nido de hormigas, entraban formadas a su barriga a través del ombligo. En los oídos vivía un enjambre, goteaba dulce miel por los hoyuelos de la nariz. Ella me dijo que pronto germinaría dentro de él una planta, había estado sentado mucho tiempo sobre un pequeño bulto de semillas diversas, que competían por germinar en la carne de un hombre.

    Después de ahí dormimos desnudos sobre su sofá, hicimos de todo menos copular, ella no quería tener sexo habitual, no deseaba ser madre de una humanidad doliente, torturada y asesina de las demás especies. Cuando me despedí tenía las manos llenas de tierra, una especie de hormigas carnívoras rondaba por mi vientre, las abejas zumbaban en torno a mis oídos buscando su panal. Pase al estanquillo y compre unos cigarrillos americanos, esos de mucho alquitrán y más perfumes, no hay mejor insecticida -me dije-. Una hamburguesa Big Mac para evitar los riesgos de colonización de vientre. Una "coca" desnuda, sudorosa y destapada, como mejor blanqueador.
    Ella me estaría imaginando ahora, invadido por sus sueños intensos de conformarme parte de algún nuevo mundo.
     
    #1
    Última modificación: 15 de Abril de 2014
  2. Lina Storni

    Lina Storni Mujer Poeta

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    Ha sido Señor una lectura exquisita. Me pongo de pie y le aplaudo señor!Mucha mucha madera,sensibilidad se necesita para trazar algo así, es que lo que puedo decirle es muy muy poco comparado con todo lo que sentí. NO SE como se puede pasar por alto un escrito como este.Es hermosamente bello y cargado, cargado de todo aquello que hace que algo escrito valga la pena ser leído. Me recordó a alguien.Un barazo...le debo repu.
     
    #2
  3. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Bueno, querida poeta, gracias por su lectura y sus amables comentarios sobre mi texto. Ayer estábamos en el Jardín de la casa, y en la ociosidad que surge del estar solo mirando y escuchando, a mi mujer se le ocurrió que era bueno echarle una manita a algunas cosas; luego de la faena, con las manos llenas de la madre tierra, se me ocurrieron tanta cosas, y de ahí el relato disparatado.

    Sobre el que un relato se pase por alto tengo una reflexión personal: muchos de nosotros escribimos para recibir algún estímulo, un halago por lo que se nos ocurre, hay quién sufre terriblemente cuando mira todos los tormentosos minutos, carga y recarga la página donde dejó un escrito para ver si cayó un comentario. Esas personas sufren, quizá, si al pasar los días nadie escribe nada. Talvez adquiera para la próxima el compromiso de hacer o pensar algo que gane simpatías de algún lector, o escribe quizá sobre aquéllo que de antemano sabe hay clientela: cosas religiosas, cosas de corte superacional, cosas melosas, eso místico que se ofrece en todos los vagones del metro, o luego de las comedias, etc. escribe y da vuelta al ciclo de la espera, quizá nota que algo ha "caído" en el tema, así ve un poco de éxito y norma lo que ha de escribir para lograr esa especie de gloria necesaria para nuestra hambrienta vanidad literaria.

    Hay muchos para los cuales, escribir, es una forma de esquizofrenia; cosa como el beber café por las mañanas: si no escribes cualquier cosa te tiembla la mano. Andas de mal humor todo el día, acosado y perseguido por los fantasmas internos que no cesan de hablar y de decir tantas cosas, las más de las veces, mentiras, inventos locos sobre situaciones que no tienen arraigo en eso que llamamos realidad. Surgen como erupciones por los poros de los cabellos esas ideas lo queman y se te caen, te quedas calvo, por causa de esa necesidad de decir algo cuerdo o absurdo. Te miras al espejo y ves cómo, bajo las cejas, se acumulan los seres que protestan contra la dictadura del silencio que le impide hablar, te lavas el rostro para mantenerlos a raya, y ellos se desquitan con ese pulso en los nervios que no para y no para, que si no es escuchado puede causar una terrible e irreversible parálisis facial. Si no desfogas esa aventura interna de tus otras personalidades surge el trastorno del hablar solo todo el tiempo. Dejas de caminar y te refugias en el fondo discreto de algún café mientras los personajes te destrozan toda imagen de cordura ante el mundo: hablas y hablas. Mientras que si escribes algo cada mañana la terapia funciona, dejas algo en el papel con la presunción de que alguien lo mirará en algún momento, qué importa si le gusta o no, eso no es parte de la terapia, como lo es dejar esas vidas frustradas o deseadas por ahí.

    Hay otros que simplemente tienen el vicio de escribir porque de la niñez les viene el hábito. Una madre apurada o distraída arrojó sin querer un lápiz a la cuna de su hijo y este, a falta de otros divertimentos empezó a rayar los barrotes de la prisión primera, luego siguieron los pisos y las paredes según los progresos de anda. Crecido y hombre no encontró un sustituto para sus adicciones que fueron primero como chuparse el dedo, y después, como un escape freudiano a su inexplicable sexualidad aún enmascarada en la minoría de edad. Escriben y escriben... qué importa qué escriban, o cómo lo escriban, o para qué o quién lo escriban, es un hábito automático y fuera de todo planteamiento intelectual.

    De ahí que surjan tantos teoremas sobre el término escritor. De entre tantos que escriben, la casta divina quiere hacer parangón que los separe del vulgo o del psiquiátrico, han llevado el término "escritor" a los campos del neoliberalismo: escritor es el que come de sus textos, es el que produce ganancias a la industria editorial, es el que se puede hacer mercancía consumible para los gustos y que se promueve vía las condecoraciones, unas otorgadas para prestigiar al premio mismo, y otros para promover a un autor que sirva para inducir a las masas en el pensar correcto. Pero ese que escribe como razón de vida, como obsesión neurológica, o aquél pequeñín que anda en pos de alimentar su cariñoso ego escribiendo cosas bonitillas, que le obsequien una palmadita o un pedazo del cielo o gloria por mínima que sea... ese, esos, no tienen derecho al epíteto sagrado.

    Corre la mañana, huele a café; la gata me mira y refrena sus instintos cazadores que despiertan los ruidos y las yemas de los dedos. Los fantasmas del alma le ceden el paso a las palabras inquietas que se ocupan en construir para ti una que iba a ser respuesta muletilla: Gracias, qué lindo. Besos. Que postergo hasta el fin de este texto: Gracias. Abrazos. Encantado de ver tu respuesta, perdón por el testamento. Feliz fin de Semana Santa.
     
    #3
    Última modificación: 17 de Abril de 2014

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