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Lo intelectual en la juventud

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por ReneAlcad, 30 de Julio de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 1006

  1. ReneAlcad

    ReneAlcad Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    8 de Enero de 2014
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    La necesidad de que lo intelectual sea una premisa existente en la juventud urge. La satanización del pensamiento reflexivo en favor de una espiral de hedonismo carente de una lógica aparente nos obliga, a todos y cada uno de los jóvenes que asumimos nuestro compromiso con el estado actual de las cosas y nuestra inevitable influencia sobre él, a buscar, de algún modo u otro, la implicación consciente de nuestros iguales en el devenir de la sociedad y del Mundo.


    No seré yo el que niegue la importancia del placer. Hemos asistido, a lo largo de la historia, a un ataque sin precedentes a esta maravillosa cualidad humana que llena de alegría a todos aquellos que deciden aventurarse por sus atractivos senderos. Considero que la defensa de la intelectualidad juvenil hacia esta causa ha de ser efectiva y necesaria, pues, como ya he señalado, el divino placer ha sido defenestrado y es nuestra tarea romper con esta maquiavélica atadura que se pasea por nuestras mentes en constante agonía. La historia nos regala la posibilidad de cambiar esta injusticia y de
    regalarle al placer el reconocimiento que siempre mereció.


    Sin embargo, este humilde deseo está siendo tergiversado por el sector juvenil que, aparentemente, defiende a ultranza el disfrute de la vida a través de los cantos de Dioniso como una condición indispensable para que la existencia merezca ser vivida. La exaltación del yo, la defensa de la autonomía dentro de la propia dependencia familiar materializada a través de conductas y acciones vestidas de libertad, el sufrimiento, la apatía y el rechazo que la sociedad genera en los jóvenes, la invención de que los sensuales licores, los bellos humos y demás indescriptibles instantes pueden solucionar los agotadores problemas individuales, etcétera, han colaborado para que esta parte de la juventud que propugna el uso de la libertad en contraposición a lo antiguamente aceptado como lógico, caiga en
    una irracional espiral de hedonismo sin fin que en ningún puerto parece desembocar y que logra esconder los ánimos por el pensamiento sobre lo existente más allá de lo que se nos imparte desde el instituto, la televisión, los periódicos, nuestros allegados, etcétera, siendo una obligación nuestra combatir esta nefasta lógica que tanto daño puede hacer a los que la sufren, a los intereses de la reflexión que nosotros defendemos y, claramente, a la sociedad en su conjunto.


    He podido apreciar en mis insignificantes pero únicas experiencias que, en lo que se refiere a la propuesta de defensa de lo intelectual ante lo placentero desde la juventud, hay una parte que, debido a sus convicciones ideológicas, se enfrasca en enfrentar a ambas características humanas divinizando la razón en detrimento de "su contrario". En ocasiones, incluso, ridiculizando a los que deciden vivir en compañía del "fruto del pecado", consiguiendo así alimentar las posturas juveniles reacias al ejercicio del pensamiento crítico que defendemos (y que son, en realidad, mayoritarias).
    Pequeños eruditos, permítanme decirles que así no hacen más que complicar la necesaria participación de la juventud en la actividad del pensamiento. Sin entrar en mis evidentes consideraciones sobre su planteamiento, les pido que bajen de su atril para acercarse a la mayoría juvenil defensora (en sus diferentes grados) del placer como indispensable característica de la vida aceptando su forma de existir sobre la Tierra si quieren aportar su granito de arena para instalar en esa mayoría silenciosa el gusto por lo intelectual. Sé que para jóvenes como yo, la conciliación de estas dos peculiaridades de la condición humana es una tarea sencilla, pero tienen que hacer un esfuerzo por, al menos, aparentar un postulado similar al nuestro. Los tiempos que corren les obligan a ello. Solo así, desde la consideración
    de esa amplia capa juvenil de que ambos son perfectamente compatibles y dignos de ser ejercidos, es posible invertir esta inaceptable situación.


    En la juventud, como en la política, se pueden apreciar diversas tendencias con respecto a la forma de actuar sobre la realidad inmediata. Pasada la adolescencia propiamente dicha, podemos observar que lo reflexivo gana ciertos adeptos y que es "respetado" y considerado como una particularidad más del día a día. Sin embargo, en un importante número de estos "nuevos adultos", el tomar partido por un espíritu de reflexión sobre uno mismo y lo que a uno rodea no pasa de cuatro pensamientos (normalmente de índole romántica) que se alojan en sus respectivas cuentas de Twitter, Facebook
    o Tuenti. Esta pequeña aparición del pensamiento en la juventud es absolutamente insuficiente para la causa que defendemos y no podemos permanecer en estado de observación. No se trata de imponer la necesidad del raciocinio individual sobre nuestros iguales, sino de hacerles entender que su existencia influye, lo deseen o no, en el transcurso de los acontecimientos que en la sociedad se dan y que han de mantener una postura al respecto.


    A la pregunta de por qué la razón crítica no es santo de devoción de la mayoría juvenil, podríamos advertir que su puesta en acción es radicalmente más compleja que responder a la seductora llamada del "Edén prohibido" y que, al estar más extendida esta última entre la mayoría (inclusive, de esa parte que influye en mayor medida en el particular mundo de cada barrio) necesita de justificación y defensa, la cual es lograda por la fuerza que significa la mayoría. Si esa mayoría no hace un ejercicio de reflexión sobre este asunto (animados por la intelectualidad juvenil que representamos) estaremos siendo cómplices indeseados del "miedo y/o rechazo a pensar" que está siendo instalado en un importante número de mentes sufridoras de la injusticia que representa la sociedad actual.


    El mundo es así porque así lo hacemos con lo que hicieron de él. La interiorización de esta premisa ha de concienciarnos de que el compromiso individual es esencial para el compromiso colectivo y, por ende, para la consecución de cambios que se presentan imprescindibles para preservar la dignidad humana en este extraño pedazo de tierra que ninguno hemos tenido el privilegio de escoger. La intelectualidad juvenil es necesaria para lograr tal objetivo y esta ha de lograr aumentar sus adeptos. No olvidemos que nosotros (y ya sin distinción alguna entre la juventud) seremos el mundo de mañana.
     
    #1

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