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23 Días para morir (Parte 1)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Dario Caccha Grimaldo, 28 de Mayo de 2012. Respuestas: 1 | Visitas: 764

  1. Dario Caccha Grimaldo

    Dario Caccha Grimaldo Poeta fiel al portal

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    Andrés era un joven de 17 años, de padres millonarios, desde niño siempre tuvo los mejores juguetes, la mejor ropa, las mejores escuelas, en general, siempre tuvo las mejores cosas.
    Pero había algo que le faltaba, algo que lo ahogaba día y noche, algo que Anhelaba con todas las fuerzas, era AMOR, en especial, el amor paternal.

    Su madre lo quería mucho, aunque a veces no supiera como demostrar ese amor hacia su hijo, pero siempre estaba para apoyarlo en lo que necesite. Por otro lado, su padre era un poco frio, de echo, ya había pasado mucho tiempo desde la ultima ves que su padre lo abrazo, o le dijo un ¡¡te quiero¡¡, siempre era muy distante , además ellos dos no tenían una buena relación, Las discusiones entre padre e hijo eran muy usuales.

    Fue cuando tenia 14 años que Andrés sintió que el mundo se le venia a sus pies, era una etapa donde no se sentía bien con su apariencia, y entro en depresión, necesitaba tanto oir a su padre, escuchar algún consejo que lo animara, talves un abrazo…. Sin embargo, su padre nunca le prestaba atención, nunca supo por lo que pasaba, y en lugar de darle una palabra de aliento, siempre discutía con el…. Eres un mediocre, un inútil bueno para nada…. Eran algunas de las palabras que su padre tenia para con el.

    Ese miedo, dolor y tristeza que a tan temprana edad había conocido, aun la llevaba consigo, era como un cuchillo clavado en el corazón que no le dejaba vivir, ya no reía como lo hacia de niño, ya no veía la vida como una oportunidad que había que aprovecharla, para el ya nada tenia sentido.

    En una tarde de cielo nublado, Andrés en su habitación amplia y lujosa, recostado sobre la cama, se puso a recordar momentos de su niñez, aquellos días donde solía estar tan despreocupado de la vida, recordaba que en una ocasión su padre lo había llevado a un campo a jugar, recordaba como ese día su padre le enseñaba a patear la pelota y le decía: hijo tu eres mi ¡¡campeón¡¡, y los dos reían, y se recostaban sobre el pasto, y su padre lo abrazaba y le contaba chistes, Andrés se sentía el niño mas feliz del mundo… Quien se iba imaginar que todo ello algún día se iba a acabar par convertirse en una cruda realidad, cruel y dolorosa.





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    Esos recuerdos se esfumaron al derramar de una lágrima, Andrés abrió los ojos y miro fijamente atraves de su ventana como el sol se ocultaba. La melancolía que ya desde hace un buen rato lo acompañaba, lo hacia afligirse, Andrés trataba de encontrar una explicación, pero no la hallaba.

    Ya habia llorado demasiado a solas en los últimos días, ya había tenido que aguantar tanta tristeza durante varios años, y sentía que sus fuerzas estaban a punto de abandonarlo, entonces fue cuando se dijo: Ya no hay mas porque seguir, es mejor desaparecer y calmar esta angustia.
    Saco de el cajón de su mesa un cuchillo, lo puso sobre la cama, y empezó a mirarlo, mil pensamientos venían a su cabeza, y las lagrimas una a una brotaban de sus ojos.

    Andres se levanto de la cama y miro el crucifijo que estaba colgado en la pared, y dijo: si la muerte me va a llegar, no pienso irme de esta vida sin antes haber disfrutado y probado todos los placeres que haya… Mañana va a ser mi ultimo dia y lo voy a aprovechar al máximo.
    Había planeado entrar al despacho de su padre por la madrugada y robarle todo el dinero posible, iba a gastar cada centavo en probar los placeres mas bajos que podía, ese día seria el gran día para el, antes de cortar su vida, iba a sentir lo que es vivir descontroladamente, esa noche hizo un horario para cada cosa que iba a hacer: comer, beber, bailar, ir a fiestas, todo lo que estaba a su alcance, y olvidarse solo por 23 horas ese inmenso dolor que llevaba en el pecho.
    La última hora la había reservado para su gran final, para de una ves dar termino a su desdichada vida, había planeado el lugar perfecto para tal ocasión.

    La mañana ya estaba llegando, se acercaba la hora, era tiempo de dar comienzo al gran día.
     
    #1
    Última modificación: 29 de Mayo de 2012
  2. Jano Bifronte

    Jano Bifronte Invitado

    ¡Buena prosa, amigo! Me parece que el texto señala la padeciente, padeciente y vertiginosa soledad de Andres, su incomunicacion en torno a la vida que le toca vivir (sobre todo el padre), su aislamiento y enajenacion en si mismo, su desenlace en lagrimas nitidas de dolor y tristeza, de iracible desesperacion solitaria.
    ¡Que terrible es la soledad, no te parece, la insastifaccion del amor...!


    Saludos...
     
    #2

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