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246 noches

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por matisoto21, 17 de Marzo de 2016. Respuestas: 1 | Visitas: 1299

  1. matisoto21

    matisoto21 Poeta recién llegado

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    En el alma no le entraba ni una pena mas. Sinsabores que le dio la vida lo dejaron seco de sentimientos. No sentía. Su voz era afónica de tanto haber gritado en vano. Su rostro no se sorprendía de ninguna noticia. Era un jóven que vivía por el simple hecho de respirar.

    Todas las mañanas revisaba su billetera, como pirata buscando el oro habiendo perdido el mapa, sabiendo que esta se encontraba vacía. Miraba el amanecer, y no de madrugar, si no de haber trasnochado acuesta de sus pesadillas que soñaba despierto y que apuñalaban cada centímetro de su pecho, hiriéndolo como si le clavaran un frío puñal cada vez que pensaba en levantarse a luchar por algo más. Se creía indigno del mundo, desde poder ver cada pequeña estrella en la noche como de caminar a la par de otro ser viviente. Se creía en peor desgracia que un perro callejero. No catalogaba de vida lo que el llevaba consigo.

    246 noches agónicas marcaron su descenso constante hacia el abismo de creerse casi muerto. Prácticamente un "ente". La noche 247 lo sorprendería de tal forma que su "vida" nunca volvería a ser igual. Dormitando con los ojos idos, su mirada hacia la luna en esa noche primaveral se encontraba. Daba igual que día era. Daba igual invierno que primavera, el sufría y hasta perdía la noción de por qué lo hacía. Sin embargo despertó de repente al escuchar un sonido proveniente de la habitación contigua: la de sus padres. Padres, oh gente mas bondadosa! Habían intentado las mil y unas para sacarlo de su ensimismamiento sin poder siquiera llamar su atención. El no recordaba demasiado, parecía que su memoria era a corto plazo durante esas 246 miseras noches, por lo que nunca agradeció todo lo que le brindaban y apesadumbrado hacía desdichados comentarios sobre que él se encontraba solo y "a la buena de Dios" en este mundo, aunque no creyera en tal, por lo que ni siquiera la religión, vaya invento del hombre mas acercado a la fe y con enorme poder de autoconvencimiento de que uno puede que exista, lo podía ayudar. Esos gritos de dolor habían destildado su mente. Levanto su cuerpo con rabia, no le gustaban altercados en su hogar; siendo un adolescente perdido en la nostalgia, las peleas de sus padres por como el debiera afrontar sus problemas generaban asiduamente gritos y chillidos de parte de uno y otro. Casi con rabia, como si lo despertasen de un sueño de descanso por haber trabajado arduamente, levanto su ser y se dirigió hacia donde provino el molesto sonido que lo intranquilizó. Con una mano agarrándose fuertemente el pecho como si su corazón quisiera salir aterrado y la otra en su boca para evitar gritar vio claramente que en la habitación de sus padres estaban estos cada uno con una daga clavada en su pecho. Esa noche, la 247 el chico que había decidido no vivir ni sentir, experimento algo tremendo: sus padres habían muerto. No sabía como ni por qué, pero en ese momento supo que el dolor que sintió durante 246 noches no se acercaba en nada a lo que experimentó la noche 247. Sus padres se habían evaporado de la faz de la tierra y nunca jamás volvería a verlos en vida. Ellos habían decidido quitarse la vida el uno al otro al mismo tiempo.

    ¿Sospechas de por qué esto sucedió? Ninguna. ¿Qué sucedió luego? El joven no sentó cabeza. Lucho cada segundo de sus siguientes 246 noches y así sucesivamente, pensando en que sus padres le habían regalado una nueva vida sacrificando las suyas. Lo más trágico tuvo que ocurrir para que el viera al mundo con otros ojos. Con ojos, aunque llenos de dolor también llenos de esperanza y, aunque no podría nunca enorgullecerse de nada de lo que había pasado en esas 246 noches, desistió de la soledad, de la tristeza, de la angustia; lucho no solo en las noches sino también en los días, dedicándose a que ningún otro joven pase lo que el. Asi no solo sus padres salvaron su vida, salvaron un estilo de vida incongruente, injustificado y cruel. Salvaron a muchos que, con la gracia y la sabiduría de su hijo salieron del pozo y se convirtieron nuevamente en príncipes.
     
    #1
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  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Un final trágico pero esperanzador podría decirse. Interesante desenlace de la obra. Felicidades

    Saludos,

    Palmira
     
    #2

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