7.

Exigiría que todo fuera mío. Tus manos, tú boca-y esa loca sensación que causas en la mía-, los momentos felices, los amaneceres contigo, los recuerdos vacíos, los instantes en los que desprendes mis vestiduras y me dejas sobre tú tumba, los irreconocibles anhelos de tus pasiones. Todo. Que la imaginación se vuele con los cinco o seis sentidos que tengo y que los amigos se hagan como espuma de mar.
Amaría todo lo que rime con tú nombre: las estaciones, los días de la semana, los atardeceres y las noches de estrellas. No me importaría si la máquina de mis sueños se estrellará contra el pesado muro de tú conciencia. (Tengo miedo) Las miradas corrompen mi sistema y la imagen de mi interior es tan sombría.
No quiero conocer al mundo, me atemoriza la idea de verme desolada en un planeta que no es el mío. Los desiertos son tan largos y no me interesa la ilusión óptica de tú silencio. No te creo. No me creo. A veces hago cosas que nunca volverán a ser en el recoveco de mi inconsciente. Nunca ha tratado nadie de caminar en mis zapatos cómo para intuir que no tengo razón en la forma de pensar, de ver la vida y de imaginar el porvenir.
Vivo con las quimeras de una historia que nunca leí. La incansable sensación de tú cuerpo confunde mi mente y veo como corro detrás de las cortinas de humo que la gente le dibuja a mis ojos. No puedo perder.
Veo al cielo y sé que éste me responderá. Las falacias de mis vestidos son quitadas con manchas de dolor y de integridad que le robaré a tu alma. No tuerzas mis fuerzas, no le metas las manos a mis suspiros que sólo encontraras un reflejo mal hecho de mi humanidad.
Mi canción comienza con mi nombre y termina con las letras de tú universo. Quisiera que le rogarás a mi existencia para que el mal no haga veta en el lugar de mi corazón y que tú no me vayas a lastimar muy profundamente.
No me gusta el exceso de atención. Me gustaría que te metieras por mis poros y fueras droga a mi sistema y le faltarás a mi poesía. Pero talvez es por eso que no te quiero cerca, porque no me quiero enamorar, porque no quiero llorar, porque no quiero asustarme, porque no quiero parecerme a ti...
Discúlpame si te ofendí, si te hice ver tan pequeño e inocente que me dieron ganas de tomarte y meterte en mis bolsillos para hacerte sólo mío.
Quisiera entender qué corre por mi cabeza y me desborda de ansiedad y de dolor. Me gustaría que todo fuera otra vez claro y que las cortinas dejarán que la luz del sol quemará mi piel. Estoy muy asustada, nunca había dicho o hecho nada que se pareciera a nadie más que a mi misma. Te tengo pánico, te metes en mis venas y le causas trastornos a mi sicología. Interceptas mis despertares y me haces desearte. La fiesta apenas empieza y ya la borrachera se me subió a la cabeza.
Las puertas se cierran y quiero despertar a tú lado, con el cuerpo medio desnudo y los ángeles medio cohibidos. Hay infecciones en mí que se parecen a ti. Estaba sedienta y se me ocurrió besar tú boca.
Se me mueve la vida y los huesos laten por sí solos. Tengo ganas de huir contigo, sumergirme en un mar de celestes amaneceres y recorrer desnuda la existencia de los dioses.
¿Te haré llorar o me harás despedazar mis razones para encontrar una manera de que me quieras? No tengo ganas de responder, pero necesito toda tú atención para cazar los buenos recuerdos de mi aguacero.
Quisiera que vengarás los malos espíritus y me devolvieras la energía que le robaron a mi calidad de humana. Ahora soy lo que soy y las máscaras se me caen. No quiero ser malvada, pero la lluvia está lavando todas mis lágrimas, y eso sólo es lluvia...