A cuando la vida se ausente

Llanto por la crueldad!!, valor de la existencia!!, te ojeo con seca angustia, y si tengo suficiente valor, me maravillo, es el amor a la vida en esta tierra, ¡como la añoraré cuando se valla y me haga dar un melancólico repaso al atestiguar los momentos más comunes en que el alma se halla como la marea que danza a la luna, el hogar, los cerros y la instintiva embriaguez del que está vivo, extrañaremos y sufriremos por nosotros y nuestra ausencia en la tierra como el que llora la muerte de quien ama. Este fantasma triste nos observa desde su estancia invisible en nuestra esponjosa rutina con la desesperación de haber tenido una vida al alcance de nuestros dedos y el tacto como la miel que la acariciaba en mutuo cariño y confianza, ahora la añora con el dolor de la existencia. Estaremos abandonados y tristes extrañándonos y conmoviéndonos por el antiguo sol de verano que nos mimaba y nos rociaba el pelo de su amarillo caliente en aquella solemne visión de la vida.
¡Qué será de nosotros, gran sabiduría del sueño!, ¡ qué puedo hacer para consolar dulcemente a mi triste fantasma que me ruega disfrutar cada segundo la gloria de estar vivo acá, siempre en este mundo extraño!. Acaso será que me estoy adelantando demasiado, o será que experimento anticipadamente ¡en vida!, este fantasma que vi en el ensueño?..
OH atardecer!!, otra vez me angustia esta hora en que te llevas los últimos rayos de sol que entrecruzan estos frondosos árboles lugareños, en fin, siempre consuela la entrada de la noche.
Es en el sueño cuando es más sencillo sentir la sabiduría en las venas para concluir con una decepción y una luz de conciencia por la inocencia y torpeza sádica del hombre en su existir. Ésta marea ingenua y tranquila de sus almas tal vez estallarían en caos, un caos medicinal, si tuviesen la sutileza de escuchar su fantasma.
¡Apiádate infinito! ¡Escucha mi grito y supera el caos! Basta del círculo vicioso y del eterno remolino del río, queremos lo divino porque somos tu mismo, queremos llegar al mar, el solemne mar del alma.