A la Hora Señalada

En el interior de una iglesia vetusta,los cirios pálidos consagrados al Señor arden con mansa llama que hiende apenas en la espesa tiniebla que lo gobierna todo.A las afueras canta la luna llena por la procesión sepulcral de una bella doncella de la que las viejas del lugar murmuran que se dedicaba a las viejas artes de la brujería.Salmodian versos de purificación espiritual por la esencia impura de la que ellas creen que guarda el cuerpo difunto,mientras caminan al son acompasado de los tambores cuyo golpear se antoja supersticioso el revivir del corazón de la muerta.Entonces,los aldeanos se santiguan antes de entrar por la arcada que da al templo de Dios.Una vez allí,dentro,robustos hombres de semblante serio alzan el féretro maldito para colocarlo ante el altar de las gloriosas lamentaciones.Las vidrieras dejan filtrar una luz amarillenta que hace aún más siniestro el lugar.Repica el reloj de ébano las doce de la medianoche y la caja de la muerta estalla en mil pedazos,haciéndose fehaciente la teofanía de una vieja desdentada que ríe locamente ,mientras la cuadrilla de los mortales,horrorizados,huyen en desbandada del ya sacrílego lugar.Una ráfaga de aire frío penetra en el interior y apaga las siniestras velas de la consagrada noche,dejando en la más perpleja obscuridad el ya aberrante y maldito lugar.