A sus pies.

Y es que, como me gusta crear para creer cosas que no son, que inevitablemente toman un curso tan ficticio que al final ya no significan nada, como me encanta dormirme entre pensares de lo que será y llegar al día en que todo parece tan real como cuando llegaste; imaginar escenas donde el programa difiere de mis reglas a las tuyas, eso creo.
Como me encanta creer lo que dicen los demás, entender demasiado bien y ser tan crédula a las voces insignificantes con razones ni siquiera posibles, mucho menos creíbles.
Y es que me gusta pasar por fuerte, en especial cuando me quemo por dentro; soportar momentos o peor aun dejarlos ir, y es que soy tan débil que hoy no encuentro la forma de no pensar en ello, pues será que me gusta tanto divagar en mi memoria, exprimiendo cada minuto en que exististe; llegar a mi habitación, tenderme sobre el linóleo y ver papeles viejos, arrugados y tontos mensajes que mantienen viva la esperanza, o al menos así lo creía antes, donde el ahora parecía tan horrible; horrible, pero que palabra tan fuerte, no podría imaginar una situación de mi vida donde fuese aplicable esa palabra, nada ha sido lo que esperaba y todo me ha hecho feliz, me río de lo que solía ser, siempre tan predecible, siempre tan ignorante, siempre tan apenada, incluso al grado de silencio, siempre tan cerrada y empedernida a conservarte sobre un pedestal, pues que es un pedestal entonces, dicho honor tan grande y merecido, hoy me río a la claridad de las cosas, hoy me río de ti. Me río de lo momentos desperdiciados, de las risas apagadas, de las penas constantes, de las palabras sin sentido, de las sonrisas estúpidas, las miradas desviadas, el tiempo fingido, la emoción desbordante, la depresión innecesaria, los dolores de estomago, el palpiteo desenfrenado, las manos sudorosas, la felicidad instantánea, en fin, todas y cada una de las cosas que llegaste a producir en mi, a todas y cada una de ellas las amé como a todas y cada una de ellas olvidé.
Y es que no se nada, pero si lo suficiente para entender que tu tampoco, pues seré tan insignificante o mi vida tan lenta que hasta ahora aprendo y hoy aprendo a decir que no.
No me canso de burlarme de lo que fui, de lo que soy, como dije, aprendo, y aprendo a reírme de mi misma con seguridad y sin vergüenza, con la certeza de que mañana todo olvidado estará, porque la gente comprende y nada es para siempre, será lo predecible que son todos o la práctica que se adquiere, pero ahora, en este día nada me sorprende, pues no eres más dicha ilusión ocasionada al corazón, no eres más. Aquella canción terminó, aquella pasión se extinguió, hoy solo existencia volátil, mañana, el mañana ya es hoy.
Termino mi carta con honores.