Abriendo el fuego

El periodo de tiempo con el que se atraviesa la ventana, es mayor a dos semanas, el que escucha que habitamos entre especies fidedignas de la última naturaleza es hallado en un juicio que promete subir de especie por especie ayudando a la devolución fructífera de discreciones. Discreciones que son escasas, como la evolución, que muestra que el teatro es una mandíbula, en lugar de un animal terrestre; la única evolución que mantiene el campo de vista de cien o mas señales de la naturaleza, puede coincidir en amenaza fuera de un ser poblado. La biblia habrá fracasado si se cree que el mundo da vueltas alrededor del sol constantemente, con una velocidad insume y con una fuerza que permanentemente promete otro artificio de la seguridad.

La entrevista acaba por ser modelo de observaciones platónicas y no estructura que mantiene el grado de equivocación nulo para el que almacena sueños dentro de la respiración contaminante del suero. La verdad, que encapsula la física, es método de riquezas que jamás son vistas; la ventana sale del cuarto, se aproxima hacia la llanura, completa su elipse saliendo del sol hasta que toca tu cuerpo. El que nota que la mayoría de las especies son intimas como la belleza, accidentalmente come más rápido que la otra, quitando de la cara un fruto más perdido del que se asemeja a la noche.

-¿Quién asemeja tal circunstancia?

-La productividad aconseja que se sirva de todo la naturaleza para ser más exacto y la matemática inhibe al cuerpo extraño hasta que deja de aparecer dentro de los parpados, como una sonrisa, que late potente dentro de la selva, hasta que acaba en un rió antes de la única hora y prometiendo regresar discutible. Protesta que come como los labios, avanzando de lugar, como lo marca el día de día y la noche de la luz.