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¿acaso soy un producto de mi mente?

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por epimeteo, 10 de Mayo de 2013. Respuestas: 3 | Visitas: 1022

  1. epimeteo

    epimeteo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    “ Ya no sé, si soy una mariposa libre que tiene pesadillas con ser un hombre encarcelado, o un hombre sin libertades que sueña ser mariposa libre”.(Proverbio chino)




    He perdido esa facultad que tenía para despertarme cuando mi tranquilo sueño se transformaba en insoportable pesadilla. El empecinado macarra, después de hartarse a pinchazos en mi atrapado cuerpo virtual, se ha apoderado de mi cartera y me ha sido imposible traérmela a este otro lado, el de mis ensoñaciones. Empapado en sudor y con la incertidumbre de si estaba despierto o continuaba en el laberíntico mundo de Morfeo, enciendo maquinalmente la luz de la lámpara de mi mesilla de noche y tropezando con muebles y puertas, mal enhebradas por mi dolorida figura, consigo llegar al cuarto de baño; doy la luz, abro el grifo, dejo correr un rato el agua y, levantando la cabeza, fijo, mis adormilados ojos a media asta, en el espejo. Sorprendido primero y aterrorizado después observo que este no refleja mi esperpéntica y desvencijada figura.

    Un escalofrío recorre mi cuerpo. ¿Cómo es posible que mi imagen no la recoja el ovalado espejo de caracolas?. A pesar de mi falta de coordinación de ideas por el despertar tan brusco, no dejo de recordar las películas de Drácula que en la pubertad me fascinaban, aunque después en mis horas más íntimas me ciscaba por la pata abajo.

    Me vestí como pude, debido a los nervios. Baje a la calle precipitadamente con el objeto de demostrar, con otros espejos, que el de mi casa sufría un grave error. A veces es mejor no comprobar nada y dejar las cosas como son o como están. Pues en efecto todos los escaparates o espejos en donde ansiosamente intentaba verme reflejado no debían soportar mi quebrada figura. Indescriptible el desasosiego que me entró. No se como no me había dado cuenta antes, tal vez obsesionado por el deseo de ver mi imagen vertical, había olvidado ver mi otra imagen, la horizontal que, un espléndido sol como el existente, tenía que reflejar nítidamente en el suelo. No podía ser de otra manera. Así que con mucho recelo y tímidamente bajé la vista y no digo ¡Oh sorpresa! porque ya me lo estaba esperando. Efectivamente allí no existía el reflejo de ninguna imagen. ¡No hacía sombra!.

    Desesperado me toco mi desequilibrado rostro. Mi ojo izquierdo estaba en su sitio, en el que la naturaleza le había colocado, el ojo derecho en su asimetría correspondiente, la enorme nariz “fernandeña”, dispuesta a expeler el verdoso caudal liquido y la boca con sus bien contadas siete piezas. ¿Qué me quedaba entonces por hacer para certificar mi propia existencia?.

    No sé cuanto tiempo deambulé hasta llegar a una calle muy angosta en donde el sol apenas penetraba. Diriase que allí se reflejaba solo la noche de lo oscura que estaba. Entonces fue cuando me fijé en una persona que estaba enfrente a un gran y siniestro escaparate, repleto de libros. Su rostro me era muy familiar, tal vez incómodamente familiar. En dos zancadas de mis estevadas piernas me puse a su lado y aquí si hubo sorpresa ¡mi deformado cuerpo si se reflejaba junto al de mi eventual acompañante!. En ese momento y a través del cristal nos miramos el uno fijamente al otro, con recelo primero y después, por mi parte, y desconociendo las causas con un gran odio hacia esa persona. ¿por demasiado apuesta y elegante? A vosotros, ¿no os ha pasado alguna vez que al ver el rostro de una persona, por el simple hecho de resultaros desagradable y si encima os ha perjudicado de alguna manera. no habéis deseado su desaparición? Afirmo que si. Pues eso me pasó a mí, que su rostro me era familiarmente muy desagradable y elevando el odio a la máxima potencia no pude contenerme y me lance a su cuello apretándole con rabia. Pero ocurrió una cosa llamémosle curiosa, cuanto más apretaba yo me iba diluyendo mas aprisa. Apenas le quedaba oxigeno en sus pulmones y mi figura iba desapareciendo poco a poco. Cuando dejó de respirar mis manos que era lo único que me quedaba desaparecieron.

    Un pequeño grupo de personas se acercó a auxiliar al “desconocido” y entre ellos un doctor en medicina que certificó oficiosamente la posibilidad de un infarto. ¿cerebral? Me di en ese momento perfecta cuenta de quien era yo, y el porque de mi desaparición. Al que había asesinado era mi creador, el inventor de un engendro que no muy a gusto con su figura, odiaba a su creador y lo eliminó aunque eso supusiera mi desaparición de la escena. Desde ese momento me encuentro en el limbo, que es desde donde os escribo
     
    #1
  2. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    No es parecido al tuyo pero me ha sucedido lo mismo algunos días. Tengo cuidado pues el tiempo que nos tocó vivir es uno que amanece a cada día con notables sorpresas, cosas nuevas, dispositivos impensables. Cuando me pregunto si soy producto de mi mente, las más veces con la intención de saborear las dichas que obsequia la mente en la ruta de la disertación, vuelvo de sus caminos con múltiples respuestas que me levitan, asombran e iluminan, pero hay una respuesta contundente a todas ellas, una que no deja lugar a duda. El pago de las tarjetas de crédito a la Banca.

    ¡Ay, sí! Cosa más puerca para desencantar las luces filosóficas o místicas, esas que son galardones al nuestro derrotero en la autopista de lo evolutivo (me refiero al de Darwin, no al de Blavastky ) que nos ha dado todos esos "neuronitos"* entrelazados, donde habitan esos espacios que permiten todas las posibilidades de elucubración que luego nos emocionan por su ilimitado poder creativo y que son quizá el único y verdadero misterio a desentrañar para explicarse los más allá y los más acá que constituyen todas nuestras cosmogonías, apoteosis divinizadas y avernos. La Banca y el consumo pragmático de los papelitos que a inspirados y realistas ancla en el mismo puerto y pone sobre la misma autopista, nos rompe el plato que contiene el manjar de los suspiros y deja sin dudo que siendo o no un producto de nuestra mente, nuestro verdadero ser no es otro que aquel que se materializa ante los ojos del mundo moderno vía su pasaporte de identidad preeminenciado por el valor del número que lo distingue.

    ¡Oh Dioses del Olimpo! ¡Ometecuhltli! (al primero lo cito haciendo alarde de haber cursado alguna vez las aulas de la educación pública, gratuita y revolucionaria de mi país; el otro, por los resabios de las raíces de mi sometida cultura: dios creador de cielos tierra y todo cuanto existe. Muerto por la espada y por el genocidio cultural que resulta de todas las conquistas) Entonces invoco y digo, danzo y diserto, me encierro en mi paraíso místico preferido y me recreo. ¡Oh eternidad! Es tu néctar un lúcido instante que se consume más pronto que el destello de la pavesa que irrumpe de entre la oscuridad o la nada, al roce o beso del metal del machete con la piedra del esmeril, más, único el despertar a la realidad. Existo, dice el filósofo de San Juan de los Magueyes, mientras el municipio me envíe los requerimientos prediales y la federación el monto del ISR, y si me doy a la vagancia mi existencia tiene otras formas de responderse a la misma pregunta, mediante el auxilio de algo que siempre debe acompañarla por todos los caminos. No, no es el alma, que también debe venir con la vagancia, pero que ella no se ocupa en cosas tan mundanas; el otro yo es el que agobia a la vagancia. La poderosa fuerza de la carnalidad constituida en cuerpo, la que hace latir y fluir, la que actúa por instinto, instinto poderoso que nos vuelve a la realidad y dice: eres real, tan real que comes. Y loco o no, (yo prefiero los estados de locura en mis fugas temporales, locura inducida, de sillón, que es la más pasiva de las locuras, no la locura sensual, ni la que viene por atrofia) despierto y me descubro que la realidad me espera. Y que para la realidad construida por los ecos colectivos, ecos sonoros o lumínicos, ecos de mi propia estructura diseñada para la sobrevivencia tal como yo, eco el hombre, eco la humanidad, el colectivo de los ecos ha construido entre lenguaje y otras cuestiones colectivas una burda y perversa: la moneda, papel o metal. Ay maldita respuesta, infernal. Si un demonio verdadero hemos creado a la par de nuestro diseño de dioses y magias, esta es la verdadera tentación el peor de nuestros demonios porque es real: el dinero, en su nombre se prostituyen los seres humanos, cuántos crímenes se comenten en su nombre, cuántas inocencias se corrompen, cuántos disfraces de prohombre se pueden comprar como mascarada con este demonio. Guerras, grandes empresas religiosas, la organización total del mundo, la unificación única de todas las mentalidades y propósitos de la humanidad entera, ahora sí, pensando como uno, es la posesión del dinero a todos los niveles, una moneda al menos, y si no se posee, se ruega por él, se implora por él, se hace todo cuanto esté en nuestra mano, hasta pedir limosna si se ha llegado al último escalón para saciar el hambre y conservar el latir en nuestro ser. Sí, pienso que sí, somos producto de nuestra mente, la mente ha creado todo y se ha creado a sí misma en las alianzas previas para sobrevivir. Lo mejor que ha creado son estos espacios maravillosos para la fuga, para crear desde el espacio que la estructura social nos brinda a algunos, al no tener que dejar todo el esfuerzo de nuestro ser en ganar la comida, en tener un instante para tañer el instrumento neuronal y dejar que brote de él la más hermosa melodía.

    Yo tomé un día un sendero sin espinas, sin las persecuciones manipuladoras que acosan a mis semejantes y hermano y esas voces dejaron de atormentarme. Me miran y no ven en mí la piel de sus rebaños. Me miran y gritan a sus ovejas: ¡cuidado, el lobo, ahí viene el lobo! cuando camino por los campos que quedan aún desiertos de ciudades. En las ciudades también soy proscrito: he ahí el hombre sin alma, el anticristo, el poseído por los demonios de blasfemia en contra de nuestros paradigmas.

    Había perdido la facultad de despertar y dar gracias a la vida por las luces de sus destellos en lugar de despertar y verme inmerso en un mundo que a todas luces parecía una pesadilla. Mi limbo era una lista de paradigmas poderosos que como barrotes constituían una especie de corralillo para bebé. En mis espejos siempre miraba mi vestidura con un color azul y eso creía que era mi alma.

    ¡Ay! la ruptura del limbo sucedió tras un sueño, me soñé muerto. (Sucedió por culpa de mi padre, que en un descuido dejó en mi cuna un ensayo sobre Heidegger, no sabía leer aún, sucedió al mordisquearlo en una de sus puntas. Creo que de cualquier forma la filosofía encuentra sus caminos hacia el cerebro del hombre, algo debe haber en ella de predestinación) Y entonces comprendí que yo, cualquier cosa que fuera yo, no era más que un ser para la muerte, todo podía venir a mí, todo: el amor, la riqueza, el hambre, la alegría, la tristeza, el dolor, la esclavitud, lo que se me ocurre, como ser vivo, todo eso podía venir a mí, era probable, era posible... Luego pensé en ese después de la muerte, eso, me dije, es cuestión solo de fe, algo que puede o no puede ser. Pero lo que sí soy, lo que es certero y sucederá es eso que estoy viendo (en mi sueño) soy un ser para la muerte, es seguro e infalible un día que no sé cuál es moriré. Tengo un tiempo desconocido para la vida y luego la muerte, inexorable, vendrá. No hay rezos, no hay magias ni medicinas ni fuentes de la eterna juventud para evitarla, acaso algunas líneas en las mitologías y en las supersticiones que adoran los hombres para sustraerse a su realidad o trascender a ella artificialmente, cada quién con su auto engaño, pero esa es la realidad que verán un día en mí como se verá en todos: el paso de un ataúd llevando nuestros cuerpos al cementerio si corremos con suerte, y no nos devoran los peces o las fieras del bosque, o el cuerpo queda olvidado en un desierto o un campo de batalla.

    Y ¡Heme aquí!, ser vivo aún. Emocionado con tu texto, feliz de encontrar a un hermano que gusta como yo de vagar por ese espacio, esa vereda y a veces autopista desierta para el resto del genero humanos, más adictos a otros usos de la neurona. Y bueno, celebro poder buscarte para alimentarme de tus paseos y de tus crónicas. Suelo escribir locuras como mero ejercicio del pensar y escribir, sin pretensiones doctrinarias ni ostentaciones de erudición, por el mero hábito de ejercitar la locura.
    Abrazos y gracias por tu texto.

    Espero la respuesta no haya sido extrema, luego con estos temas me extravío.


    *permitaseme
     
    #2
    Última modificación: 12 de Mayo de 2013
  3. epimeteo

    epimeteo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Tu riqueza lingüística e intelectual ha dejado anonadado a mi pequeño gorrión (o sease relato). Me lo guardaré para saborearlo de vez en cuando.
    Me alegro que te gustara el mío
    Recibe mis gracias y admiración
    Epimeteo
     
    #3
  4. Melquiades San Juan

    Melquiades San Juan Poeta veterano en MP

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    Amigo, es un placer hallar tus relatos, los disfruto, Abrazos.
     
    #4

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