1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Adiós, amigo.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por martin de pablos, 29 de Enero de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 429

  1. martin de pablos

    martin de pablos Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    21 de Enero de 2012
    Mensajes:
    7
    Me gusta recibidos:
    2
    Yo, que me hice tú para saltar las normas de la vida, que me fundí en ti para escribir poemas, que me pensé como tú para ser tu amigo, hoy me acuerdo de ti, sombra en mi sombra, recordándome a mí en tu pasado.
    Pienso en nuestro vivir, que es sólo mío, y recupero el olor de mi adolescencia, en parte nuestra, por las calles desiertas del Madrid nocturno, empedrado de la calle del Codo, tristeza mortecina de la Gran Vía, calle Valverde, nocturnidad alevosa de Princesa...
    Paseaba solitario con la idea de tu compañía y cuando tú venías a mi lado te sentía más distante que cuando no estabas.
    Soledad de Sol en múltiple compañía que me permite descubrir el placer de ser dos en el cine viendo aquella película de Von Daniken.
    Los meandros de tu discurrir eran cambiantes y no pude, tal vez no quise, participar en ellos, sintiéndote cada vez menos conmigo hasta llegar a dudar si fuiste amigo.
    Sólo para cubrir la deuda del pasado y para pagar la esperanza del mañana te escribo estas líneas a ti, que ya no eres el mismo de ayer como tampoco yo soy el mismo de antes. ¡Cambiamos tanto!
    Hoy no puedo participar de tus ideas (más que de tus ideas discrepo de tus hechos) ni puedo compartir tus secretas fantasías de eterna juventud. No creo que tú entiendas mis discrepancias y no sé si te interesan siquiera. Hablamos más para nosotros mismos que para el que escucha y así ni siquiera somos capaces de aprehender las vivencias de quien nos las está contando.
    Hacemos interpretaciones distintas sobre el pasado y así, al discrepar sobre la base, asentamos un presente ajeno y apenas la nostalgia nos hace recordar nuestros propios nombres.
    Estamos lejanos, amigo mío, separados por un río que se ensancha, que arranca nuestras cepas, que esconde sus meandros en el horizonte y vuelca su discurrir en un mar insondable.
    Estamos lejanos, amigo mío, y ocultamos nuestras manos en los bolsillos por no extenderlas inútilmente hacia la figura borrosa que apenas vislumbramos entre el halo de luz de unas pocas estrellas que atraviesa las nubes de nuestra treintena.
    Tal vez sea el momento de decirte adiós con ese silencio que utilizamos cuando no somos capaces de hablar, tal vez porque no tenemos el valor de decir que ya no nos conocemos.
     
    #1

Comparte esta página