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Ahora le toca a un influyente y politico conocido.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rafael Michel, 18 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 583

  1. Rafael Michel

    Rafael Michel Poeta recién llegado

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    Rafael Michel
    Es intolerante y preocupante lo que sucede en Los Estados Unidos Mexicanos. Nadie está libre de los que se viven fomentando y despreciando la vid, por medio de los antivalores; de la violación al estado de derecho y a la cultura de la legalidad. Ahora le tocó a un influyente y político conocido.
    En salto a la razón Carlos Marin, hace una reflexión sobre el personaje, político, abogado y pieza clave en la democracia de México, cuando dice que en lo que se produce la deseable llamada en que sus probables raptores digan sus pretensiones para liberar al Diego vivito y coleando de siempre, vale resaltar que tal vez únicamente el asesinato de Luis Donaldo Colosio rebase la importancia de la “desaparición” de Fernández de Cevallos en la historia moderna de México. Mientras que Jairo Calixto, manifiesta que:Si una palabra define los últimos 20 años del México contemporáneo ésa es secuestro. Ahí se concentran todos los medios y los miedos. Del Mochaorejas a Caletri y Los Zetas, de Fernando Martí a la hija de Nelson Vargas, pasando por decenas de víctimas anónimas desprovistas de glamour e influencia, el plagio es un negocio de millones de dólares, fuente de empleos y de movilidad social que ningún gobierno y ninguna procuraduría ha podido combatir más allá del triste espectáculo mediático de la seguridad convertida en moneda de cambio de los intereses políticos de los partidos en turno.Ambos redactores del influyente medio de comunicación Milenio.
    A diferencia de Juan Jesús Posadas Ocampo y José Francisco Ruiz Massieu, e inclusive del propio Colosio, el ex candidato presidencial del PAN jugó un papel decisivo en el actual proceso nacional de transición. ¿Secuestro?: ni el del gobernador electo de Guerrero, Rubén Figueroa, estremeció tanto al país.
    Como Federico Berrueto recordó ayer en esta página, se trata de: “Diego, personaje de época. La polémica sobre su persona, vínculos y entorno no le hace justicia. El PAN y el país le deben mucho; la desmemoria interesada y la polarización ofuscan el juicio y el entendimiento sobre su contribución al proceso democrático y a la transformación del país (…). De Diego la expresión aquella de que la muerte se lleva bajo las pestañas, por lo que, decía, no hay tiempo para pendejadas. Hace 15 años su Némesis eran Vicente Fox y el subcomandante Marcos, después AMLO. Zedillo no le merecía simpatía, pero Diego fue el primer candidato presidencial no favorecido en reconocer el resultado adverso (…). Diego, un personaje que sin miedos ni complejos ha vivido con intensidad cada momento de su vida; la muerte la llevamos bajo las pestañas…”.
    Hace dos meses (16 de marzo) cumplió 68 años, de modo que hace 42, en el hirviente 1968, tenía 26 y era el líder juvenil del PAN cuando estuvo entre quizá unos 20 mil manifestantes que acudieron al mitin (20 de agosto) frente a la Rectoría (Ciudad Universitaria), escuchando las arengas de Heberto Castillo, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca y Eli de Gortari), tras lo cual anticipaba ya que el recién nacido Movimiento Estudiantil “… ha roto uno de los tabúes de México: el presidencialismo”.
    ¿Y qué tal su comportamiento dos días después de la matanza de Tlatelolco, cuando en la Cámara de Diputados el priista Víctor Manzanilla Shaffer (premiado luego con la gubernatura de Yucatán) dijo que “… preferimos ver los tanques de nuestro Ejército salvaguardando nuestras instituciones que los tanques extranjeros salvaguardando sus intereses”, y de que el PRI mayoriteara la babosada de que “… el régimen no podía ni debía permanecer indiferente o hacerse sordo al clamor popular de que se mantuviera el orden público (…); ante la subversión no procede la tolerancia sino la más firme energía (contra) quienes tratan de dañar los grandes intereses del pueblo mexicano”?: Diego entonces, que había seguido la sesión desde la galería del recinto, de plano se agarró a puñetazos con uno de los más entusiastas aplaudidores (Ricardo Regalado, oficial mayor del PRI) de Gustavo Díaz Ordaz.
    Inteligencia y fuerza de carácter son quizá los principales atributos del Jefe Diego, por desgracia escasos en una clase política mayoritariamente mediocre.
    Si una palabra define los últimos 20 años del México contemporáneo ésa es secuestro. Ahí se concentran todos los medios y los miedos. Del Mochaorejas a Caletri y Los Zetas, de Fernando Martí a la hija de Nelson Vargas, pasando por decenas de víctimas anónimas desprovistas de glamour e influencia, el plagio es un negocio de millones de dólares, fuente de empleos y de movilidad social que ningún gobierno y ninguna procuraduría ha podido combatir más allá del triste espectáculo mediático de la seguridad convertida en moneda de cambio de los intereses políticos de los partidos en turno.
    Hasta ahora ningún alto funcionario relacionado con la seguridad ha reconocido su incapacidad para aplicarle un alto a la impunidad ni ha renunciado al cargo ante la evidencia de su ineficacia. Antes muertos que caer en el error de quedarse fuera del presupuesto.
    Es por eso que la desaparición de Diego Fernández de Cevallos, ocurrida en un ambiente propicio para la comisión de cualquier canalla en México, no es extraña. Incluso, dados los últimos sucesos: el asesinato de un candidato panista, las amenazas de aspirantes perredistas, los balazos a un convoy priista, 23 mil muertos en la narcoguerra, de los cuales 4 mil son niños transformados en alimento para los daños colaterales, era de esperarse. Una figura pública de la polémica talla del Subjefe Diego tenía que formar parte de las estadísticas negras para confirmar lo que ya se sabe: que esto es un desmadre. Lo que sí es curioso es que hasta el día de ayer, la PGR hablaba de la desaparición y no del secuestro, levantón o plagio de Fernández de Cevallos. Además del imperio del crimen organizado, lo que sigue es el imperio del eufemismo.
    Como si no fuera suficiente con el maquillaje de cifras y el aburrido discurso de que la violencia en México es producto fundamentalmente de la percepción negativa de los antipatriotas, todavía tenemos que soplarnos que en el caso del poderoso ex senador se recurra a un lenguaje edulcorado y cursi que, para mala suerte de las autoridades policiacas, no cambia un ápice la realidad.
    Tuvo que ser el presidente Zapatero el que hablara del plagio de Fernández de Cevallos.
    Ni siquiera, al momento de escribir estas líneas, la PGR había aceptado que lo del Subjefe Diego podía seguir líneas de investigación que estuvieran relacionadas con su condición favorita, además de la acumulación de enemigos: ajonjolí de todos los complós.
    Cualquier duda que hubiera sobre la firmeza de un Estado fallido se ha disipado del todo. Lo que sigue es la supervivencia...
     
    #1

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