Al fin hace unas horas nos miramos de nuevo.

Al fin hace unas horas nos miramos de nuevo.

Yo me evoco en sus versos -para mi su amor

es exacto y preciso como sus versos-.

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Quisiera hacer mío su indomable cuerpo

y desnudar con ella sus ojos

y mi pasión y desgranar

mi locura toda en su sexo.

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Sentí cierta bondad

al cruzarse nuestras miradas

-esto es inusual en mi

(desde hace tiempo)-.

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Y no obstante mi maldad felina me dominaría

si juntos nos desnudásemos

en cualquier sitio que esté al margen de los demás.

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Y a pesar de todo siento tristeza.

La vida cansa y nos vemos muy poco.

Y mi vida sin versos es muy triste.

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Quizás deba entregarle toda mi lujuria

y mi maldad a borbotones

e irme así de una vez por todas.

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La cámara es una tortura insoportable.

Voy a seguir pensando en esto

-aunque sea de manera inconsciente-.

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Y aún no lo escribí pero me gusta el color amarillo

bastante más que a Neruda.

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La otra poetisa que conocí me está agobiando con mi pensamiento.

Ella oscurece mis amarillos.

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¡Y es tanta locura cuando caen sus sombras!

Los trapecios de mi moral.

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¿Qué me deparará mañana?

Hoy me alejé algo más de mis ideas autolíticas

viendo como bailaba...

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¿Y por qué sigo escribiendo

si lo más posible o seguro

es que deje de ser lo que se expresa como mío?

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Voy a seguir pensando en lo mío

aunque sea de manera inconsciente...

.

Y mi voz de mi

¿Dónde está mi voz de mi?

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Voy a dejar esto por un tiempo

y estoy bajando otra vez la cuesta

y quizás en mi imaginación....


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vagabundo1
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*Este poema recorrió entre otros las "dependencias de una comisaría" antes de ser publicado.

 

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