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Aléjame de los Dioses

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Esrry López Valenzuela, 24 de Diciembre de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 819

  1. Esrry López Valenzuela

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    23 de Diciembre de 2015
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    Hombre
    El todo y la nada eso éramos, y aunque no lo quisiéramos, así era. Ambos sabíamos desde un principio el precipicio por el cual caminábamos, y a pesar de eso nos arriesgamos, nos encantaba estar al vértigo del frenesí. Describirla sería muy complejo, era una mujer que al verla, te transferiría la felicidad, amor, el optimismo con el cual caminaba. Vivía apasionada por lo que hacía, la perfección corría por sus venas, una líder nata, preocupada por los demás, tenía esos ojos que al verlos te pierdes en un abismo, esos ojos llenos de misterio, así era ella un enigma, que con el tiempo descifre. Tal vez eso fue lo que me atrapó. Yo, siendo un ser sin valores, sin moral, que andaba por el mundo burlándose de todos, caminando con la soberbia de un león, con un futuro inhóspito, y un pensamiento complejo. Me describía como un alma libre, un ser sin miedos, ¡sí! eso era. Ella, un alma pura, pureza que me cautivo, pues yo, carecía de decencia y al verla me atrapo en sus redes, tejidas con amor, sinceridad, con poesía. No me cansaba de verla, de platicar, de besarla, era como un libro interminable, que no me cansaba de leer, de esos que provocan insomnio. Me calmaba estar solo, entre menos personas mejor para este marginado. No tenía previsto que llegara alguien a mí solitaria y sucia vida de esa forma, ni que con un poco de fuego reviviera las cenizas de este corazón, cenizas que ya estaban húmedas de tantos fracasos, pero de manera sorprendente encendió, pues un poco de pureza, bondad, compasión ocupaba este corazón, cansado de los amores de paso, de las putas, de las mujeres superficiales. Ella siendo todo lo inverso, llega con su porte de diosa y alborotó todo pensamiento obsoleto de esta trastornada cabeza. Eso es lo más noble que le voy agradecer, me enseño que siempre se puede volver a ilusionar, amar, a querer, a ser feliz, a compartir pensares, emociones con otra persona, me enseño a salir de mi bloque, donde nadie entraba sin mi autorización, pero la muy musa, entró sin previo aviso. Allí fue cuando me di cuenta que ella era todo lo que pedía este corazón aislado, pero no todo era tan fácil, pues ella no conocía mi Yo, mis pensamientos incompresibles, mi complejidad. Cuando lo presenció, ya era muy tarde, ya estábamos enamorados, a pesar de sus ideales, a mi lado se le olvidaban y le hacía sacar la mujer desenfrenada que lleva dentro, esa mujer libre de prejuicios, sin pena, sin vergüenza.

    Que se acepta tal como es, pero solo ocurría cuando estábamos juntos, allí la manera de pensar de vivir de cada uno no importaba y sólo reinaba la pasión, el amor. Mi libertad la contagiaba, ella, carecía de esa osadía, vivía condenada a no ser libre. Sabía cómo abrir sus alas pero no me atreví, era muy egocéntrico de mi parte querer que fuera como yo. Así que sólo cuando estaba a mi lado le quitaba sus cadenas, cuando estábamos juntos no se permitía. Pero no me importaba lo que fuera a pasar, vivía el momento, no me importaba que defiriéramos en algunas cosas, ella me gustaba y la quería. Ella era lo que pedía a gritos sin aliento este corazón sin riendas, pero el destino es bastante grotesco e hizo todo por alejarnos poco a poco. El cielo y el infierno, el sol y la luna, la vida, y la muerte, el bien y el mal, eso éramos. ella llena de fe y yo lleno de dudas sin respuestas, el agnóstico andando, el antagonista del drama, el perverso o por lo menos eso parecía ante los demás, pero entre ella y yo eso no importaba, no existía el infierno, ni el cielo, simplemente era ella y yo, viviendo el momento de dos almas encontradas. Dos almas condenadas a estar separadas, pues el universo no tuvo clemencia. tal vez después, más maduros, más viejos, sin tanto orgullo, sin tanto miedo a dejar lo que somos, donde los dos nos hagamos uno, donde los dioses no interrumpan nuestra felicidad, nuestra tranquilidad, donde nuestra locura desaparezca y sólo quede la calma, donde ya no exista el vértigo, ni los precipicios, ni el frenesí, ni los pretextos para vernos, donde lo único que haya, sea nuestras almas desnudas y aceptadas por nosotros, donde el público no importe y los únicos espectadores seamos nosotros disfrutando de una historia sin fin, donde no nos cansemos el uno del otro y donde siempre haya algo nuevo que vivir, sentir, contar, que disfrutar. Cuando llegue ese momento dejaremos de ser todo y nada, y empezaremos hacer lo absoluto, lo completo, un amor en tregua, sin censura, inmortal.

    Esrry R. López Valenzuela.​
     
    #1
    Última modificación: 15 de Marzo de 2016
    A Eduardo Rodríguez Ponce le gusta esto.

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