Alejandro - si llamaste, alejandro.

SI LLAMASTE, ALEJANDRO
Era viernes, había tenido un mes agitado, por fin un momento para más de dos cervezas en Tienda Vieja, estaban casi todos los de siempre, también estabas tú, de sombrero tomando aguardiente, muy distante del resto, me hice como siempre a fuera. Fumaba nerviosa, cuándo entre por mi segunda cerveza tuve que saludarte, tenía un vacío tan profundo en mi estómago, pero fue muy natural cuando en el trayecto apareciste de frente y te dije “Hola, que más de ti” no me percate si te acordarías de mí, me respondiste “bien” no dijiste nada más, entendí que si te acordabas. Tenías una sonrisa reluciente y te brillaban los ojos, pase de largo sonriendo igualmente, me aleje de las personas y busque un sitio para observarte de nuevo, no me pareció prudente hablarte más.
Fue una sorpresa verte y más aún saludarte, te miraba maliciosamente, sabía que lo estabas notando pero seguías aparte, también me mirabas, estábamos hablando a través de la distancia, yo te decía “quédate un rato más” tú me decías “quiero hablarte”. No sé por qué pero de repente vi cómo te montabas en tu carro y te ibas, tengo una vaga imagen de verte acompañado de nuevo por la misma persona que estaba sentada a tu lado cuando te vi por segunda vez.
No me inquiete cuando te fuiste, sentía en mi vientre una llamarada muy intensa, era placentero ese sentimiento de casi incertidumbre, digo casi por que tenía una seguridad indescriptible que volverías de nuevo. Fue muy difícil hacer tiempo para esperar, no había hablado contigo, no había un acuerdo de espera, pero decidí esperar. No había nadie con quien fingir que tenía alguna razón para quedarme más tiempo, me senté afuera , tuve que tratar de hablar con quien fuera que estuviera allí para no pasar como una solitaria aburrida, espere hasta el final y llegaste de nuevo, ¿Cómo sabía que llegarías? No sé, en realidad no sé.
Sentí que sentías lo mismo, que te carcomía la idea de llegar y encontrar alguna forma de hablarme, desde el comienzo había una rara comunicación, una que no tiene que ver con las palabras, tengo una claridad de lo que sientes y piensas, sé que tú también, es casi perfecta esta forma de comunicación, solo que los sentimientos no se acuerdan.
Cuando llegaste pediste media de aguardiente, te dirigiste hacia mí y me ofreciste un trago, yo te dije que no tomaba ese licor, que estaba tomando cerveza, ya estaban cerrando el lugar, pediste cuatro cervezas para mí te sentaste afuera y yo te acompañe, ya se iban todos, solo quedábamos nosotros dos.
Estabas muy alegre, sonriente y algo embriagado. Me dijiste que porque te había dado un número de teléfono que no era, me asuste y insistí en que el número que te había dado correspondía con el mío, me marcaste en ese instante y mi celular sonó con tu nombre en la pantalla, me habías llamado después del primer encuentro en tu carro y la persona que respondió te dijo que estabas equivocado ¿Cómo es posible? Mi celular es algo muy personal para mí, nadie tenía posibilidad para responderlo, solo yo. Cuando me diste el nombre de la persona que te contesto no había duda para mí, había contestado una amiga con quien compartía la casa donde vivía, no entendía por qué contesto ella y menos porque me negó, tenía algo de ira hacia ella, como puede pásame algo así y justo contigo, jamás me había pasado. Pensé luego en ello, no quise preguntarle a mi amiga por la llamada para entender las razones, pero si pensé en como hubieran sido las cosas si yo te hubiera contestado, aun me lo pregunto, habríamos acordado una cita, hubiéramos sacado los perros, te hubiera conocido en una circunstancia mejor para un encuentro contigo, pensaba que todo entre ambos sería tan distinto ahora.
Tuve que reflexionar mucho y por mucho tiempo para entender cómo funciona el destino, tuve que reconciliarme con situaciones que ya no se pueden cambiar, entender que a veces como pasan las cosas deben pasar, los caminos pasados no se pueden recorrer de nuevo y acomodar tu vida a tu gusto, una vez recorridos hay que asumirlos, entonces cambie de estrategia con ese sentimiento, comencé a entender o no sé si fingir entender que así debía ser, que no habría sido tan determinante en mi vida de otro modo.
No me atormento más con ese tema, desee tanto que todo fuera distinto para que el estar contigo fuera algo viable, pero no dependía del momento en que te conocí, ni del segundo o tercero, cualquier cantidad de encuentros contigo, eres un ser que no puedo alcanzar, el camino para recorrer estaba inclinado, tenía que aprender a escalar para acercarme a ti, así que ahora la pelea es distinta, no sé si estarás en la cima, pero sí sé que quiero esa cima.
Desde hacía dos semanas para atrás, antes de este encuentro había tenido días muy duros, desde que te conocí y desde que te vi la segunda vez pensaba mucho en los porqués, en porque no estabas a mi alcance, en por que no tenía seguridades, porque esto, porque lo otro. Pero esas dos semanas había tomado la determinación de hacer algo, habían pasado dos fines de semana sin que me levantara de mi cama pensando todo el tiempo en lo que quería, más que tenerte se trataba de encontrarme con el deseo, no solo un deseo hacia tu ser, un deseo a un estilo de vida, eres muy joven para tener tanta seguridad en todo lo que haces, yo quería estar segura de mi diario vivir, como tú.
Quería terminar por fin mi carrera, tener otro tipo de trabajo, comprarme tiempo para hacer lo que quiero, pero no me alcanzaba ni para comprarme tiempo, la primera fase estuve muy tiste y me retraía con facilidad, en las últimas dos semanas estaba en la fase de decidir, no sabía qué, pero quería pasar más tiempo con migo misma para buscar los caminos adecuados, estaba decidiendo escucharme por primera vez.
No tuve mayor sorpresa de ti en este encuentro, el segundo en el que tengo la posibilidad de hablarte, hablamos de cosas muy superficiales, todas las veces que hablamos es igual, me contaste algunas cosas tuyas, no perdía el interés por escucharte a pesar de lo retraía que estaba, de repente mientras me hablabas me tomaste la mano sin opción, sin preguntar y me besaste.
Que beso, no encuentro como describirlo de otra manera, fue repentino, no te gusta preguntar, yo pensaba que tendría que pasar más tiempo para que nos conociéramos y pasaran este tipo de cosas, te tengo un profundo respeto desde que te vi la primera vez, no creí posible que en tu carácter tan meticuloso hubiera una capacidad tan decidida para tomar lo que quieres en el momento que lo quieres, fue una sorpresa este beso.
La forma en que me besaste fue muy peculiar, algo nueva para mí, ibas muy rápido, con una pasión cargada, si hubieras podido me hubieras hecho el amor en ese instante, sentí que por tu carácter tenía que hacer un alto, me pediste que fuera a tu casa y te dije que no.
No tenía ningún prejuicio en ir a tu casa, seguir embriagándonos de licor, de besos, hacerte el amor en un encuentro casual que trataríamos de olvidar al levantarnos. No me importan este tipo de encuentros, pero tenía muchas cosas en que pensar, había hecho un acuerdo esa noche para ver a alguien más, alguien con quien puedo hablar de mis cosas, quería escucharme esa noche, quería seguir mi pelea y no me pareció prudente ir a tu velocidad en ese instante, no me faltaron ganas para seguirte, faltaba yo, faltaba mi ser que no encontraba.
Ya había una seguridad para verte de nuevo, al despedirnos acordamos que me acompañarías al siguiente día al cine, una costumbre que tengo hace muchos años, ya sabias que si me llamabas te respondería. Tendríamos una cita por fin, pero yo no estaba feliz por ello.
Me fui con el corazón agitado, el deseo encendido y las ganas pospuestas, pero con la cabeza en otra parte, sentí que si llegaba a la cima de las cosas que quiero tal vez no te encontraría a ti, tal vez encontraría a alguien distinto pero muy semejante a ti.