1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

ALEJANDRO - Una Pelicula Aburrida Y El Primer Ataque De Anciedad

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Amaneceres, 14 de Julio de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 619

  1. Amaneceres

    Amaneceres Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    25 de Noviembre de 2010
    Mensajes:
    23
    Me gusta recibidos:
    1
    UNA PELICULA ABURRIDA Y EL PRIMER ATAQUE DE ANSIEDAD
    No quería levantarme de mi cama, era sábado, otro día más para hacer tiempo, escuchar sinfonías, otro día para pensar.
    Me llamaste en la mañana, me dijiste que no podías ir a cine a las 2:00 pm, entonces te propuse ir a cine a las 4:00 pm, acordamos encontrarnos a las 3:30 pm en Torres De Bombona, un sitio que está ubicado en el centro de la ciudad, tiene historia para mí, siempre me pareció el sitio más tranquilo para un encuentro de cualquier tipo.
    Me tome el tiempo como siempre para llegar tarde, no quería salir ese día así que me tomo trabajo vestirme de cualquier manera, entrar a mi perra que siempre juega a que la persigan cuando tengo que salir, encender mi moto que estaba aprendiendo a manejar, apurada como siempre. Nada raro para mí, pensé que no importaría llegar con algunos minutos de retraso, tú por el contrario eres muy puntual, te toco esperar 20 minutos, no estabas muy contento con el tiempo pero me esperaste.
    Cuando llegue estabas tan increíblemente bello, con un sombrero estilo Gardel, de jeans, camisa y unos tirantes en los pantalones de los que ya no se usan, me sorprendí de verte tan organizado, me dio algo de pena conmigo misma no haber hecho lo mismo, yo estaba como siempre, despeinada, sin ningún arreglo físico, no me prepare para tu encuentro creo que en ningún aspecto.
    Cuando me acerque a ti me saludaste con una cara sonriente y volviste a darme un beso sin preguntar, así no más, como si fuéramos una pareja desde hace tiempo, creo que se me subió un poco la presión, me ruborice, como los niños chiquitos cuando sienten pena de algo, ese beso me supo a gloria. Me reclamaste por el tiempo, tengo una extraña costumbre de reírme constantemente cuando alguien se queja, lo interpretarte como una burla, ese tipo de risa te costaría trabajo entenderla con el tiempo.
    Caminamos afanados al sitio donde presentaban la película, yo te advertía que en esta presentación de las 4:00 pm el tipo de cine era malo, si querías retirarte en medio de la película me decías y buscábamos otra cosa que hacer, tú me contaste que a las 7:00 pm tenías que irte para otro sitio algo importante para ti, que debías pasar por la casa de tus padres para cambiarte, debías ir de etiqueta por decirlo así, el tiempo para ambos estaba contado.
    Me gustaba escucharte, tenía toda la atención en ti desde que te vi esperándome. Estaba de nuevo muy nerviosa, hacia fuerza en mi interior para que la película estuviera buena, pero sabía que no, nunca me gustaron las películas en ese sitio a esa hora, sentía que sería un desastre, me costaba trabajo hablar algo en medio de los nervios, sin contar que íbamos tarde por mi culpa. Nada podía ser para mi más catastrófico, que cita tan mala, no tuve tranquilidad, estaba asustada no sabía cómo cambiar la situación, ya no me resignaba el pensamiento de no verte más, te tenía un momento para mí y nada podría ser por.
    La película era alemana, nos tocó sentarnos por entrar tarde en un sitio donde no se leían los subtítulos, fue terrible, sin contar que no era del tipo de películas que te gustan, te miraba y sabía que no tenías interés en ella, esperaste pacientemente que terminara esa hora y media para salir de allí, no decías nada, pensé en ese momento que te irías apurado a tu compromiso, ahora si no te vería más.
    Cuando salimos tenías toda la intención de irte, te propuse tomarnos un tinto antes, en Torres De Bombona de nuevo, te hable de un lugar, se llama Raza, le decimos “Donde Elías” es el sitio que más frecuento, aceptaste, cuando llegamos donde Elías pedimos dos tintos, quedo entonces un momento para hablar, que idea tan mala de nuevo ¿Hablar de qué?
    Nada podría ser peor, me contaste que le tienes fobia a los sitios donde hay muchas personas que no conoces, que frecuentas los mismos sitios de siempre, tienes los mismos amigos de toda la vida, eres muy estático en tu modo de vivir, con costumbres desde hace años que no cambias. Yo tengo el mismo problema, que gracioso, pero estaba en un lugar donde conocía a todos desde hace mucho tiempo, estaba en mi sitio pero tú no, así que repentinamente me pediste que nos fuéramos a un sitio que resultaba familiar para ti y para mí.
    Entraste alterado, pediste dos aguardientes, te repetí que yo no tomaba ese licor pero no tuve opción, me hiciste tomar tres aguardientes en 20 minutos, ya estabas tranquilo, me besaste de nuevo y sentí que tocaba el cielo, me llenaste de tu tranquilidad y paciencia, estaba por fin feliz, otra vez no importaba nada, te deseaba como no había deseado nada en mi vida, quería perpetuar ese instante por siempre, te tenia a mi lado, estaba tan segura de tenerte frente a mí, del sitio, de todo, estábamos haciendo el amor con las miradas, las caricias, los aguardientes, se nos pasaba el tiempo y queríamos más, no hay palabras que puedan describir el olimpo, pero termino allí siempre que estas frente a mí.
    Me llamaron mis compañeros de trabajo, se me olvido que tenía otra cita para esa noche, habíamos quedado de encontrarnos a las 7:00 pm en Torres De Bombona, les pedí que me esperaran, no quería irme de tu lado, pero tú también tenías otro compromiso, por mi culpa estabas retrasado, no querías irte tampoco, insistí en la partida yo sabía que tarde o temprano te irías y no quería quedarme sola cuando te fueras, no lo hubiera resistido, tan llena de sensaciones, sola, hubiera hecho una locura.
    Quería distraerme cuando te fueras para calmarme un poco, si no partíamos pronto no me esperarían más, así que aceptaste y te fuiste, yo me quede colmada de deseo, inmersa en tanta felicidad, me costaba soportarla, me dolía el pecho, el estómago, el vientre, no era capaz de dejar de pensarte un solo instante.
    Me encontré con mis compañeros y terminamos en el lugar en que estaba antes contigo, que tortura, mi primer ataque de ansiedad, estaba tan agitada, el corazón no paraba de saltar, sentía que se me saldría del pecho, no se quitaba el dolor, te sentía en la distancia igual que yo, te sentía agitado como yo.
    Estos ataques se repetirían por mucho tiempo, aun aparecen a veces, es tan terrible, a los dos meses de este encuentro estaba en un consultorio médico dando mis síntomas, no pensé que la reacción a los sentimientos se llamaran así, me dolía el pecho, no aguantaba las taquicardias, me daba vómito, diarrea, se me subía la presión, baje 4 kilos en esos dos meses, estaba enferma de tanto sentir. Me mandaron exámenes para la tiroides, salieron buenos, el medico concluyo que no tenía nada malo físicamente pero con estos ataques de ansiedad quedaba la alternativa de remitirme al siquiatra y me medicara algo para los nervios, yo no acepte la cita con el siquiatra. Tenía literalmente una agonía insoportable, no sé cuánto duren las enfermedades del amor, disfruto cada sensación, pero el dolor es insoportable, tengo la esperanza que terminara algún día.
    Esa noche tocaba alguien que de manera particular sabe cuáles canciones me gustan más, noto mi felicidad excesiva y me complació con su música, mis compañeros también notaron mi estado, como suelo ser tan reservada con mis cosas se abstuvieron de preguntar. Comencé a inquietarme, quería llamarte, ir donde fuera que estuvieras, no soportaba desearte tanto y tenerte lejos, me controle mucho, no quería parecer intensa contigo, el respeto que te tengo de nuevo hacia un alto.
    Estábamos en la segunda jarra de cerveza cuando recibí un mensaje de texto en mi celular enviado por ti, la felicidad para mí no podría ser mayor, me enviaste un signo de interrogación “?” nada más, yo entendí inmediatamente todo lo que querías decirme, ese mensaje se repetiría siempre igual, no hacen falta más palabras, yo en cambio tengo tanto para decir que las palabras siempre te llegan en poemas o canciones o cualquier cosa, sé que no te molesta leer, ya sabes que siento por ti, no te falta más. Tengo una forma caprichosa de arrebatarte algo de tu tiempo con mis pendejadas para estar a tu lado, así sea solamente con excesos de palabras, cuando me lees estoy a tu lado, es la única forma que tengo de quejarme cuando siento que no puedo alcanzarte.
    En ese mensaje respondí, tu respondiste, nos enviamos muchos mensajes primero para calmar la ansiedad, estaban llenas las palabras de deseo, hasta que por fin decidiste salir de donde estabas y llegar al sitio donde yo te esperaba, los nervios me socavaron, esos 10 minutos de espera se quedaron en el tiempo como un siglo, trate en ese siglo de planear un encuentro, el segundo acordado, que no fuera como el primero.
    Se me olvido lo decidido que eres, jamás me dejarías en adelante decidir nada, ni el día, ni la hora, ni el sitio, estoy a merced de todo lo que quieres, no sé si por mi ineficiencia en programar citas, por tu carácter o porque es la única forma en ese mundo tan detallado que te rodea que tienes para estar con alguien como yo, alguien que apenas aprende a escalar para llegar a la cima cuando tú y los que te rodean ya están allá, los prejuicios en las altas sociedades pesan mucho, tú te ganaste un tipo de respeto muy especial en estas altas sociedades, jamás pretendería en mi modo de ser traspasar ese respeto, el deseo no pasaría esa línea, sé que nadie te respeta tanto como yo, tal vez nadie te amé tanto.
    Cuando llegaste me dijiste que estabas algo embriagado para manejar hasta tu casa, me pediste que guardara mi moto, no dijiste más, yo te dije que si querías una cerveza o algo pero mis palabras se fueron al vacío, entendí con tu silencio y guarde mi moto con la incertidumbre de lo que íbamos a hacer el resto de la noche. Me tomaste de la mano, te dirigiste al primer hotel que viste, cuando entramos yo no me atrevía a decirte nada, sobraban las palabras, era un hotel muy nuevo, no llevaba más de 6 meses en ese sitio, estaba casi al frente de Raza café, me tomo un tinto casi diario allí, Donde Elías, me costaría verlo de nuevo sin acordarme de ti.
    Pensé al entrar al cuarto que tendíamos sexo desenfrenado toda la noche, pero no fue así, me sorprendieron tus caricias, respetabas mi cuerpo como yo te respetaba tu carácter, me tocabas con una pasión que ostentaba algo de delicadeza, no pedias más, solo habían besos y unas profundas caricias llenas de todo pero sin traspasar mi intimidad, el deseo tomo clores de satisfacción muy distintas, entendí que más allá del cuerpo nos unirían necesidades marcadas que se encontraban siempre en nuestras soledades, mis soledades más contantes que las tuyas, eras el ser perfecto para mi búsqueda.
     
    #1

Comparte esta página