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Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por RDZ, 24 de Agosto de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 261

  1. RDZ

    RDZ Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    2 de Mayo de 2012
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    "Catherine toma el tren de las 7.15, sus zapatos trasudan frio, su inquietud por comenzar el viaje diario, y su miedo".

    "El tren sale en horario a veces, su lentitud ruidosa deja asomar algo de velocidad a dos estaciones de llegar. Sus zapatos topolino, el sombrero cloche y su cintura ajustada a la ropa simil Madeleine Vionnet, porque los originales eran incomprables, se ceñia a su cuerpo. Pana y terciopelo de moda abrigaban el día. Los pequeños puños de visón que asomaban de su tapado irritaban los ojos masculinos, su tapado de tela presumía solo en sus puños".

    "Mira por la ventana de su asiento de madera lustrada, pasar el paisaje como en un sueño fugaz. Asoman rayos luz de la mañana que despejan algún pobrerio que atraviesan las vías, no quiere apoyar las manos en ningún lugar que no sea su cartera Clash, que alberga poco, pero infaltable el libro de Scott Fitzgerald. Intenta sacarlo para sumergirse en su lectura pero piensa que se va a abstraer mucho y quizás pierda atención de su alrededor, mayoría de hombres con trajes obscuros que van a sus trabajos. Pero no deja de repetir para ella la cita de la primer hoja del libro".

    "!Ya estoy contigo! Suave es la noche...Más aquí no hay luz/ Salvo la que del cielo en alas de la brisa llega/ Por sombras de verdor y musgosos senderos que serpentean...
    (John Keats, Oda a un ruiseñor)(1819), dejaba su pensamiento en Keats y miraba alrededor, el contraste la espantaba y un poco la deprimía".

    "Catherine apoya por unos segundos, su lateral derecho del rostro en la ventana del vagón. Entrecierra los ojos, crea un efecto de vértigo con la vista fija en los árboles fundidos en la velocidad del tren, que no es mucha".

    "De golpe le asalta una inquietud que le llega hasta la punta de los dedos de sus pies apretados en sus zapatos impecables. Piensa en los gérmenes que puede tener el vidrio de su ventana, se separa bruscamente como en un ictus. Se siente inquieta, caída de ánimo, con una anhedonia insoportable, pero lo siente visceralmente y se dice así misma, - no, no, tengo que salir adelante, no quiero angustiarme!"-

    "Mira el piso del vagón, transpira su frente, saca de su cartera un pañuelo bordado por su abuela, se seca su frente sin arrastrar el recién llegado Max Factor que representó su último acto de placer, la compra del maquillaje".

    "Siente un vacío profundo, y no sabe bien porque, le costó levantarse como todas las mañanas, le cuesta conectarse con el día, le cuesta el emprendimiento diario".

    "Piensa en las personas que se tiran del tren y un hálito de preservación le dice que ella no podría jamás emprender ese camino, pero lo piensa, después lo reprime. Faltan tres estaciones".

    "Unión Station, ya debe estar iluminada por los rayos divididos, del Sol que entra por el ventanal principal, de no tener que cumplir horario, quedarse un rato sentada en ese hall, permite aclarar varias ideas y descansar los pies".

    "Los bancos de madera lustrada que permiten resbalarse un poco hasta quedar casi recostada, son bellos, y en verano cuando las piernas tocan la madera, aún pensando que muchas piernas pasan por ahí, genera una sensación de frescura que compensa el viaje. Pero hoy, los tapados y sombreros, y las caras cepias entristecen el lugar".

    "La gente está con problemas, esta década aplastó los proyectos de todos. La ocupación Alemana de cada día nos hace estar angustiados a todos, aún al otro lado del océano. Si entrarán en Polonia nadie creerá en la neutralidad de Roosevelt".

    "Dios proveerá, me digo una y mil veces, pero la angustia me recorre mi tapado y agrega desastre a mí ya trajinada tristeza de cada día"

    "-Me faltan dos estaciones y no sé si bajarme-"

    "Se dobla en el asiento insinuando una posición fetal, baja su sombrero hasta casi tapar su frente, sus pies aumentan su inquietud, se saca los zapatos, está convencida que haber apoyado el rostro en el vidrio sucio de la ventana le costará la peor de las neumonías. Solloza con vergüenza aunque su soledad es extrema, por algo nadie se sentó al lado. Piensa en las cuatro Marys y en un cuarto para ella sola, no soporta más compartir su habitación, piensa en el calor de las vías sobre su cuerpo, siente una piedra que baja y sube por el centro de su pecho y al llegar a la garganta la cierra para que no salga nunca."

    "Dos estaciones para llegar a Unión, falta menos. Catherine se acomoda el pelo una y otra vez, se quita una hebilla, la vuelve a colocar en su pelo, una y otra vez como si fuera un ritual. Decide caminar unos pasos por el vagón, las juntas de los rieles y su cadencia rítmica le ensordece los sentidos y rápidamente, sin llegar al extremo del vagón se da vuelta y regresa a su lugar".

    "De Howard a Fullerton fueron 13 estaciones, trece. Hay un límite para todo, la tolerancia al síntoma tiene un fin. La inquietud que llega a la ansiedad que llega al calambre y explota en el grito más terrible. Catherine no llego a Unión Station, las escaleras que, ahora están limpias, y en el '20 tan manchadas de sangre, ya no la verán pasar.

    "No hubo nada, ni luz, ni una mano cálida que la sostuviera, ruinas antes del minuto final. Una sola cosa quedó en el corte de su existencia, un solo evento explica el derrumbe de su conciencia, dejar de sufrir. No quedo nada y los que piensan todo el tiempo en tener más puede que terminen como el profesor Kugelmass dentro del armario del mago El Gran Persky. El tren, pasará todos los días, sin ella".
     
    #1
    Última modificación: 24 de Agosto de 2017

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