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Alli estare

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por alecalo, 12 de Agosto de 2011. Respuestas: 4 | Visitas: 679

  1. alecalo

    alecalo Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Daba pasos hacia la nada, con la mirada hacia abajo, caminando por la orilla de aquel mar, que alguna vez le dio grandes momentos de satisfacción.
    El día estaba gris, y los vientos soplaban fuertes, y ella solo caminaba, sin un destino.
    De pronto, se quedo quieta, y su vista hacia esa inmensa masa de agua, le trajo a su memoria tan gratos momentos.
    Un escalofrío profundo recorrió todo su ser cortándole un momento la respiración, y colmando sus ojos de lágrimas.
    Minutos de silencio la invadieron, en donde no sentía nada más que el latido de su propio corazón, palpitando a un ritmo tan acelerado, como las mismas ráfagas de viento que golpeaba sobre su rostro.
    El agua que llegaba a la orilla mojaba sus pies, estaba helada, por momentos paralizaba todo su cuerpo, la espuma embravecida acariciaba la piel de sus piernas y al retroceder dejaba marcada sus huellas posadas en la arena.
    Sus brazos provocaban el abrazo que en ese instante necesitaba y la soledad no podía brindarle, se sujetaba así misma con tanta fuerza, que dejaba en su piel las marcas de sus dedos, buscaba la contención que el viento le robaba cada vez que la envolvía con su bravura, y el mismo, iba secando cada lagrima que podía derramar.
    Los pensamientos invadiendo su mente como secuencias, hilaban las situaciones pasadas que había vivido, y era imposible contener la emoción.
    De pronto tomo un puñado de arena y la apretó con fuerza, pero la misma se fue escabullendo por los surcos de su mano, y se dio cuenta así, que de la misma manera, todo lo que había tenido una vez, se le había escapado de entre los dedos.
    Volvió a juntar arena una y otra vez y el efecto seguía siendo el mismo, necesitaba encontrar una razón al porque lo había perdido todo.
    Recogió entonces el agua de ese mar y con mas facilidad que la arena se le escapaba, pero se dio cuenta de algo importante, noto que parte del agua la perdía, pero la mayoría quedaba impregnada en sus poros, y pudo entender así, algo de todo lo que se preguntaba.
    De rodillas ante ese imponente paisaje que le brindaba la naturaleza, levanto su rostro y fijo su mirada hacia el horizonte, y lo uso como telón para poder poner sobre el, todas esas imágenes que rondaban en su mente, una tras otras, tratando de ver mas allá de esos recuerdos, que la llevaron al sitio en donde su vida al amor había despertado.
    En aquellos tiempos su vida era perfecta, disfrutaba de largas caminata en ese mar tomada de la mano junto al hombre que la hacia inmensamente feliz, compartían charlas entre miradas y caricias que colmaban cada minuto de amor, solían pasear y admirar el infinito, ambos sentían transportarse por sobre esas aguas, por la liviandad que les otorgaba sentirse tan enamorados, les encantaba saber que era así, todo para ellos parecía único, nada podía destruir tan fuerte sentimiento.
    Jugaban a ser pequeños seres descubriéndose recostados en la arena, se entregaban los besos mas puros e ingenuos que podían saborear, daban vueltas sobre si mismos acompañados de risas cómplices que los inspiraba a querer seguir sin poder detenerse, como escribiendo su historia sobre un papel en blanco y siendo observados por las constelaciones de ese cielo azul.
    Dejaban que la espuma que golpeaba en sus cuerpos sea la tinta que atestiguaba cada caricia que sus manos manifestaban en un acto solemne de ternura, la arena mezclada con los deseos era para ellos la única vestimenta con la que quedaban , la única que no podían arrancar de sus cuerpos y ese rose áspero que iban sintiendo les daba las ansias de nunca querer separar sus pieles, esa fricción estimulaba los movimientos que comenzaban siendo apaciguados y se desarrollaban cada vez con mas frecuencia y energía, la felicidad de sentirse dibujaba en sus rostros minuciosas expresiones que los conducían al placer extremo.
    El y sus manos recorrían el frágil cuerpo de ella, desde los pies, siguiendo la silueta, hasta terminar sus dedos enredados en sus cabellos, apartándolo suavemente del rostro para poder descubrir sus labios, que sensualmente eran acariciados palpando su propia humedad, esa sensación tan suave que ni lo áspero de estar cubiertos por granos de arena podía apartar de su boca, y él, desesperado y apasionado necesitaba besar.
    Hacían el amor en ese escenario tan natural, que se sentían dueños del mundo y únicos sobrevivientes.
    Esos recuerdos que el aire le traía a su memoria, la dejaba entumecida, y en voz muy baja susurrando le contaba al océano esos momentos que quería conservar intactos, todo estaba tan presente para ella, todo tan vivo, y tan reciente que seguía si explicación alguna.
    Las horas pasaban y ella no se movía de ese lugar, el viento que soplaba elevaba su cabellera al viento, y ella comenzaba a sentir frió, pero no quería irse, sentía que aún no había terminado su paso por ahí, seguía buscando respuestas, se dio cuenta que estaba sola, ya no tenia esa compañía, su hombre había partido, otra, había venido por él, y lo había alejado de su lado fríamente, sin avisar, y sin darles tiempo a decirse adiós.
    Con su propio enojo soltó su cuerpo, y mirando hacia el cielo y con los brazos extendidos lanzo un grito desgarrador, aclamando la presencia de ese hombre, aún sabiendo que el no iba a volver, su partida no tenia regreso, la absurda vida lo había desterrado de su lado dejándola sin su otra mitad, con sus manos llenas de sueños compartidos, con las ilusiones a medio concretar, con esos ojos que ya no le darían esas tiernas miradas, con ese amor que se marcho y llevo consigo todos sus sentimientos, de pronto comenzó a correr intentando ser absorbida por el viento y elevada a los mismos cielos en donde veía reflejado el rostro de su hombre, y cada vez mas rápido y con su mente nula, se desvaneció sobre la arena, primero de rodillas y después todo su cuerpo, sin fuerzas, sola, con sus lagrimas que no cesaban.
    Así, se quedo dormida sobre la orilla, y despertó cuando ya el día se había marchado y al subir la marea fue alcanzada por el leve oleaje que acariciaba sus pies, y en el soplar del viento que rodeaba sus oídos sintió como un suave murmullo le decía…..
    Siempre estaré contigo, seré tu ángel, y aquí en esta eternidad te esperare, pero ahora sigue adelante, vive y solo recuerda lo bello del tiempo que estuvimos juntos, mi tiempo a tu lado tuvo su final, pero ese final me permite quedarme en tu memoria.
    Y una sonrisa broto de sus labios y sintió la calma penetrar su ser hasta su alma, lo dejo partir, lo dejo volar. Con todo su dolor.
    Su amor era tan fuerte, que le dio el descanso que el necesitaba, ya no sintió su abandono, y dejo de culpar a la vida por llevarlo de su lado, eligió seguir y contemplar cada minuto que estuvieron juntos, hasta el final de sus propios días, anhelando volver a encontrarse con el y seguir su historia en el reino de los cielos.
     
    #1
  2. dulcinista

    dulcinista Poeta veterano en el Portal

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    Me pongo de pie amiga para aplaudir tu maravilloso relato. Como pequeños cristalitos de arena que se quedan pegados a nuestra piel, así los momentos vividos con las personas queridas quedan una indeleble huella en nuestra alma. Al igual que el agua queda impregnando los poros de la piel. Hermosa e inteligente enseñanza me deja tu genial relato. Gracias por este regalo. Te dejo un beso y u8n abrazo de amigo, además de estrellas.
     
    #2
  3. el angel

    el angel Poeta recién llegado

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    muy lindo relato, que deja una hermosa enseñanza.
    si todo llegásemos a comprender el por que ocurre cada cosa, por que terminan solo conservaríamos los bellos recuerdos.
    son como huellas que muestran el camino recorrido.
    gracias por compartirlo...que dios te bendiga!!!
    fue un gusto leerte..
     
    #3
  4. Mamen

    Mamen ADMINISTRADORA Miembro del Equipo ADMINISTRADORA Miembro del JURADO DE LA MUSA

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    17 de Diciembre de 2008
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    Mujer
    Así es la vida a veces, de una cosa pequeñita aprendemos, muy bien expresado tu relato, muy entretenido y muy agradable de leer, un placer haber pasado, un beso poetisa
     
    #4
  5. Víctor Ugaz Bermejo

    Víctor Ugaz Bermejo refugio felino

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    Hombre
    Seré mirada vigilante desde el otero de nuestro juramento, faro que guíe a la ilusa corazonada, partiré a ser peregrino de tus valles, a guarecerme en tus sombras de bosques perfumados. Cuidaré tus sueños hasta ese nuevo despertar, para unir en un suspiro, tus labios y los míos.



    Un verdadero honor visitar el valle dorado de tu inspiración, majestuosa composición de trazos delicados en conquistadas imágenes. Mis sinceras felicitaciones poetisa.
     
    #5

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