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Amalia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Mariela_mc, 24 de Agosto de 2006. Respuestas: 3 | Visitas: 861

  1. Mariela_mc

    Mariela_mc Poeta recién llegado

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    El aroma a rosas descomponiéndose invadía el lugar. No se podía entrar en aquella oscura sala sin taparse la nariz y la boca.
    Amalia me esperaba sentada en un desvencijado sillón, mientras acariciaba mecánicamente a un sucio peluche que, según ella, era un gato.
    - Sentate, por favor -. Me dijo, aunque no había lugar donde hacerlo.
    - Prefiero quedarme de pie, estoy un poco apurada, no lo tome a mal -. Le respondí intentando sonar lo más educada posible.
    Aún no sabía porqué me había mandado a llamar.
    -¿Querés un té?.
    - No, gracias, rechacé amablemente.
    - Supongo que estás apurada, así que te lo diré directamente. No es fácil, tantos años guardando este secreto, se lo prometí a tu mamá, sabes?, nunca pensé en decírtelo, hasta hace dos meses, cuando me internaron, ahí me di cuenta de que no viviría para siempre, y si yo me voy, el secreto se irá conmigo, y tenés derecho a conocer la verdad.
    No sé cómo describir ese momento, si hubiera tenido una silla cerca me hubiese desplomado inmediatamente en ella, por un lado quería irme de ese lugar pero por otro, la curiosidad que sentía, el temor, me retenían a esa alfombra manchada.
    Amalia sabía hacer las pausas adecuadas para crear un mayor misterio en torno a lo que estaba por confesarme.
    Continúe por favor, le pedí, desesperada prácticamente.
    - Sé, que debí hablar antes, que ya tenés una vida, ¡pero tenés entenderme!, se lo prometí a tu madre... ¿No querés un te?. “- No gracias”, rechacé, ya no tan cortés, - ¡Hable por favor!, ¿qué es lo que me tiene que decir?. El olor de las rosas descompuestas, me estaba asfixiando, hacia mucho calor en ese pequeño cuarto. Me temblaban las piernas, y un sudor frío, a pesar del calor, recorría mi cuerpo.
    - Disculpá, es que es difícil para mi, después de tantos años..., no sé como decírtelo, pero no quiero irme sin que sepas la verdad, quiero que en las puertas del cielo me acepten cuando llegue, y no me dejarán entrar si muero sin decirte esto que he ocultado tantos años...
    – “¡Por Dios!, ¡dígame de que se trata!”-. Grité sin poder contenerme.
    - Si, si , te entiendo querida, es la ansiedad, yo también estoy ansiosa... pero debes entenderme y tener paciencia, no es fácil esto que tengo para decirte... Vos sos mi hija.
    Me dijo, cuando yo esperaba mas vueltas de su parte. me tomó por sorpresa. Volvió a repetirlo: - “¡Vos sos mi hija!, y espero que no me odies” - , añadió después de un insoportable silencio. – “Ya habrá tiempo para explicaciones, ahora espero que puedas perdonarme, pero debés entenderme, no quiero morir llevándome a la tumba este secreto...”

    Con los ojos inundados de lágrimas salí de su casa sin decirle una sola palabra. Estaba pálida, desconcertada. Sentía que todo daba vueltas a mi alrededor. Me senté en el cordón de la vereda.
    Justo en ese momento pasaba Julián, mi vecino, quien al verme tan mal, se sentó junto a mi en el suelo y me preguntó: “¿Estás bien?, ¿Pero qué te pasa?”. Yo no podía contestarle, no podía entender lo que me estaba sucediendo, todo se parecía más a una pesadilla que a la realidad. Julián, como si buscara una respuesta a mi alrededor, se dio vuelta, contempló la puerta abierta de la casa de Amalia y comenzó a reírse.
    Lo miré desconcertada, enojada, y él, antes de que pudiera decirle nada, me dijo:
    - Por favor, no te ofendas, no es que encuentre gracioso que estés llorando, pero dejame adivinar... seguro que te acabas de enterar quien es tu verdadera madre... es un secreto que la pobre Amalia quería revelarte antes de morir...
    - Pero... ¿cómo lo sabes?
    - Es que estuvo toda la semana así, diciéndole a la gente que era su verdadera madre, está mal de la cabeza... hay que tenerle paciencia.
    - Si ya veo, le respondí secándome las lágrimas con la mano.

    Ya ha pasado un mes desde la partida de Amalia. Quien murió sola, en la pequeña sala de su casa, abrazada a ese sucio peluche. Continuó diciéndole a casi todas las personas del barrio que ella era su verdadera madre, pero afortunadamente no sorprendió a muchos más desprevenidos.
    Esta mañana, al pasar frente a su casa, vi un cartel de venta y a una mujer, como de mi edad, salir con un manojo de llaves y una caja. Impulsada por la curiosidad me acerqué y le pregunté si era pariente o algo por el estilo, “soy la hija”, me respondió, aunque me enteré hace un mes, justo después de que murió.
    “Lo siento, estoy apurada”, volvió a decirme. Paró un taxi y se marchó.
    Yo me senté en el cordón de la vereda preguntándome, como aún me pregunto hoy si esa mujer era en verdad la hija o solo alguien que se aprovechó de la locura de Amalia.
     
    #1
  2. Dark_Fairy

    Dark_Fairy Poeta que considera el portal su segunda casa

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    wow!!!!..... escalofriante Mariela, me gusto me gusto....


    Alejandra Carrasco.
     
    #2
  3. Mariela_mc

    Mariela_mc Poeta recién llegado

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    1
    Gracias Alejandra!!!!!, gracias por leer esta historia, q bueno que te haya gustado!!!!!

    un beso desde acá!!!!
     
    #3
  4. Dark_Fairy

    Dark_Fairy Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Y otro beso desde aca..

    Alejandra Carrasco.
     
    #4

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