Amor

El odio es el sentimiento más poderoso… Es un agujero negro en el vientre de la humanidad, lo quema todo a su paso. El odio, se adhiere a las paredes de mi corazón, y odio tanto tantas cosas que soy incapaz de ver. Odio el día que nací, tanto como el resto de días que seguí respirando. Soy demasiado orgulloso como para admitir que sigo vivo, que Dios me dio un don.
El orgullo, me ciega, y va desplegando el velo del odio, del nunca te perdonare, y me encierro bajo barreras profundas de soledad para protegerme de sentir, de llorar. Odio no tener amigos, y caer al fondo de la amargura, con un corazón que es más de piedra que las propias piedras.
Odio no tener familia, estar solo en un foso donde se respira cargado el poco oxigeno que queda. Pero más odio no necesitar a nadie, no tener voz para pedir ayuda.
Carezco de significado, tanto que no vale la pena morir.
¿Dinero? ¿Para qué? Y el orgullo sigue quemando muy dentro, y más adentro el odio.
Y entonces, alguien que olvide, abre mis ojos. Alguien que está muy arriba, que sonríe al tender su más tierna caricia, y me dice, mira... Y veo un amigo que siempre estuvo vigilándome, para ver si mi camino era recto. Y veo a otro amigo que siempre sujeto mi alma, que fue mi padre cuando no tuve padre. Y veo, un amigo que siempre fue un hermano para dar un abrazo cuando odiara tanto que podría quemar todo lo que tocara. Y veo gente reaparecer de la nada, que parecen guiados por un espíritu superior, por una fuerza impulsada al bien.
Y de pronto, recuerdo a aquel ser que olvide, alguien que nunca se canso de esperar el regreso, alguien que espera y confía cuando no hay nada.
Y al recordar lloro, y se abre paso un rio que arrastra el odio que parecía invencible, y me pregunto ¿Quién es tan poderoso…?
El amor es el sentimiento más poderoso.

1 Juan 4:8