Amores de mentira

Me pilló en el despacho médico. Su novio se había decantado por terminar de mandarla al carajo tras un año de hacerle la comida, recogerla en el trabajo y recibir palos cada noche con visitas policiales puntuales. Todo ello a cambio de las salvajes reconciliaciones diarias para coger el sueño. El cabrón llegaba al trabajo amoratado, sin apenas dormir pero bien vacío. Lucía cómo el gusano flácido que era y que le colgaba por las mañanas.
Yo sabía muy bien como era aquella vida porque anteriormente ya la había vivido. La chica hambrienta de sexo se acercó hacia mí y comenzó a hacérmelo como hacía de aquellas. No les daré detalles. Siempre acabo cayendo, no tengo remedio. Me toca a mí ser el gusano por unos minutos.
Para finalizar la faena tuve que excitarme diciéndole que quería tener hijos con ella porque sé que eso a ella le hace entrar en calor, y además cometí la idiotez de no usar condón. Eso sí, al terminar me sentí el puñetero rey del mundo. Esa chica está loca, pero por instantes, la locura puede llevar al más dulce de los placeres. Espero que le vaya bien con el próximo novio, pero si no cura, yo me flagelo las veces que haga falta.