1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Ángela y Abigail; Una amistad para siempre

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Yaasmiinaa, 8 de Abril de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 864

  1. Yaasmiinaa

    Yaasmiinaa Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    19 de Diciembre de 2009
    Mensajes:
    26
    Me gusta recibidos:
    8
    Ángela era una chica muy soñadora, su cabeza estaba siempre llena de ilusiones que quería hacer realidad. Como toda chica adolescente quería comerse el mundo, viajar por los distintos países de él, conocer diferentes culturas, ir al concierto de su grupo favorito, vivir una historia de amor como las de las películas... No le hacía falta mucha gente a su alrededor, solo con su mejor amiga le bastaba, cuando se juntaban eran el centro del mundo, todo a su alrededor eran risas, que llamaban la atención de todo el mundo que estuviera cerca. Siempre habían estado juntas, desde preescolar, eran mejores amigas fuera y dentro del colegio, no podían pasar la una sin la otra, e incluso cuando se enfadan no duraban enojadas más de dos días, ya que su amistad era más fuerte que ninguna otra amistad que haya visto nunca. Su amiga se llamaba Abigail, era una chica de Pakistán, Ángela muchas veces imitaba su acento, porque le hacía gracia la forma en la que pronunciaba, incluso cuando Abigail hacía el Ramadán Ángela intentaba acompañarla, para que no fuera la única que pasara hambre, aunque al final cuando llegaba a casa no podía resistirse a comerse un buen trozo de chocolate.

    No se juntaban con nadie más de clase, ya que a los demás parecía no agradarles la presencia de Abigail en clase, el pañuelo que siempre llevaba en la cabeza les decía que Abigail era diferente, pero eso a Ángela no le importaba, su mejor amiga era Abigail, y nada ni nadie se lo iba a impedir, ella seguiría siendo su amiga aunque las miradas poco amigables de sus compañeros también se dirigieran hacia ella.


    Las dos chicas habían estado juntas para lo bueno y lo malo, sin nunca haberse fallado. Tenían lo que se dice una amistad de verdad, de esas para toda la vida. Pero a veces la vida es injusta con las personas que menos se lo merecen. Ángela comenzó a sentirse muy mal, y la llevaron al hospital para hacerle pruebas, Abigail siempre le acompañaba, para que no tuviera miedo, ya que a Ángela le daban miedo los hospitales.

    Estaban esperando dentro de la consulta al doctor mientras se hacían bromas y los padres de Ángela les regañaban para que no hicieran tanto ruido. Finalmente, entró el doctor, con una expresión de tristeza en su rostro.
    Cuando el doctor les dijo los resultados, los padres de Ángela la abrazaron llorando, mientras el doctor les daba instrucciones de como sería el tratamiento, que debía comenzarlo inmediatamente.
    Abigail no paraba de darle abrazos a Ángela, y de animarla diciéndo que ella era más fuerte que un cáncer, aunque bien sabía que la leucemia era casi imposible de vencer.
    Ángela era una chica fuerte, y quería seguir llendo al colegio e intentar cumplir sus sueños mientras pudiera. Muchas veces se sentía muy débil debido a la quimioterapia, y no podía asistir al colegio. Pero Abigail iba a su casa después de clase y le contaba todo, incluso Ángela seguía haciendo los deberes y estudiando. Esos días que Ángela faltaba a clase, Abigail se sentía muy sola, ya que Ángela era su única amiga y sin ella era más difícil enfrentarse a los insultos de sus compañeros por tener otra cultura y ser de otra religión.

    Ángela había perdido todo su precioso largo pelo rizado. Lloraba cada vez que veía el cepillo lleno de precioso pelo castaño, era lo que más se cuidaba porque le encantaba su cabello. Pero entendía que luchar por vivir era más importante que el pelo, que en cuanto se recuperara y dejara esos fuertes medicamentos le volvería a crecer. Abigail sabía lo mucho que le dolía haber perdido su pelo, y le regaló su pañuelo preferido, un pañuelo rosa de seda, que se lo regaló su abuela desde Pakistán, sabía que el rosa era el color preferido de Ángela.
    Ángela no quería aceptarlo ya que era el preferido de su mejor amiga. Abigail le dijo que cada vez que lo llevara puesto pensara en ella para que le diera fuerzas, y que estaba preciosa con él puesto.
    Ángela, a cambio, le regaló una pulsera que le trajo su tía de un viaje a Inglaterra. Era una pulsera de plata con un símbolo que significaba "fuerza", Le dijo que mientras la llevara puesta siempre estaría a su lado, pasara lo que pasara. Abigail jamás se la quitó desde el momento en que se la dió.

    Al día siguiente Ángela se sentía un poco mejor para ir a clase, fue junto a Abigail, como de costumbre, pero esta vez llevando el pañuelo que le había regalado su mejor amiga.
    Siempre hay gente cruel que la insultaban diciendo que Abigail le había conducido hasta su secta. No entendían nada. Ángela permaneció en clase con sus grandes ojos verdosos llenos de lágrimas.
    Por la tarde, mientras las niñas merendaban en casa de Ángela una tarta de chocolate que la vecina les había regalado, la chica del pañuelo rosa comenzó a sentirse muy mal, se desmayó y corriendo los padres la llevaron al hospital. Esta vez Abigail no pudo ir con ella, pero los padres de Ángela informaron a los padres de su amiga, contándoles la mala noticia: Ángela ya no respondía a la quimio, necesitaba un transplante de médula osea urgentemente.
    Tenían que buscar a alguien compatible, pero Ángela no tenía hermanos, y sus padres no eran compatibles.

    Abigail no quería permitirse perder a su mejor amiga, así que convenció a sus padres para que les dejara hacerse la prueba de compatibilidad. Ángela no quería que sufriera por ella, pero Abigail le contestó que sin ella no sería feliz, así que haría todo lo que estuviera en sus manos para salvarla, porque tenían que viajar juntas por todo el mundo y tenían que conocer a sus ídolos.

    Desgraciadamente, Abigail no era compatible con la niña.

    Ángela ya estaba demasiado débil, ya no podía ir a clase, ni salir a la calle, ni incluso ir a casa, tenía que estar en la cama del hospital. Abigail pasaba con Ángela todas las tardes en cuanto salía de clase, las niñas, como buenas amigas, en los peores momentos de la vida de Ángela estaban más unidas que nunca, la amistad de estas niñas era envidiada por todos los demás pacientes del hospital.
    Ángela estaba muy cansada, y se quedó dormida mientras Abigail le contaba como sería el viaje que llevaban planeando años para ir en cuanto cumplieran los 18 años, mientras los padres de Ángela reían por las cosas que decía, pero Ángela no tuvo fuerzas de volver a despertar.

    Abigail estaba destrozada, no pudo decirle lo mucho que la quería, no pudo decirle adiós.
    El entierro fue muy duro para todos, sobre todo para sus padres, pero Abigail compartía el mismo dolor. Había perdido a su otra mitad.

    Abigail, al igual que Ángela, fue fuerte y fue al instituto, soportando toda clase de insultos hacia su religión. Al principio fue duro, ya no tenía a Ángela para animarla nunca más. Pero se miró el brazo izquierdo, y vió la pulsera que le había regalado su amiga. De repente sintió algo en su interior que le decía que Ángela seguía con ella, que jamás la abandonaría. Abigail comenzó a mejorar sus notas, y, aunque a veces le parecía difícil y se hundía por los insultos de sus compañeros, recordaba a su mejor amiga, y eso le daba fuerzas para seguir adelante, incluso a veces se reía al recordar los chistes que Ángela le contaba sobre sus compañeros para animarla.

    Abigail logró graduarse y estudiar periodismo en la universidad. Nada ni nadie se lo impedió, ni sus nuevos compañeros, ni su cultura.

    Al acabar la universidad Abigail consiguió trabajo en un famoso periódico, esto le proporcionó el dinero suficiente para realizar el viaje que su mejor amiga y ella siempre habían soñado.
    Abigail hizo las maletas, y lo preparó todo, decidió ir ella sola, sabía que Ángela estaba con ella, durante ese viaje a África, la pulsera brillaba de una manera especial.

    Una noche de verano en Uganda, durante el viaje, Abigail salió del hotel y se sentó en el asfalto, mirando a las estrellas del cielo. Seguidamente, se miró la pulsera, y vió ese brillo especial que perdió durante el paso del tiempo. Abigail sabía que Ángela seguía a su lado, y que estaba feliz por haber cumplido su sueño.

    Y es que las amistades de verdad, son para siempre.
     
    #1
    Última modificación: 8 de Abril de 2013

Comparte esta página