Ansiedad

Se desencadenan los mounstruos. Huyen de la caja de color café en donde las metí. Encienden sus ojos y comienzan a caminar lento, pausado, entre un aire gelatinizado, áspero para mi cuerpo. El temblor comienza, no en mis pies, sino en medio de mi plexo, cerrando un poco mi garganta, incrementando mis latidos y la velocidad de mi respiración.
De pronto, todo se targiversa. Se agrandan mis ojos por dentro. Confusión, confusión...más latidos.
Ahora el viento es de piedra. Soy de agua, no de aceite; luego entonces, la vida no se impregna ni yo a ella. No se me permite avanzar.
Los pasos que voy dando, flotan.
Si volteo a ver hacia el otro lado, es sólo para contar las sombras y exhalaciones.
El rescate no llega y no me queda otra opción: repetir, repetir, repetir. Se van.
Unos días más tarde, regresan más fuertes, con el fango entre los dedos y los dientes. Ahora no alcanzo a ver sus ojos, pero sé que su amenaza es mayor.
Me rindo, regreso a la esclavitud que les habia contruido: pensando....contando....ya no hay canto bajo el agua, sino entumecimientos en la cama, en los vellos apurados por sobrevivir.
Dentro de mií se cambia la página, el aire está lleno de espinas, pero no me afecta. Sin mbargo, ya no siento, no hablo, no vivo. Me doy cuenta de que he adquirido una libertad limitada, un fraude, una mala inversión.
Bajo la cabeza, me conformo con avanzar, sin cautela, pero con coraje. Sin palpitar, pero con mi corazón tornándose al color de aquella noche, cuando me encontraba construyendo un rompecabezas que sería mi única posesión... hasta hallar la llave.

KadelumKarla