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Ante imagenes y la narcoguerra

Tema en 'Prosa: Sociopolíticos' comenzado por Rafael Michel, 16 de Enero de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 1180

  1. Rafael Michel

    Rafael Michel Poeta recién llegado

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    2 de Diciembre de 2008
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    1
    Rafael Michel
    Los mexicanos:
    Con escolaridad de calidad infame.
    Pobres.
    Amenazados por la inseguridad.
    Sin empleo fijo.
    Ingresos miserables.
    Con el Partido Revolucionario Institucional perdonado,y...
    Decepcionados con funcionarios emanados del PAN, numerosos, añaden la imagen de la Santa Muerte o de santos yoruba a sus estampitas de San Judas Tadeo y la Virgen de Guadalupe.
    Como quien juega melate después de comprar boleto de Lotería, para enfrentar la situación del 2010 y la segunda década de éste siglo.
    Las posibilidades o expectativas de una respuesta positiva a su esperanza por parte de entidades supraterrenales. ¿Qué mejor época para el mercado religioso que la de crisis?
    Hagamos un análisis:
    Del periodo que va de 2003 a 2009 se registraron ante la Secretaría de Gobernación mil 61 asociaciones religiosas más a las seis mil 113 que había, lo que da un total de siete mil 174. De ellas, casi todas son cristianas (mayoritariamente evangélicas y católicas), excepto por 17 que son orientales (budistas, hinduistas y krihsnas), nueve judías, dos islámicas y cuatro clasificadas en la curiosa denominación “nuevas expresiones”. Una de estas últimas se denomina Iglesia Mexicana “La Mujer Hermosa Vestida del Sol”, que se basa en las revelaciones del “último testamento” por parte de un “enviado de dios”, un tal “Roque Rojas”, de mediados del siglo XIX, culto que supuestamente tiene devotos al menos desde el año 2000, que tiene una sede en Tulancingo, Hidalgo, y otra en Pantitlán, en la zona limítrofe del municipio de Nezahualcóyotl con el Distrito Federal, que cuentan con tres y ocho ministros, respectivamente.
    Si hubiera una premiación a las asociaciones religiosas, como se hace con las películas, los discos o los programas de televisión, la Iglesia Universal del Reino de Dios ganaría varios de ellos. Uno sería el de revelación a la religión cristiana de la década; otro, el de más milagros efectuados en vivo y televisados (milagro garantizado o la devolución de su diezmo; viernes dos funciones); y también el de efectos especiales. Construida su marca bajo el atractivo concepto rector: “Pare de sufrir”, esta asociación religiosa registrada en 2001 cuenta ya con 268 ministros para 127 puntos de “encuentro con dios” distribuidos en todas las entidades del país.
    Vista esta demanda de esperanza, y no obstante el descrédito de algunos jerarcas de la Iglesia católica, la institución guadalupana cuenta con 72 por ciento de encuestados que la consideran “muy confiable”, por encima del Ejército (67 por ciento) y el Instituto Federal Electoral (66 por ciento), no debe entonces extrañarnos que un presidente cuestionado en su legitimidad haya comenzado su sexenio con casaca militar y hecho de su gobierno una guerra en vez de una inviable agencia de empleo, a la vez que su partido alienta una agenda legislativa y votaciones en congresos de todo el país que parece propia de la agenda y objetivos del clero más ortodoxo. Si a eso añadimos que la familia es la institución que goza de mayor confianza (93 por ciento), guarda sentido mantener indefinidamente una guerra “para que la droga no llegue a tus hijos”. Mientras tanto, su adversario, el presidente legítimo, se atrincheró en dos de las instituciones que menos confianza inspiran: los partidos políticos y los legisladores que dirige. El inconveniente es que sólo 11 por ciento de encuestados considera que los diputados y senadores toman en cuenta los intereses de los ciudadanos y apenas el cuatro por ciento dijo tener mucha confianza en los partidos.
    Con todo tino rebasar a las iglesias por la derecha, si consideramos que la identidad partidaria (perredista, priista o panista) es irrelevante en posiciones que implican estar de acuerdo o en desacuerdo en temas como el uso de anticonceptivos y el aborto. En una encuesta de Mitofsky solamente 35.8 por ciento aprueba la interrupción del embarazo, 70.1 por ciento la píldora del día siguiente, 87.7 por ciento el uso de anticonceptivos —en general— y 94.3 por ciento el condón. Al menos en esta encuesta de 2008, fueron perredistas quienes más se opusieron a los anticonceptivos, la píldora del día siguiente y el aborto. No debe extrañarnos tampoco que legisladores de congresos locales, pertenecientes a todos los partidos, hayan votado para conculcar el derecho a decidir de las mujeres y a favor de lo que han argumentado como derecho a la vida.
    A fin de cuentas la democracia es tema de unos cuantos. Sólo 55 por ciento de los encuestados señaló estar de acuerdo con que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. El 60 por ciento tiene poco interés o nada en la política. Sólo nueve por ciento dice interesarse mucho en ella y 25 por ciento “algo”. A la pregunta: “¿Es usted de izquierda o derecha?”, 42 por ciento no respondió o no supo qué contestar (pregunta para intelectuales).
    Y a pesar de los pesares uno de cada seis dice nunca llorar y más de la mitad asegura que sonríe en forma frecuente. Inverosímil, pero cuatro por ciento afirma nunca enojarse. México —las mexicanas y los mexicanos— sigue siendo parecido a la película Mecánica Nacional, de Luis Alcoriza (1971): un enorme estacionamiento improvisado, hacinamiento caótico en el que no se puede ir a ningún lado y el tiempo se va esperando a que pase algo para ir a hacer nada a otra parte. Mientras tanto, a pachanguear y matarse. ¿A poco no?
    ¿Qué tan representativo es este municipio respecto a México entero? ¿Y el singular morador del cráter del volcán, qué tanto se asemeja al promedio de los 107.6 millones de mexicanos que hay en el territorio nacional? Puede asegurarse que no son excepciones, pues 24.2 millones viven en 184 mil 738 localidades de menos de dos mil 500 habitantes. Redondeando cifras, uno de cada cuatro mexicanos vive en un muy pequeño poblado rural (que en promedio sería de 131 habitantes). Y si consideramos los de menos de 15 mil, tres mexicanos de cada 10 viven en alguno de ellos. El total de municipios en el país es de dos mil 438. De ellos, en 902 todas sus localidades son menores a dos mil 500 habitantes. A éstos son a los que oficialmente se les considera completamente rurales, como 81.9 por ciento de las circunscripciones de Oaxaca. San Pedro Lagunillas no pertenece a éstos sino a los que definen como parcialmente rurales.
    [SIZE=3]En contraste, hay 11 zonas metropolitanas en el país con más de un millón de habitantes en cada una, 80 ciudades medias de entre 100 mil y menos de un millón de pobladores, y 273 localidades de entre 15 mil y menos de 100 mil personas. De modo que durante la segunda mitad del siglo XX México se urbanizó de manera importante, pero aún en la primera década del presente siglo una muy importante parte de su población sigue apegada a actividades económicas —agropecuarias— y organizaciones sociales —comunitarias— propias de lo rural; perduran inclusive en el Distrito Federal, donde siete de 16 delegaciones son consideradas así por su Gobierno conforme a la Ley de Desarrollo Rural Sustentable local. Éstas son: Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco, en las que se asientan 50 pueblos originarios (fundados antes de la Conquista o en los primeros años del Virreinato), se cultiva maíz, nopal o flores en parcelas, ejidos y propiedad comunal, y se crían vacas, borregos y aves de corral. En la Delegación Tláhuac, por ejemplo, donde 1.5 por ciento de su población habla una lengua indígena, está urbanizado 28 por ciento de su territorio, hay cuatro mil hectáreas para agricultura y el resto es reserva ecológica. Precisamente, El guardavolcán de Lagunillas, [I]Juan José[/I] (como arbitrariamente lo llamo) me recuerda a don Julián Santana Barrera, ermitaño que hasta hace menos de 10 años, cuando falleció ahogado, habitaba una choza sobre su chinampa, en la laguna de Teshuilo, Xochimilco, hoy conocida como [I]La Isla de las Muñecas[/I] por tener a decenas de ellas amarradas en sus paredes y a la redonda. Y seguramente hay más de algún singular personaje que tiene su hogar en un panteón, una cueva o mina entre las barrancas de la Delegación Álvaro Obregón, en el bosque de pino en la Sierra del Ajusco, en Tlalpan, o en uno de los tres cráteres de los volcanes que hay en Tláhuac.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Esta coexistencia y mixtura entre lo urbano y rural se halla también en los municipios conurbados de la capital, así como en las otras zonas metropolitanas del país. Paralelamente, la vida rural, inclusive en muchas de las comunidades de menos de dos mil 500 habitantes, adquiere rasgos de modernidad —más que de urbanidad—, tanto por influencia de las telecomunicaciones y abaratamiento de dispositivos tecnológicos como por los flujos migratorios de algunos de sus miembros que van y vienen —o sólo van— a Estados Unidos. Y también, de manera importante, por numerosos programas gubernamentales de combate a la pobreza y desarrollo social.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Cuando se pregunta por las causas de la pobreza, generalmente suele suponerse y decirse en primer lugar que la responsabilidad o culpa es de políticos y malos gobernantes en general; pero si observamos unos cuantos datos sobre la demografía del país podemos reconocer que la dispersión de la población en un territorio de dos millones de kilómetros cuadrados, con decenas de miles de localidades en zonas orográficas agrestes —donde la gran mayoría de la gente es pobre o extremadamente pobre— encarece y complica la provisión de servicios públicos y la instalación de infraestructura para el desarrollo. De modo que el abatimiento de la pobreza no es sólo un asunto de buena o mala voluntad, sino también de la disposición de cuantiosos recursos y conocimiento especializado que permita, de manera estratégica, emplearlos con eficacia y eficiencia.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Para mayor complicación, a la dispersión se añadió el crecimiento exorbitante de la población, que se cuadruplicó durante la segunda mitad del siglo pasado a causa de la tasa de natalidad (la cual comenzó a reducirse hace 25 años con el primer plan nacional de población) y porque se duplicó la esperanza o expectativa de vida. Es decir, en pocos años hay mucha más gente que vive mucho más años, que es mayoritariamente pobre, y demanda educación y atención médica gratuitas, seguridad, acceso a la justicia, empleo, vivienda y obra que le provea servicios (agua potable, electricidad, drenaje y caminos, al menos y puesto que son monopolios estatales).[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]A mediados de la década de los sesenta se alcanzó el máximo nivel histórico en natalidad, cuando llegó a 7.3 hijos en promedio, que desde entonces ha venido reduciéndose gracias, en buena medida, a las políticas públicas de planificación familiar, hasta llegar a una tasa de 2.8 el año pasado. En consecuencia el promedio de edad ha venido incrementándose. Durante muchos años México fue mayoritariamente juvenil, inicia la nueva década como un adulto treintañero.[/SIZE]

    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Ante la limitada atención a estas demandas, los flujos migratorios han venido transformándose. Durante los sesenta y setenta apuntaban de todo el país hacia las zonas metropolitanas del Valle de México y de Guadalajara, principalmente, y luego hacia Estados Unidos; pero desde mediados de los ochenta los patrones de emigración han ido dirigiéndose cada vez más menos hacia la capital del país o de las entidades y apuntan de manera creciente al país vecino. Inclusive el Distrito Federal y municipios conurbados como Nezahualcóyotl se han vuelto puntos de origen migratorio hacia Estados Unidos. El único destino importante de emigración dentro del país que no está en la frontera norte, es Cancún, uno de los pocos lugares donde hay oferta laboral, por lo que no es extraño hallar trabajando allá a defeños.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]La emigración a Estados Unidos se ha vuelto tan importante como numerosa, al punto que en 1970 la población mexicana que radicaba en ese país era de 800 mil; en tanto que para 2007 llegó a 12 millones; y si consideramos a sus descendientes nacidos allá, el total llega a cerca de 30 millones. Un dato constantemente repetido es que el dinero que los connacionales envían como remesa desde Estados Unidos a sus familiares en territorio nacional es la segunda fuente de ingresos para el país después del petróleo, pero uno mucho más interesante y menos expuesto mediáticamente es que la cantidad de pobres que se redujo durante el sexenio pasado, como supuesto éxito de los “programas sociales”, equivale al número de mexicanos que cruzaron ilegalmente la frontera estadunidense. En promedio, durante los últimos 30 años, la cantidad de mexicanos que anualmente emigra a Estados Unidos se triplicó de 136 mil a 460 mil De acuerdo con un boletín del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), con fecha de 29 de diciembre de 2009, en el periodo que va del segundo trimestre de 2006 al tercero del año pasado, 2.76 millones de mexicanos emigraron al extranjero. La fuente no especifica el destino de ellos, pero indudablemente que en su inmensa mayoría se han dirigido a Estados Unidos en busca de trabajo. Se trata de la diáspora más grande del mundo establecida en un país. De acuerdo con cálculos de la ONU (2006), México figura como el país con el mayor número de personas que anualmente establecen su residencia en el extranjero. Más que China o India. Prácticamente todo el territorio mexicano registra incidencia migratoria internacional, puesto que desde el año 2000, 96.2 por ciento de los municipios experimenta algún tipo de relación con ella.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Además de Lagunillas, en el país hay 48 municipios que se llaman San Pedro. El más conocido de todos es, por supuesto, el de Garza García, en la zona metropolitana de Monterrey, Nuevo León. ¿Pero quién que no sea de San Pedro Ocopetatillo y sus alrededores a oído hablar de éste, que es uno de los 40 [I]San Pedro[/I] que hay en Oaxaca? Entre uno y otro hay diferencias —desigualdad— extremas. En una escala de medición en la que 1.0000 sería el de una sociedad que ha logrado que las condiciones para el desarrollo de todos sus miembros corresponda al máximo ideal, llamada Índice de Desarrollo Humano (IDH), y su rango opuesto de 0.0000 en el que serían las peores concebibles, la oficina para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México evalúa al San Pedro regiomontano (que tiene una población de 125 mil 978) con un IDH de 0.8897 y a su tocayo mazateco (de 877 habitantes), con 0.5312. Y el de Lagunillas está en un nivel intermedio, 0.7703. En una perspectiva comparada, el primero goza de un nivel de desarrollo cercano al grupo de los países con un muy alto IDH; el segundo es equivalente al de Sudán e inferior a los de Kenya, Bangladesh y Haití, cerca de los 22 países con desarrollo más bajo en el mundo; y el del tercero es similar al de Túnez o Jordania, países con un desarrollo medio. En cuanto al ingreso per cápita anual, los de Nuevo León ganan 166 mil 787 pesos, los oaxaqueños siete mil 442 y los nayaritas 36 mil 705. Si bien Garza García es un municipio sumamente rico, para efectos estadísticos y de evaluación del PNUD, está detrás de la delegación Benito Juárez que tiene el IDH más alto del país, que de manera comparada es superior al de la República Checa o Portugal. Es curioso que sea esta delegación con colonias más bien de clase media, como Del Valle y Narvarte, y que no sea la delegación Miguel Hidalgo, en la que se encuentran Las Lomas y Polanco. Es, ni más ni menos, un asunto de promedio: no hay grandes contrastes en la Benito Juárez. Algo similar pasa con los resultados en cuanto a educación y salud. La entidad con mayor desarrollo en cuanto educación es San Sebastián Tutla, le sigue la Delegación Benito Juárez y luego está Guelatao de Juárez, también en Oaxaca. El indicador no resulta de las licenciaturas o posgrados obtenidos por los pobladores de esas demarcaciones sino del abatimiento del analfabetismo entre los adultos, de tener una cobertura casi completa en los niños de primaria y secundaria, así como de lograr que la mayoría de los adolescentes asistan al bachillerato y lo terminen. Y, especulando, tal vez de la determinación de algún gobernador para lograr un resultado así, que se presente como emblemático, como en el que dio a luz al Benemérito. En cambio, los promedios de Garza García y Miguel Hidalgo bajan por la servidumbre que tienen de planta, porque ahí es su lugar de residencia; mientras que en Benito Juárez el trabajo doméstico profesional se da frecuentemente en la modalidad de [I]entrada por salida[/I], es decir, por personas que residen fuera de la delegación.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]Las diferencias entre los distintos [I]San Pedros[/I] son una muestra de lo que se presenta en todo el país: México no es sólo un país pobre, sino tremendamente desigual. Doblemente pobre, valga la expresión, si nos atenemos al concepto de que una choza junto a otra es pobreza; pero una choza junto a un castillo es miseria. El dato más contundente sobre la desigualdad imperante es que del total de los ingresos de los 26.73 millones de hogares que hay en el país, 10 por ciento de los más pobres obtiene 1.66 pesos de cada 100, mientras que 10 por ciento de los más ricos gana 36.30. La suma del sesenta por ciento de los hogares de menores ingresos en el año 2008 no llega ni a 27 de cada 100 pesos. A lo largo de la década actual casi no ha variado esta distribución del ingreso.[/SIZE]
    [FONT=Times New Roman][SIZE=3]A los problemas del crecimiento poblacional y la persistencia de la desigualdad se añaden complicaciones por problemas de finanzas públicas. De tal modo que cuando se mejora algo, se empeora en otra cosa. Por ejemplo, los esfuerzos de la política social por brindar asistencia o protección se reflejan en el porcentaje de hogares que no contaban con seguridad social ni eran protegidos por la cobertura de algún programa, que disminuyó de 89.1 por ciento a 38.3 por ciento entre 1992 y 2006, y a 31 por ciento en 2008. Pero, por lo que respecta a la seguridad social, los porcentajes de la población ocupada que no son derechohabientes de alguna institución formal no han mejorado. Este indicador no se ha reducido desde 1992, pues 64.1 por ciento de los trabajadores —dos de cada tres— no eran derechohabientes de alguna institución de seguridad social en 1992 y en 2008 la cifra llegó a 65.2 por ciento. [B](Fuentes, instituciones gubernamentales.)[/B][/SIZE][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT][/FONT]
     
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