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Antonieta

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Russell Ramos, 30 de Noviembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 349

  1. Russell Ramos

    Russell Ramos Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    2 de Diciembre de 2009
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    Te recuerdo Antonieta, siempre sentada sobre las flores, a veces en tulipanes y otras tantas en margaritas, contando historias maravillosas a los niños, mientras esperaban que les sorprendiera la tarde, pienso en aquella mañana que tropezamos la mirada, ibas con tu vestido de cielo y tu collar de primavera, me despertaste el instinto con una sonrisa y de la torpeza me salvó un <<hola>> vuelto comedia por la sinceridad de tus gestos, recuerdo que te invité a pasear por el parque, dudaste un poco al aceptarlo porque tu madre te prohibía hablar con muchachos, tal vez por temor o quizá por capricho, pero Antonieta me detuviste la galantería de golpe y de ti brotaron fuegos artificiales que llenaron las nubes de esmeraldas, mis ojos eran ventanales, que dejaban entrar la calidez de tus pliegues esa tarde inquieta.


    Se nos pasaron las horas entre risas y palabras, la luna nos encontró de repente, sonriendo cómplice de nuestra escena. Justo a la puerta de tu casa, en medio de un “hasta luego” con sabor a victoria te robé un beso, la noche se escondió bajo las piedras, el cielo era del carmesí de tus labios, llevabas el valor en la lengua y me rodeaste con tus brazos de mujer amante. Cada paso de regreso a mi cama fue solo un escalón para aumentar las ganas de sostenerte frente a mí, decirte que se nos rompió el amor y ahora inunda las calles del pueblo, dormí soñando por primera vez en años.


    Desperté jovial y corrí a los campos a preguntar por ti, ni las margaritas, ni los tulipanes te mencionaron, los niños te esperaban menos que yo, pero las mariposas amarillas me contaron del parque donde estuviste pintando el amanecer para que pudiera verlo, no me bastó con encontrarte, tuve la necesidad de gritar tu nombre, quemaba como fuego en mi garganta, has sido la verdad más grande que se ha dicho con mi voz. Corriste hacia mí y encajamos de manera perfecta, me llenaste de besos el rostro, solo te detuvo el pudor al darte cuenta que los árboles nos observaban animados, convirtiendo sus hojas en aves y dejándolas volar.


    Así pase calendarios enteros contigo, hasta que la eventualidad de los sentimientos nos regaló un hijo. En el pueblo se rumoraba de ti y de mí, con nuestro amor tan pecado y nuestro actuar tan delito. Las personas comentan, pero no entienden que en libertad es la mejor manera de tenernos.


    Los meses desaparecían solos y logramos la bendición de tus padres, se te llenaban los ojos de lágrimas al ver la cuna que había construido para el pequeño, pedías que se llamara Fernando mientras te acariciabas el vientre, cuando yo bañado en la ironía de la naturaleza esperaba una niña para nombrarla Camila.


    Llegaron los dolores dulces de una madre, medio pueblo recorrí hasta dar con la partera quien aceptó complaciente a ayudar ese cinco de abril. Después de horas sentado frente a tu padre quien se lamentaba con cada quejido de su hija, ¡te juro que esperé Antonieta!, hasta el cansancio para ver a mi familia construida al fin, pero el destino tenía otro planes para ambos, se atrevió a recordarnos que la realidad podía acabar con cualquier sueño cuando le diera la gana.


    Al salir de la recamara tu madre, partida la pobre en llanto me presento a un niño con la mirada inquieta, de piel tibia y escaso cabello, llorar frente a él me pareció impropio, lo recibí con los amores amarrados por un listón verde y le prometí tu amor también. Esa noche no dormí ni las mil siguientes, te extrañábamos ambos.


    Te recuerdo Antonieta, luego de tantas lunas y unos cuantos soles, Fernando aprendió a sonreír y a contar historias en el parque, vivimos en la calle margarita, casa color cielo y ventanas de primavera.
     
    #1

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