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Antonin Artaud

Tema en 'Poetas famosos, recomendaciones de poemarios' comenzado por danie, 26 de Agosto de 2022. Respuestas: 1 | Visitas: 303

  1. danie

    danie solo un pensamiento...

    Se incorporó:
    6 de Mayo de 2013
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    Antonin Artaud: poeta francés nacido en Marsella en 1896.
    Desde muy pequeño presentó cambios de comportamiento que motivaron su reclusión en sanatorios mentales en diversas ocasiones.
    En 1920 se radicó en París y publicó los primeros versos bajo el título "Trictac del ciel" en 1924. A raíz de su amistad con André Breton, asumió el cargo de director de la oficina de investigaciones surrealistas, alternando su trabajo con la escritura de ensayos, guiones de películas y su sobresaliente obra poética "El ombligo de los limbos".
    En el año de 1936, su interés por la cultura solar lo llevó a convivir con los indios Tarahumaras en México.
    Después de varios años de reclusión psiquiátrica, publicó en 1947 el ensayo "Van Gogh le suicidé de la Société" , galardonado al año siguiente con el Prix Saint-Beuve.
    Murió en marzo de 1948 en el asilo de Ivry-sur-Seine.



    Los enfermos y los médicos


    La enfermedad es un estado,
    la salud no es sino otro,
    más desagraciado,
    quiero decir más cobarde y más mezquino.
    No hay enfermo que no se haya agigantado, no hay sano que un buen día
    no haya caído en la traición, por no haber querido estar enfermo,
    como algunos médicos que soporté.

    He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar estándolo,
    pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios
    sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que:
    BASTA LA SALUD

    Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque es espantoso.
    Espantoso, espanto, formado de espantoso.

    Curar una enfermedad es criminal
    Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso que la vida
    Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.

    Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína o morfina.
    Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
    la ictericia y su perfidia
    mucho más que toda euforia.

    Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
    -pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta años que tengo de vida-
    me dará
    mi opio,
    -este ser-
    éste
    cabeza ardiente que llegaré a ser, opio de la cabeza a los pies.
    Pues,
    la cocaína es un hueso,
    la heroína, un superhombre de hueso.

    Ca itrá la sará cafena
    Ca itrá la sará cafá

    y el opio es esta cueva
    esta momificación de sangre cava ,
    este residuo de esperma de cueva,
    esta excrementación de viejo pillete,
    esta desintegración de un viejo agujero,
    esta excrementación de un pillete,
    minúsculo pillete de ano sepultado,
    cuyo nombre es:
    mierda, pipí,
    Con-ciencia de las enfermedades.
    Y, opio de padre a higa,
    higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
    es necesario que su polvillo vuelva a ti
    cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.

    Por eso considero
    que es a mí, enfermo perenne,
    a quien corresponde curar a todos los médicos,
    -que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
    y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de enfermo,
    imponerme su insulinoterapia,
    salvación de un mundo postrado.

    Publicado en "Les Quatre Vents", N°8 (1947)
    Versión de Aldo Pellegrini



    Poeta negro

    Poeta negro, un seno de doncella
    te obsesiona
    poeta amargo, la vida bulle
    y la ciudad arde,
    y el cielo se resuelve en lluvia,
    y tu pluma araña el corazón de la vida.

    Selva, selva, hormiguean ojos
    en los pináculos multiplicados;
    cabellera de tormenta, los poetas
    montan sobre caballos, perros.

    Los ojos se enfurecen, las lenguas giran
    el cielo afluye a las narices
    como azul leche nutricia;
    estoy pendiente de vuestras bocas
    mujeres, duros corazones de vinagre.

    De "L'Ombilic des limbes"
    Versión de Aldo Pellegrini





    Texto surrealista

    El mundo físico todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de agua que refluye.Pero algo sucedió de golpe.
    Nació una arborescencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.
    Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes, y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos
    de soles y las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el vientre que faltaba.
    Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.
    La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha congelado.
    Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio del vientre desnudo y privado de hielo,
    y ascienden soles dados vuelta y que se miran, lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.
    La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.

    Publicado en "La Révolution Surréaliste", N° 2 (1925)
    Versión de Aldo Pellegrini




    "Sé que tengo cáncer. Lo que quiero decir antes de morir es que odio a los psiquiatras. En el hospital de Rodez yo vivía bajo el terror de una frase: "El señor Artaud no come hoy, pasa al electroshock". Sé que existen torturas más abominables. Pienso en
    Van Gogh, en Nerval, en todos los demás. Lo que es atroz es que en pleno siglo XX un médico se pueda apoderar de un hombre y con el pretexto de que está loco o débil hacer con él lo que le plazca. Yo padecí cincuenta electroshocks, es decir, cincuenta estados de coma. Durante mucho tiempo fui amnésico. Había olvidado incluso a mis amigos: Marthe Robert, Henri Thomas, Adamov; ya no reconocía ni a Jean Louis Barrault. Aquí en Ivry sólo el doctor Delmas me hizo bien; lamentablemente murió...
    -Estoy asqueado del psicoanálisis, de ese "freudismo" que se las sabe todas".

    Antonin Artaud 1896-1948
     
    #1
    Última modificación: 26 de Agosto de 2022
    A Rosmery Pinilla Acosta le gusta esto.
  2. danie

    danie solo un pensamiento...

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