1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Aquellos años que perdimos misteriosamente

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por posman, 9 de Noviembre de 2024. Respuestas: 1 | Visitas: 147

  1. posman

    posman Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    4 de Diciembre de 2022
    Mensajes:
    19
    Me gusta recibidos:
    28
    Género:
    Hombre
    De vez en cuando echo la vista atrás para recordar que yo nací en un pueblo que tenía escuela en donde éramos un buen montón de niños y niñas. No sé por qué pero yo casi siempre estaba metido en alguna travesura, —cosas de niños, diría sin ningún temor —. Entonces la maestra me castigaba a mirar una pared durante un buen rato. He de reconocer que recuerdo aquella maldita pared como si la estuviera viendo ahora mismo. Y todo ello por culpa de una niña de pelo rubio con coletas que, en cuanto yo movía un dedo se chivaba a la maestra delantando mis maléficas intenciones. Mi venganza no se hacía esperar; procuraba sentarme detrás de ella y.., cuando la maestra escribía en el encerado, yo le tiraba de las coletas con cierto ensañamiento. Ella se lo decía inmediatamente a la maestra pero, ésta, como no veía mi acción no podía hacerme nada. Aparte que yo en ese momento ponía cara de bueno, como si nunca hubiera roto un plato, reflejándose en mi cara una gran satisfacción, que por desgracia, duraba poco tiempo, pues enseguida volvía a estar en el ojo del huracán y.., otra vez mirando aquella pared.
    No sé en qué hubiera acabado todo ese rifirrafe, pero cuando tenía seis años mis padres decidieron irse de aquél pueblo. El caso es que no volví a él hasta que yo ya era un aprendiz de adulto y, mira tú por dónde, me encontré con ella. Seguía teniendo el pelo rubio, aunque sin coletas. Acercándose a mí y sin dejar de mirarme con mucha atención, me dijo:
    —¿Te acuerdas cuando éramos niños en la escuela y..?
    —No... Le respondí rápidamente sin darle tiempo a que terminara su elocución.
    Ella no dijo nada más.., aunque seguía mirándome sin perderme de vista. Mientras yo no paraba de mirar, con cierto desimulo, mi reloj de pulsera cómo la manecilla del segundero se movía despacio.., muy despacio.
    Creo, sin temor a equivocarme, que en aquél momento me gané el infierno del olvido de una tacada...
     
    #1
    Última modificación: 10 de Noviembre de 2024
    A AnonimamenteYo y Alde les gusta esto.
  2. Alde

    Alde Miembro del Jurado/Amante apasionado Miembro del Equipo Miembro del JURADO DE LA MUSA

    Se incorporó:
    11 de Agosto de 2014
    Mensajes:
    15.350
    Me gusta recibidos:
    12.920
    Género:
    Hombre
    Una interesante y reflexiva lectura.

    Saludos
     
    #2

Comparte esta página