Aquellos recuerdos

Ayer todas las luces brillaban en la ciudad.
Llame a Ivonne y se lo dije, “¿sabes que las luces de la ciudad brillan?”, ella se hizo la tonta, pero tenía tantas ganas de verme, como yo de hacerle el amor. Al final quedamos para hoy, ahí viene, aparece, ya la veo a lo lejos, sonriendo.
Me coge de la mano.
La llevo a pasear por el puerto.
Le cuento cosas que ni yo mismo se, lo bonita que es la vida y todo eso; soy un tipo con verborrea.
Ella lo sabe, así que termina por no creerme cuando al pedirme que la lleve a la feria le respondo con “no, no caben mas atracciones”.
Por supuesto, la llevo, paseo por la feria y no se que hago allí sin estar borracho.
Mi padre, nunca me quiso traer de pequeño, según decía, solo lo peor de la ciudad se arrima a este tipo de sitios.
Llevaba razón, probablemente por eso mismo yo no falto ningún año.
¿Vamos a la noria?, allí, le meto mano a Ivonne, que se sonroja pero se deja. Un tipo gris está vomitando en la cabina de al lado y lo único que me apetece es darle de ostias una vez que llegue abajo, pero al pisar tierra no le pegaré porque Ivonne lo impedirá.
Miraré a ese imbecil con cara de pocos amigos y le diré que me he quedado con su geta. Ivonne se sentirá protegida estando a mi lado, asíque la montaré en el coche, pondré un par de rayas, aún sabiendo de antemano que ella rechazará la suya.
Cuando se lo haga a Ivonne, la dejaré en casa y llamaré a Eric, o a David, a quien quiera que este despierto. Luego montaremos una buena.
La ciudad estaba demasiado despierta y nosotros demasiado salvajes, como auténticos “wild horses” que cantaba Mick Jagger con esos labios que parecen coños.
Toca ir al presente, porque todo aquello ya ha pasado, y yo estoy en mi cama con una tremenda resaca.
Que alguien me traiga un par de cervezas, joder. Me pinto una raya sobre el CD de Otis Redding y me siento mal. Pero al menos me siento. Me apetece asomarme a la terraza, descalzo, que el viento azote mi cara mientras yo grito alguna estupidez que, al menos, suene reivindicativa.
Vibra el móvil, es Ivonne, debe pensar que me acuerdo de ella pero se equivoca. No puedo más.
Miro a la derecha, no se como es posible que no me haya dado cuenta hasta ahora de que Eric se ha quedado a dormir. El cabrón, parece que esta muerto: no ronca, ni respira, ni parece hacer nada de lo que hacen los vivos. Pienso que todo esto debe acabar algún día, pero no será hoy.
Me acuerdo de mi madre… de su oferta, de su oferta y de mi rechazo.
Pongo música, así me calmare, debo intentarlo al menos, Aarón Neville canta Tell Like It Is a todo volumen, y Eric deja de hacerse el dormido, abre los ojos como diciendo “baja eso de una vez, tronco”.
Pienso… el cabrón de Eric no debe saber ni dónde está.
[FONT=Raavi]Me voy a la ducha, abro el grifo. Por dios que sea rápido, al fin
[FONT=Raavi] empieza a caer el agua, lentamente, y me acuerdo de cuando vivía en el viejo barrio, en esa casa destartalada, pero que al menos, tenía patio.
[FONT=Raavi] Malditos recuerdos.
[FONT=Raavi] Recuerdo lo que me gustaba estar en ese patio cuando llovía, lo que me chiflaba pensar que no había nada mas triste ni mas hermoso a la vez, con ganas de llorar, y sintiendo al mismo tiempo que todo aquello era extraordinario.
[FONT=Raavi]Papa murió. y vendimos la casa.
[FONT=Raavi] Mi hermano murió también, poco tiempo después, así que tuve que dejar de estudiar y empezar a trabajar reponiendo alimentos en el súper del nuevo barrio.
[FONT=Raavi]Allí conocí a la chica de anoche, ella era cajera. “¡¿QUE COÑO HACES?!”. Eric se ha metido en la ducha con un “venga joder, como que no nos hemos duchado juntos en los vestuarios” y pienso que lleva razón pero me salgo. Caliento café, dicen que es el dulce despertar, y tras ponerme otra raya y jurarme, por, no recuerdo que vez, que esa será la última, llamo a mi madre, le digo que cambio de opinión, que vuelvo a casa, con sus normas y sus manías.
[FONT=Raavi]Le digo que dejaré los vicios pero no me cree.
[FONT=Raavi]Eric esta a mi derecha escuchando la conversación mientras se lleva el dedo a la nariz, pidiéndome la coca.
[FONT=Raavi] Se la doy, le devuelvo el gesto, yo también quiero.
[FONT=Raavi] Dejo de hablar con mi madre, me meto la raya y, dejándome caer sobre el sofá, pienso que tal vez sea hora de cambiar de vida, que quizá sea el momento de cambiar de muerte.

[FONT=Raavi]Eric ha llamado, “¿Cómo te va, tronco?”, llevo dos años ya sin verlo y no suelo echarle de menos.
[FONT=Raavi]Mama dice que hice bien echándome novia y dejando esas amistades. Yo nunca he llegado a saber quien dejó a quien.
[FONT=Raavi]No hubo discusiones, simplemente tomé la determinación de cambiar y para hacerlo tenía que dejarlos atrás, regalárselos a la cuneta.
[FONT=Raavi]Ellos no pusieron objeciones de ningún tipo. Pero ha llamado y he quedado en verle esta tarde; dice que tenemos que recordar viejos tiempos, beber hasta caer al suelo como solíamos hacer antes. “¡MAMA! ¡Estoy en la ducha! Cuando salga me voy, esta noche ceno con Ivonne”.


Edito: Esto es mas una historia que un poema, si no corresponde a esta seccion pido mis disculpas, y que el post sea movido. un abrazo.
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Increible narrativa Cessio, de un realismo sórdido hasta sangrar y con tintes de humor negro y una latente desesperanza...
Lo único que me choca es qué hace esto aqui, en lugar de en prosas generales.
Mis estrellas para este relato, aunque esté en poemas
un abrazo

 

Esque soy nuevo y no daba encontrado la seccion de relatos, espero que el moderador lo cambie. me gusto que le vieras el punto de humor negro, se que no es facil encontrarselo, pero veo que lo leiste con atencion. muchas gracias por tu tiempo! un abrazo!!!!!!!