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Asesinato en la calle de San Pedro

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 28 de Febrero de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 697

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    La calle de San Pedro es una calle tranquila del centro de la ciudad, un lugar poco frecuentado donde todos los vecinos se conocen. Cualquiera que pasease por allí diría sin duda que es un lugar anodino y aburrido, sin nada que llame especialmente la atención. Una calle peatonal donde se suele ver pocos paseantes y los que se ven ya tienen una edad avanzada. Pero eso era antes, hoy, la calle hierve de gente, parece que todas las casas están vacías y toda la gente se haya reunido en la calle, precisamente delante del número 42. El número 42, una conocida casa de comidas de la zona.

    El detective Martínez se abrió paso entre la multitud seguido por su ayudante el Sr. Fernández. Tuvieron que enseñar sus acreditaciones para que los policías que vigilaban la entrada del domicilio les permitieran pasar. Entraron por un corredor que daba a varias puertas, lo siguieron hasta el final y salieron a un gran comedor donde hallaron a más policías. Rápidamente Martínez pidió a uno de los policías que le revelase todos los detalles del suceso mientras observaba la escena.

    El policía le resumió los hechos siguientes: la víctima era la dueña de la casa y se llamaba Dña. María, había sido encontrada muerta aproximádamente a eso de las 7:00 de la mañana por el Señor Fuentes, que era su hermano. Alguien había apuñalado a la mujer en el pecho con un gran cuchillo de cocina, luego había vaciado la caja fuerte llevándose todo lo que había, dándose luego a la fuga. No había testigos, pero si señales de lucha por todo el comedor.

    Martínez observó la escena con cuidado. El cuerpo tirado boca arriba en medio de un charco de sangre, el cuchillo clavado hasta la empuñadura asomaba en el pecho de la víctima y una expresión de espanto y sorpresa se reflejaban en su rostro en el momento de la muerte. A su alrededor se apreciaba un absoluto desorden, mesas y sillas tiradas, vajillas, cubiertos y vasos esparcidos por el suelo del comedor, mientras en una esquina del local una máquina registradora aparecía abierta y sin un euro.


    • ¿No hay testigos?, ¿nadie oyó nada?, ¿cómo es posible?, aquí debió producirse una auténtica batalla.
    • Los vecinos estaban dormidos y las paredes del local están insonorizadas – respondió un policía.
    • Comprendo, dicen que fue el hermano quien la encontró, ¿la mujer vivía sola?
    • No, parece ser que el hermano vivía con ella, eran socios en el restaurante. El hermano llevaba las cuentas y la señora se ocupaba de llevar el trabajo diario del restaurante. El hermano nos ha contado que estuvo fuera toda la noche por un asunto personal y cuando regreso por la mañana se encontró con todo esto – respondió otro de los policías.
    • Bien, ¿vivían solos?
    • No, vivía con ellos una criada pero hace dos semanas la despidieron – respondió el mismo policia.
    • ¿El motivo?
    • El negocio iba mal y no podían permitirse una criada – respondió el policía.
    • Humm, interesante. Quisiera hablar con el hermano y localicen a la criada, quiero hablar con ella también.
    • ¿Han encontrado huellas o algo que aclare el suceso?
    • Ni huellas, ni nada que pueda usarse por el momento, llevamos una hora investigando la casa y aún no hemos encontrado nada. De todos modos estamos esperando a los especialistas del laboratorio. Sin duda, ha sido un robo que acabó mal, el ladrón se debió poner nervioso ante la resistencia de la señora y la mató – respondió uno de los policías.
    • ¿En serio? – Martínez se acercó más al cuerpo y lo observó detenidamente, ¿ve algo interesante Señor Fernández?

    El señor Fernández se envaró y miró el cuerpo con atención, si el detective Martínez le llamaba la atención era porque se les había escapado algo, pero ¿qué era?.


    • No, señor Martínez, no veo nada fuera de lo normal.
    • En serio y no le parece extraño que existan signos de una fuerte lucha en toda la sala y en cambio no existan tales signos en el cuerpo. El supuesto ladrón mató de una sola puñalada a la víctima, no veo más cortes ni moratones. Además fíjese en su expresión de absoluta sorpresa. ¿No le parece raro?
    • Bueno, ahora que lo dice sí que parece raro.
    • Desvalijaron la caja fuerte me ha dicho, ¿dónde se encuentra? ¿había algo de valor en ella?
    • Se encuentra en el piso de arriba, detrás de un cuadro. Parece ser que guardaban una fuerte suma de dinero allí – dijo un policía.
    • Lléveme hasta allí.

    Subieron las escaleras en silencio y les guiaron hasta una sala amplia y bien decorada. En la pared del fondo se veía una caja fuerte de combinación, abierta de par en par y completamente vacía. Un cuadro de la familia se encontraba reposado en el sillón que se encontraba justo bajo la caja fuerte. Martínez se acercó y miro dentro de la caja, introdujo una de sus manos y paso sus dedos por su superficie. Una fina película de un polvillo blanco se adhirió a ellos, lo olisqueó e incluso lo tocó con su lengua. Luego, asintió para sí. Uno de los policías se acercó y le preguntó si había encontrado algo. Martínez les enseñó su dedo blanquecino y les comentó que sería bueno que analizaran el polvo que aparecía.

    Luego Martínez se dirigió a interrogar al hermano y éste le dijo que había salido con unos amigos toda la noche y que no tenía ni idea de lo que había pasado.


    • ¿Es habitual que salga usted por las noches?
    • No, no suelo salir, pero ayer unos amigos me invitaron a una cena y al final pasé toda la noche fuera.
    • Me han dicho que despidieron a la criada hace unas semanas. ¿Podría decirme el motivo?
    • Es sencillo no podíamos mantener una criada, el negocio iba mal, tuvimos que despedirla.
    • Bien, por el momento es suficiente pero me gustaría volver a hablar con usted más adelante.
    • Pero ¿qué pasa aquí? ¿por qué no buscan al ladrón? Seguro que él mató a mi querida hermana.
    • Todo a su tiempo, Señor Fuentes, todo a su tiempo.

    Al día siguiente en su despacho de la Comisaría el detective Martínez y su ayudante el Señor Fernández recibían al abogado de la víctima. Era un hombre grueso, bien vestido, con una elegante corbata y un maletín negro que nunca soltaba. Su mirada traicionaba su nerviosismo cuando empezó la conversación.


    • Y bien, ¿qué puede aportar usted al caso, señor García? Me han dicho que usted era el abogado de Dña. María, puede que dé algo de luz al misterio de su muerte.
    • Yo solo llevaba las cuentas de la Señora nada más, no me quiero ver mezclado en nada de esto.
    • Lo sé, no se preocupe, cuéntenos...
    • Bueno, hace una semana Dña. María me visitó en mi despacho, estaba muy nerviosa, yo diría que alterada. Me preguntó cuanto dinero tenía en sus cuentas bancarias y que valor tenían sus propiedades, quería saber sobre todo que valor tenía su participación en el negocio de la casa de comidas. Por lo que le pude sacar parecía querer vender su parte a su hermano, coger todo el dinero y marcharse. No me dijo sus motivos, sólo me preguntó eso y una vez que se lo dije se marchó y no he vuelto a verla.
    • Entiendo, ¿podría decirme el valor total de sus propiedades?
    • Eso es confidencial, no creo estar autorizado a dar ese tipo de información, lo siento.
    • No le pido que me lo detalle, solo le pido que me dé una cifra aproximada de forma extraoficial, no lo reflejaré en el informe.
    • Bueno, en ese caso, la fortuna de Dña. María rondaría la cifra de doscientos mil euros aproximadamente.
    • ¿Cómo es eso posible? El valor del edificio de la casa de comidas ya superaría esa cantidad sobradamente y seguramente tenía otras propiedades y ahorros.
    • Cierto, pero todo estaba hipotecado. La familia había contraído muchas deudas, el importe que le he comentado era el efectivo que le quedaba a la señora en sus cuentas bancarias.
    • ¿Cómo reaccionó la señora al enterarse?
    • No sé muy bien como explicarlo, en un principio pareció que iba a dar saltos y a gritar de furia, pero al momento siguiente se calmó, se quedo quieta, me dio las gracias y se marchó.
    • ¿En que consistían las deudas de la familia? Seguro que usted lo sabe.
    • Creo que ya he dicho demasiado, lo siento detective pero debo marcharme.
    • Espere, recuerde que hay un asesino suelto y de usted depende que sea detenido.
    • Me pone en un compromiso, si quiere saber algo más le sugiero que visite el Casino de la ciudad. Allí encontrará la respuesta.


    Horas más tarde, otra vez el despacho del detective Martínez.


    • Dígame.
    • Tal y como dijo el abogado en el Casino conocen muy bien al Señor Fuentes. Es un jugador habitual, tiene contraídas un montón de deudas de juego y ya no le permiten entrar. Todo apunta a que el Sr. Fuentes estafó a su hermana, firmó avales para cubrir sus deudas sin conocimiento de su hermana y ésta cuando le descubrió quiso denunciarlo, pero el Sr. Fuentes se adelantó y la mató.
    • Si, una teoría interesante, muy posible. Pero el problema es que la cosa se ha complicado mi querido Fernández, han encontrado el cuerpo de la criada tirado en el río Mercurín. Por lo que me han dicho lleva muerta tres días, parece ser que la estrangularon.
    • ¿La criada?, ¿qué tiene que ver la criada en todo esto?, no tiene sentido.
    • No, no lo tiene. Ni siquiera el tiempo coincide. La criada asesinada hace tres días, Dña. María asesinada durante un supuesto robo ayer mismo. Todo muy complicado y muy extraño. Además, el Sr. Fuentes tiene coartada, la han comprobado, tiene testigos que aseguran haber estado toda la noche con él.
    • ¿Y quienes son esos testigos?
    • Otra pregunta interesante. Según hemos sabido el Sr. Fuentes se dirigió a eso de las 23:15 a jugar una partida de póquer en un tugurio del barrio del Ensanche, allí estuvo cinco horas metido. Luego, por lo que parece tuvo suerte con las cartas y se fue a un burdel, donde pasó la noche con dos lindas chicas. Toda eso ha sido comprobado.
    • Pero, ¿no me diga que se lo cree?, si disponía de dinero podía muy bien prepararse una coartada como ésa.
    • Lo sé, pero algo me dice que él no esta implicado.
    • En serio, ¿qué es?
    • Que todo apunta a su implicación en el asesinato y además, está lo de la criada, humm, debo pensarlo. ¿Recuerda aquel polvo que había en la caja? Ya ha sido analizado, ¿sabe lo que era? Cocaína.
    • No puede ser, ¿cómo es posible?
    • En esa casa de comidas hay mucho más de lo que se ve a simple vista.

    Después de varios días de investigación, recabando testimonios y siguiendo pistas el caso se resuelve.


    • Señor Fuentes he pedido verle porque deseaba hablar con usted.
    • ¡No pensarán que yo tuve algo que ver con el asesinato!, ¡no he tenido nada que ver, soy inocente, inocente!. ¡Tengo testigos que indicaran que estuve con ellos toda la noche!.
    • No se preocupe, no se preocupe, el caso esta resuelto hemos cogido al asesino y a sus cómplices.
    • ¿En serio? ¿entonces que hago aquí?
    • ¿No desea saber quien mató a su hermana? ¿No desea saber el motivo?
    • Yo, no estoy seguro.
    • Comprendo, usted teme que en parte la muerte de su hermana sea culpa suya. Sabemos que tiene deudas con gente poco recomendable pero no es el caso. Usted no tiene nada que ver, se lo explico, su hermana le engañaba.
    • ¿Cómo? ¿a qué se refiere?
    • Nunca se preguntó de donde venía tanto dinero, usted era el que llevaba las cuentas del negocio debía saber las ganancias que daba. Pero en las cuentas bancarias de su hermana aparece reflejado un movimiento continuo de grandes cantidades de dinero. Hemos seguido ese hilo en nuestra investigación y hemos descubierto que su hermana estaba implicada en una red de trafico de drogas.
    • ¡Está loco, eso es imposible!.
    • No, es muy posible desde que descubrimos que la recientemente fallecida Señorita Suárez, que fue su criada, era en realidad “La Dolores” una conocida traficante que había desaparecido hace varios años y que usaba como tapadera su casa de comidas. Creemos que estaba compinchada con su hermana en el negocio, de ahí que se hallaran restos de cocaína en el interior de la caja fuerte de su casa. Me equivoco o usted no sabía que existía esa caja fuerte ni que su hermana tenía cuentas secretas en varios bancos.
    • La verdad, es que fue una sorpresa para mí, yo guardaba el dinero en un cajón de mi cuarto. La casa de comidas no daba muchos beneficios.
    • Tras descubrir ese detalle, lo demás fue fácil, supusimos que el asesino o asesinos tenían que ver con el mundo del trafico de drogas y posiblemente el asesinato fuera un ajuste de cuentas entre bandas. Primero asesinaron a “La Dolores” y luego se deshicieron del cuerpo. Seguramente su hermana sospechó algo o estaba sobreaviso y cuando perdió el contacto con ella le entró el pánico, de ahí su visita al abogado para saber de cuanto dinero disponía en caso de darse a la fuga. Pero como ya sabe no tuvo el tiempo necesario.
    • Pero yo oí a mi hermana despedir a la criada semanas antes del asesinato.
    • Por supuesto, estoy seguro que las dos mujeres sospechaban que iban tras ellas. Representaron la comedia de la criada despedida para no levantar sospechas, para dar por terminado sus negocios comunes y poder separarse, pero por lo que se ve no lo hicieron con la suficiente rapidez. Estoy seguro que tenían en mente desaparecer sin dejar rastro, primero una y luego, la otra. Su hermana seguramente le sugirió que cerraran la casa de comidas porque iba mal el negocio, ¿no es así?
    • Sí, la verdad es que sí, últimamente insistía mucho en que estaba harta, que el negocio no daba para seguir, que era una ruina y que deberíamos cerrarlo.
    • Lo ve, estaba preparando su salida de escena, una vez que hubiera cerrado el negocio hubiera buscado una excusa para hacer una viaje y desaparecer sin dejar rastro. Ése era su plan sin duda, debían haberlo preparado todo con mucha antelación.
    • Pero, ¿de qué huían y por qué?
    • Sencillo, ¿reconoce a los que aparecen en estas fotos?
    • Dios, son los hombres con los que jugué al póquer aquella noche, son los testigos de mi coartada.
    • Cierto, pero los hemos investigado, en realidad, son peligrosos delincuentes que en los últimos tiempos han intentado expandir sus negocios ilegales por su barrio, pero tenían un obstáculo, “La Dolores” y su hermana. Ellos asesinaron a las dos para hacerse con el mercado de la droga de esa zona. Simularon un robo para disfrazar el asesinato de su hermana, o en caso contrario, hacer recaer sobre usted la culpa del asesinato. Y así hubiera sido si no hubiéramos encontrado el cuerpo de “La Dolores” en el río. Con eso no contaban, esperaban que la policía buscaría a su antigua criada sin ningún resultado y usted quedaría como el máximo sospechoso del asesinato.
    • Es cierto, había oído que trapicheaban por el barrio pero no me lo creí. Además dos de ellos se marcharon a la mitad de la partida diciendo que ya no tenían dinero y más tarde volvieron a aparecer con mucho dinero en efectivo. Pero entonces, ¿por qué confirmaron mi coartada? Podían haberla negado.
    • En caso de necesidad, si todo fallaba se hubieran retractado, alegando que usted les pagó para ser su coartada, sería su palabra contra la de ellos. Pero preferían ver como se desarrollaban los acontecimientos antes de dar ese paso. Tenga en cuenta que usted, a su vez, era la coartada de ellos.
    • ¡Malditos, espero que se pudran en la cárcel!, ¿tienen pruebas de todo lo que me ha dicho?
    • ¿Pruebas?, ninguna, pero ya no son necesarias, han confesado, están bajo arresto y su futuro consistirá en una larga temporada en prisión, una muy, muy larga.
    • Dígame, ¿qué le hace pensar que yo no he tenido nada que ver en todo este asunto? ¿por qué está tan seguro de mi inocencia?
    • No lo estoy, pero confío en acertar, de vez en cuando debemos dejar un margen de confianza y yo confío en usted. Puede marcharse es libre.


    Minutos después el Señor Martínez habla con su ayudante sobre el caso.


    • ¿Has gravado la conversación?
    • Como ordenó, pero no entiendo para que va a servir. ¿Por qué le ha dicho que han confesado el asesinato?
    • Porque lo harán, tan pronto oigan parte de esta conversación empezarán a cantar como pajaritos y entonces el Señor Fuentes pasará una larga temporada entre rejas.
    • ¿Cómo supo que él estaba detrás de todo el asunto?
    • Pues mi querido amigo, la verdad es que no ha sido cosa mía, sencillamente ayer recibí un informe sobre un individuo que se interesó dos días antes del asesinato por una de las cuentas bancarias de la víctima. Una de esas que el Señor Fuentes dice no conocer, pero de la cual conoce lo suficiente como para presentarse en el banco y solicitar un informe. Aparece muy guapo en el video de seguridad, pero por desgracia eso no es ninguna prueba así que he tenido que representar toda esta pantomima. Ha sido un caso interesante, toda esta farsa les hubiera salido bien, sólo tuvieron un error y fue no deshacerse mejor del cuerpo de “La Dolores”, ése fue su error, el hilo que nos llevó hasta ellos.
    • ¿Y cuál fue el motivo?
    • La codicia, tres eran demasiados para repartir el pastel. El Señor Fuentes estaba endeudado y necesitaba dinero con urgencia. Matar a sus dos socias y hacerse con su dinero le permitiría vivir desahogadamente durante una buena temporada. “La Dolores” intentó marcharse con su dinero y la mató, seguramente amenazó a su hermana para hacerse con el dinero, pero ésta no dio su brazo a torcer y tuvo que matarla.
    • ¿Fue él?
    • Pero usted dijo que creía que era inocente.
    • Todos nos equivocamos de vez en cuando, sin duda el Sr. Fuentes es un consumado jugador de póquer.
     
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