Aullidos Vesperinos

Madrugada rutinaria, de bellos rosales y praderíos, riachuelos flexibles, suspiros del viento. Aullidos del silencio, agonizaban en el eterno sinfín de los sueños, los jugueteos inocentes de las pisadas cautelosas, suspiran el miedo y la curiosidad, allí por donde divagan, por donde sueñan, por donde danzan con libre albedrío. Hay confines insospechados, allá por donde miras, con cautela e ignorancia, sin saber lo que hay más allá de la luna, sin saber los luceros existentes, y los universos paralelos. Dicen de aquél lobo que viaja por las mentes, por los sueños y la fantasía de quien lo imagina. Hacen tener los orgasmos de quien lo saborea y acaricia, como una suave brisa, que sacia y petrifica. ¿Dónde ha quedado los amaneceres de esmeralda? ¿Y los vientos de azafrán? Sólo nos queda, el bramido que te hace soñar.

El sonido que emana calidez, atormenta a los ignorantes, y hacen soñar a los sapientes. Infames sombras que nacen en el véspero de los avernos. ¿Abismos que guardan secretos? ¿O secretos que guardan abismos?

Ese es el concepto, el pensamiento, la reflexión, la duda que me corroe, que me hace divagar y trasnochar. ¿Qué me hace remover lo insospechado e inimaginable? ¿Acaso las estrellas no están a mi alcance? ¿Qué incógnita hay detrás de Andrómeda? ¡¿QUÉ PIENSO, QUÉ DIGO, QUÉ MURMULLO?!


Ya lo decía mi querido lobo perspicaz, aulla con frenesí, con euforia, con esfuerzo y ganas. Dónde quedo la esperanza de aquellos que viajaban por tormentas, volaban por huracanes, y nadaban con los maremotos. Y los exploradores de terremotos... la esperanza, no está en lo más peligroso, sino en lo más insospechado, ¿qué era aquello de luchar por lo que uno quiere? ¿y por lo qué ama? El anhelo es aquello, que hace viajar a cualquiera, a almas perdidas, a soñadores que no sueñan, a sombras sin noche, y a girasoles sin sol.

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Y ahí, me quedé yo, entre lija y terciopelo, entre áspero y liso, entre miedo y valor, entre sueños y pesadillas. Soy sombra sin luz, y luz sin sombra, soy sol sin tierra, y navío sin mar. Soy un solo de Jazz, y soneto sin sentimientos. Soy un compás sin ritmo, y unas estrofas melancólicas, y ahí me quedé, y ahí divague, y ahí me desperté.