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Bástian: Siempre seremos amigos - cap 02, parte 05

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por RamónL, 5 de Julio de 2011. Respuestas: 2 | Visitas: 789

  1. RamónL

    RamónL Poeta recién llegado

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    Me quedé callado; no sabía qué decir. Me daba pena decirle a mi madre que me había dado miedo. Afortunadamente la docente pareció entender mi situación y le dio una explicación a mamá.
    —Tenga paciencia, señora; a casi cualquier edad es muy difícil para los niños admitir algo que podría traerles consecuencias con sus demás compañeros. Este tipo de situaciones son muy familiares: si el niño del que están abusando sus compañeros denuncia a quienes lo hacen, normalmente lo tachan de cobarde y hasta lo relegan. Esto se debe a que los niños de su edad son muy crueles con ellos mismos y por eso muchos prefieren guardar silencio o si no, arreglar el asunto por su cuenta, como lo hizo su hijo. Pero esto no indica que ésta sea la solución. Aquí lo que hubieras hecho —se dirigió a mí—, es haberle informado a tu maestra para que ella, en forma muy discreta —enfatizó estas últimas palabras—, se hubiera hecho cargo de la situación al comunicarme lo que te estaba sucediendo para así poder tomar cartas en el asunto.
    Tal explicación pareció calmar un poco a mi mamá.
    —Gracias, directora. Pero ahora, ¿qué va a pasar con mi hijo? —Yo me hacía la misma pregunta desde un buen rato atrás.
    —Por ser ésta su primera falta, sólo lo vamos a amonestar ya que, aunque la pelea fue en defensa propia, no podemos permitir que suceda de nuevo. ¿Estás de acuerdo, Sebastián?
    —Sí —contesté quedamente.
    —Muy bien, pero te tendré que abrir un expediente.
    Dicho esto, tomó una carpeta y anexó un papel, el cual ya tenía previamente sobre su escritorio. Cerró el documento y me preguntó mi nombre completo para transcribirlo en la ceja de la carpeta. Al hacerlo, me sentí mal ya que presentí que quedaría marcado de por vida, cosa que afortunadamente se me aclaró a tiempo.
    —Listo, ahora vamos a hacer un trato, Sebastián: si en un año no es necesario apuntar nada más aquí —levantó la carpeta para mostrármela—, vendrás a recordármelo y yo misma destruiré este documento. ¿De acuerdo?
    —Sí.
    —Muy bien. Pues eso es todo y si no hay más preguntas, levantamos para irnos.
    —Gracias maestra —contestó mi madre al tiempo que nos dispusimos a irnos.
    Ya estando afuera, le pedí a mamá que me esperara un poco. Volví a entrar al despacho cuando la directora terminaba de guardar sus cosas.
    —Oiga, ¿le puedo hacer una pregunta? —le cuestioné.
    —Claro —me respondió sonriendo.
    — ¿Qué va a pasar con Ricardo, lo van a suspender?
    Ella guardó silencio unos segundos, volteó a verme sin mostrar emoción alguna, y me contestó:
    —Fue expulsado de esta primaria debido a que ésta era su tercera pelea y, además, ya se le había advertido, a él y a sus padres, lo que le pasaría si volvía a ocurrir algo semejante. Lamentablemente chicos como él no entienden fácilmente —dicho esto, continuó con su labor.
    —Gracias —contesté algo desconcertado; no me esperaba tal respuesta.
    Acto seguido, me retiré de la oficina para, junto con mi madre, tomar rumbo a casa.
    En el camino nadie habló, mas yo estaba sumergido en mis pensamientos.
    “¡Expulsaron a Ricardo! —Aún no podía asimilar la declaración que había escuchado hacía apenas unos minutos—. ¿Y ahora qué irá a pasar con el Juan y el Mike? ¿Seguirán molestándome? Espero que el Rica no vaya a querer tomar venganza contra mí porque lo corrieron. Pero lo más seguro es que lo manden a una escuela militar, como hacen en la televisión. Mamá va muy callada —la volteé a ver de reojo—. Espero que no me vaya a castigar; además no fue mi culpa. Ya lo dijo “la Dire”, yo sólo me defendí. ¿Y Jandy cómo estará? Espero que bien, a ver si no la regañan sus papás por el rasponzote que traía. Híjole, es medio brava; sin decir nada le llegó con tremendo mochilazo al Rica —sonreí al recordar aquel momento—. Mejor ya no la voy a hacer enojar; no vaya a ser que a mí también me toque y entonces ¿qué voy a hacer?”
    Con ésta serie de pensamientos llegamos a nuestro hogar. Ya adentro mi mamá me miró y me preguntó:
    — ¿Qué castigo te mereces, Sebastián? —Se cruzó de brazos.
    — ¿Por qué? —La cuestioné algo sorprendido.
    —Por haberte peleado en vez de hacer las cosas como se debe.
    —Pero no fue mi culpa —me llevé ambas manos al pecho.
    —Ya veremos qué dice tu padre.
    Después de decir esto, me dio la espalda y se internó en la casa. Yo realmente no me preocupé demasiado porque sabía que papá me comprendería y después calmaría a mamá, por lo que el resto de la tarde la pasé muy tranquilo.
    Al llegar mi padre a casa, mamá nos reunió en la mesa y le explicó todo; él sólo se limitaba a escuchar y, de vez en vez, a mirarme serenamente. Al finalizar la conversación, papá me pidió que me parara junto a él, cosa que hice inmediatamente.
    —Así que te peleaste, hijo —dijo tranquilamente, tocándome el hombro.
    —Sí —afirmé serenamente.
    — ¿Y por qué razón no le dijiste a alguien lo que ese niño te estaba haciendo? —Me cuestionó con curiosidad.
    — ¿Qué podía hacer, papá? Existen cosas que no se pueden arreglar fácilmente, que nos exigen una acción justa y rápida —choqué mi puño derecho contra mi mano izquierda—, que nos permiten madurar antes de tiempo para enfrentar cualquier problema que se nos ponga enfrente y, de esta forma, valorar quienes somos, lo que somos y lo que hacemos. Ésa era una de las situaciones en donde pensar, es perder el tiempo y por eso tenemos que enfrentarnos a nuestros temores frente a frente, sin dar ni pedir cuartel. Papá, mamá, hay situaciones en la vida de todo estudiante en donde un niño tiene que hacer, lo que tiene que hacer —creo que algo así dije, ¡vaya si estaba inspirado! ¿Verdad?
    Al oírme, pude notar el orgullo en los ojos de mis padres, quienes pudieron ver que su niño estaba creciendo y sin perder más tiempo, me dijeron lo que pensaban:
    —Una semana sin televisión —dijo papá.
    —Y sin vídeo juego —agregó mamá.
    Al escuchar las sentencias, opté por tomar la decisión más sabia que pude pensar en ese momento: me senté en mi lugar, y me quedé callado.
    En fin, algo bueno resultó de todo esto: en la escuela ya nadie me molestaba y podía disfrutar de mi refrigerio sin ningún problema; hasta les intenté convidar un poco al Juan y al Mike y no quisieron, sólo me miraron feo.
    En cuanto a Jandy, ella me contó que no tuvo mayores problemas con sus padres, ya que les dijo que se había tropezado y caído, haciéndose el raspón que ya le estaba terminando de sanar.
    ¿Saben algo? La primaria no fue tan mala después de todo; me refiero a que las cosas están bien si puedes disfrutar tu lonche y tu jugo sin que te moleste nadie ¡Y además si cuentas con todos tus dientes para poder comer!
     
    #1
  2. ser-8

    ser-8 Exp..

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    21 de Abril de 2011
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    cuantas cosas pasan en la escuela cuando esos matoncitos intentan agredir entre varios a unos pocos..es una muy buena prosa amigo,muy bien escrita.saludos y abrazos desde argentina.estrellas todas.
     
    #2
  3. RamónL

    RamónL Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
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    Gracias! Tuve la fortuna de no vivir algo así, pero a la vez es difícil quedar en silencio cuando a los chicos les sucede algo similar. Saludos y lo mejor del mundo para ti!!!
     
    #3

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