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Batallas, siempre perdidas

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Cristina Prieto Díaz, 11 de Septiembre de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 608

  1. Cristina Prieto Díaz

    Cristina Prieto Díaz Poeta recién llegado

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    6 de Septiembre de 2015
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    Mujer
    BATALLAS, SIEMPRE PERDIDAS

    Era un día soleado, el cielo azul intenso rodeaba al resto del mundo como una bóveda que moría en el horizonte gris que se perdía en el paisaje verde y ocre. A mi alrededor se oían los trinos de verderones, pardillos y jilgueros que revoloteaban entre los árboles que rodeaban al lago. El silencio solamente estaba roto por los pájaros y el sonido sibilante de las hojas verdes chocando entre sí al compás de la brisa veraniega.

    Estaba bañándome en el lago Tricónida dejando que sus aguas dulcificasen mi piel y sanasen mi alma, buceaba y empapaba mi pelo que caía adornando mis hombros como hojas de acanto que brillaban con gotas de agua. El fondo en aquella orilla era pedregoso y se reflejaba en mis ojos azules, tornándose a un grisáceo y empedrado iris.

    Me sequé al sol y me vestí tranquilamente para volver a la ciudad, me puse en camino aún con el pelo húmedo. El sendero era liso, sin piedras y con mucha arenilla fina que levantaba una pequeña nube de polvareda a cada paso tiznándome los pies del color de las tinajas de barro sin cocer. Caminando comencé a fantasear con la idea de ser la diosa Artemisa, conocedora y cazadora de los animales, atraparlos con un arco y sus flechas hechas solo para mi, poder correr casi volando en los bosques y descansar en el Olimpo. Pronto dejé las fantasías, se acercaban diez jinetes a galope de frente a mí y no parecía que se fueran a apartar del sendero…salté desesperada a un lado gritando por el miedo a aquellos guerreros que jamás había podido imaginar ni en mis peores pesadillas, su imagen era oscura y no se les reconocía con un pañuelo que envolvía parte de su rostro. Pasando de largo a todo lo que corrían sus caballos me quedé por un momento paralizada y extenuada por aquella situación, echada en el suelo, con la túnica rasgada y manchada de barro por algún que otro sitio.

    Me levanté rápidamente y corrí hacia la ciudad, no era muy largo el trayecto que me quedaba por andar pero aquella carrera se me hizo eterna, estaba acongojada y lloraba de miedo. Mis temores fueron peores cuando vi mi ciudad arruinada y en llamas, había mucha gente huyendo y diciendo que eran las tropas de Filipo V de Macedonia que arrasaban Grecia e iban a la ciudad cercana de Termo también.

    Ya no sentía mi hogar, solo vacío al ver tal destrucción y desasosiego, esto era una guerra y yo errante y vagabunda, me sentía cansada y abrasada ahora por el sol. La horrible guerra que no debería de existir por un puñado de terreno, ni por el mayor tesoro ni riquezas. Y es que las envidias y ambiciones de los hombres que con sus hechos arruinaban todo a su alrededor unos en contra de otros se parecen y siempre es insoportable y destructivo.
     
    #1

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