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Botella al mar

Tema en 'Prosa: Cómicos' comenzado por Cris Cam, 24 de Febrero de 2019. Respuestas: 0 | Visitas: 757

  1. Cris Cam

    Cris Cam Poeta adicto al portal

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    Botella al mar

    Espero que alguien rescate esta carta.

    Hace 5 años que estoy en esta isla solo y sobreviviendo. No la pude enviar antes pues no tenía con que. Una pequeña suerte, hace tres días un avión cargado de champaña, se estrelló en la playa, pero por desgracia el piloto murió. De la carga sólo se perdió un cajón de producto, y la radio no funciona. El champaña esta bueno.

    Tengo que quejarme a la agencia de viajes, esta no es Samoa, pagué al contado un viaje antropológico y desde hace cinco años, el único antropomórfico es el piloto sin cabeza del avión, que estúpido transportar champaña, café y azúcar impalpable, que me hacen venir unos dolores de cabeza y unas pesadillas terribles.

    Hace cinco años que la vi por única vez, en esa noche de vorágine laboral, ella nunca supo, creo, cuanto me fascinaron sus ojos claros, su figura menuda, su hablar pausado e inteligente.

    ¿Quién tenía razón Levi Strauss, Freud o Hitler?

    Me dijo:”Volver a las culturas incontaminadas y verás como, los conflictos de familia desaparecen, donde no hay sociedad, voto, botas, ni capuchas.

    Y yo como una ingenua prueba de amor intangible, me subí al avión.

    Ella no sabe siquiera que existo, creo. Como saber que a una provocativa licenciada veintiañera, reivindicadora de viejos u oscisos textos, la pudo haber escuchado alguien.

    Pues bien, en realidad yo escuché sus ojos. Algo salió mal pues no los volveré a ver.

    Me encontré una agenda con postales, La Primavera de Boticcelli, El Paraíso del Bosco, La Estancia de Molina Campos y una señorita gorda desnuda que no conozco, Pamela dice abajo.

    Robinsón Crusoe y la Isla de Guilligan son una estafa, no pude aplicar nada de lo que sabía, tuve que comenzar de nuevo, solo, sin siquiera sus ojos.

    El vidrio de la ventanilla devolvió mi imagen, estoy mas viejo que la última vez.

    No tengo deseos de volver, a no ser que me encuentre con su moño rojo. Quizá sería mejor que ella también naufrague en mi Isla.

    Arranco otra hoja de la agenda, febrero 4, escribo este último mensaje.

    Se aproxima la tormenta, cerraré la botella aseguraré el corcho y esperaré sus ojos verdes.



    Espero que alguien rescate esta carta.

    Hace 5 años que estoy en esta isla solo y sobreviviendo. No la pude enviar antes pues no tenía con que. Una pequeña suerte, hace tres días un avión cargado de champaña, se estrelló en la playa, pero por desgracia el piloto murió. De la carga sólo se perdió un cajón de producto, y la radio no funciona. El champaña esta bueno.

    Tengo que quejarme a la agencia de viajes, esta no es Samoa, pagué al contado un viaje antropológico y desde hace cinco años, el único antropomórfico es el piloto sin cabeza del avión, que estúpido transportar champaña, café y azúcar impalpable, que me hacen venir unos dolores de cabeza y unas pesadillas terribles.

    Hace cinco años que la vi por única vez, en esa noche de vorágine laboral, ella nunca supo, creo, cuanto me fascinaron sus ojos claros, su figura menuda, su hablar pausado e inteligente.

    ¿Quién tenía razón Levi Strauss, Freud o Hitler?

    Me dijo:”Volver a las culturas incontaminadas y verás como, los conflictos de familia desaparecen, donde no hay sociedad, voto, botas, ni capuchas.

    Y yo como una ingenua prueba de amor intangible, me subí al avión.

    Ella no sabe siquiera que existo, creo. Como saber que a una provocativa licenciada veintiañera, reivindicadora de viejos u oscisos textos, la pudo haber escuchado alguien.

    Pues bien, en realidad yo escuché sus ojos. Algo salió mal pues no los volveré a ver.

    Me encontré una agenda con postales, La Primavera de Boticcelli, El Paraíso del Bosco, La Estancia de Molina Campos y una señorita gorda desnuda que no conozco, Pamela dice abajo.

    Robinsón Crusoe y la Isla de Guilligan son una estafa, no pude aplicar nada de lo que sabía, tuve que comenzar de nuevo, solo, sin siquiera sus ojos.

    El vidrio de la ventanilla devolvió mi imagen, estoy mas viejo que la última vez.

    No tengo deseos de volver, a no ser que me encuentre con su moño rojo. Quizá sería mejor que ella también naufrague en mi Isla.

    Arranco otra hoja de la agenda, febrero 4, escribo este último mensaje.

    Se aproxima la tormenta, cerraré la botella aseguraré el corcho y esperaré sus ojos verdes.
     
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