Buster o la maldición de los veintisiete

Buster aún no sabe
de los años que han de venir,
ni que el destino lleva,
de alguna forma, su nombre escrito,
ni siquiera que para cada deseo
está por nacer un sueño.
Aún no conoce al Jimi
que se levantará una mañana
para encontrarse muerto.
Su vida hasta entonces
era un daguerrotipo en sepia.
Pero el tiempo, mentor y amo y señor, discurre
con la cadencia de los periódicos viejos,
colgando noticias de cualquier pared del mundo.
Jimi fue un ángel sin alas,
tambor de medianoche,
derviche elevándose
sobre la alargada sombra
de una luna cherokee,
vudú gitano, chamán de la guitarra,
dandy del underground,
luz en la destrucción,
relámpago y viento de amor y muerte.

 

Interesante historia, grato leerle

Saludos cordiales

 

Gracias, Marianne, por tu paso y por dejarme tu atento comentario.

Un abrazo.