Calima

Noche de extremo calor en Buenos Aires, nadie podría haber augurado semejante desenlace.
Comenzó a subir la temperatura como jamás había sucedido, casi no se podía respirar.
En días anteriores ya venia haciendo demasiado calor en la ciudad.
Solo que esta vez, empezó a elevar la ola canicular de una forma espeluznante.
El mercurio exaltaba su medida sobrepasando los 52º.
La población más vulnerable perecía vertiginosamente, invadidos por la canícula exagerada.
Ancianos y discapacitados caían como moscas.
La cruz roja, la policía, socorristas, así como diferentes entidades benéficas, colaboraban con la evacuación de la ciudad.
Cuando la temperatura estaba sobrepasando los 95º.
Abordó las calles, un vapor azufrado que emanaba desde las profundidades de la tierra, encabezaba los primeros sismos y hundimientos de las calles del barrio de Palermo.
El magma avanzaba con velocidad y la ciudad se veía de un color pajizo.
Gritos desesperantes de la gente que desaparecía en el veloz océano de fuego que desbastaba la bella Buenos Aires.
La afamada calle Corrientes cuna de la noche de Glamour y brillo local, se había transformado en un macabro abismo de llamaradas, por sus paredes de azufre burbujeante trepaban horribles criaturas de aspecto sirénido con mirada carnívora.
Los pocos humanos que iban quedando, eran cazados y devorados por monstruos anfibios solo imaginables en la mitología criptozoológica.
Estos crípticos parecían haberse escapado del libro (Tras la pista de animales desconocidos), del zoólogo belga Bernard Heuvelmans, que mutaban y evolucionaban a cada instante, de pronto cercaban a los reducidos sobrevivientes, sobretodo algunos exponentes de estas bestias que podían volar.
En unos minutos la desolación se apoderó de la ciudad convirtiéndola, casi en el mundo perdido de Arthur Conan Doyle.
De pronto me encontré dormido sobre el inodoro, cuando el filtro de mi cigarrillo, me quemó la yema de los dedos, lo cual me sobresaltó exaltado.
Apreté el botón de la mochila de mi baño y fue cuando descubrí que había sido todo parte de una pesadilla.

 

jaja Por poco pensé que estabas profetizando un apocalipsis porteño jaja Aunque con los sueños todo es posible. Fue entretenido perderse en este relato y sus imágenes acaloradas.

Sólo te pido que agrandes la letra, porque tuve que usar una lupa jaja

Un gusto leerte!

 

En la fogosidad del relato, imaginé la secta AFIP persiguiendo y tragando evasores y corruptos.

La imagen del inodoro, siempre actual.

Buen relato. Un gusto conocerte.

 

es verdad la letra es demasiado chiquita RO BASSETTI, JAJAJA
prometo escribir una letra mas grande
muchas gracias por leer mis líneas

 

jajaja
muchas gracias por leer esta historia

 

Buen relato, de hecho todo eso podría pasar en realidad.. vivimos en el cinturón de fuego..

 

gracias amigo por leer estas catastróficas lineas
calurosos saludos