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Caminando entre nubes grises y de algodón (II) (cuando el hombre ya ha perdido toda inocencia)

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por Jose Anibal Ortiz Lozada, 8 de Junio de 2025. Respuestas: 0 | Visitas: 57

  1. Jose Anibal Ortiz Lozada

    Jose Anibal Ortiz Lozada Poeta adicto al portal

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    Hombre
    Y entonces, ¿qué se encuentra el hombre cuando ha perdido toda inocencia?
    No una respuesta. No un mapa. Ni siquiera un espejo entero.
    Se encuentra con la sospecha —insoportable, mordaz, mística— de que nada era verdad y sin embargo todo dolía como si lo fuera.
    Se encuentra con el eco de su propia voz diciéndose “todo va a estar bien” y luego el silencio riéndose detrás del telón de los días.

    Sin inocencia, los colores no son colores, son versiones.
    El amor no es un milagro, es un malentendido perpetuado por cuerpos hambrientos de consuelo.
    La amistad no es hogar, es contrato implícito entre heridas que coinciden.
    Y la risa… la risa es la respiración artificial de una tristeza que no se quiere morir.

    El hombre ya no busca consuelo.
    Busca significados.
    Pero cada palabra que toca se deshace, como si el idioma también hubiera perdido la fe.
    Ya no confía en las metáforas. Le parecen adornos inútiles de un poema escrito por un dios ebrio que olvidó firmar.

    Descubre que la nostalgia es una forma de cobardía.
    Que la esperanza es una manera elegante de autoengaño.
    Que la memoria no guarda los hechos, sino las versiones que menos duelen.
    Y que el amor —ese viejo fraude— no salva: tan solo posterga.

    Y sin embargo…

    Aún respira.

    Aún camina.

    Aún se detiene a mirar cómo un rayo de sol atraviesa una nube que debería ser solo gris.
    Y en ese absurdo instante, sin inocencia, sin dios, sin promesas… siente algo.

    Tal vez no fe. Tal vez no paz.
    Pero una pulsación.
    Una pequeña arrogancia del alma que se niega a extinguirse.
    Una necedad, una chispa, un absurdo vital:
    el deseo de seguir.

    No por redención.
    Sino por terquedad.
    Porque si no hay cielo, entonces habrá que inventarlo con lo que quede.

    Aunque sea polvo.
    Aunque sea rabia.
    Aunque solo quede una nube sin nombre flotando donde una vez hubo fe.
     
    #1

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