Caminante insomne

Los cuadrados se superponen comprendiendo una absurdidad elemental.

La desvergüenza mata.

La carne acecha.

El viento se cae.

Las nubes viajan por mis pies y se dilatan.

La noche no existe y el sol ha muerto.

La lluvia mágica gira entorno a mi inconsciencia y me protege del fuego.

Aquí se siente bien.

La parte enfermiza de la paz que ofrece la morbosidad.

Através de mi, pasan los recuerdos buenos y los engendro en garras sórdidas.

Serán caminantes sobre piedras vivientes.

La muerte aquí vive conmigo, es mi amiga.

Tiene sentimientos y ama paradójicamente a la vida, a quien dice no haber visto nunca.

Cree que es su dios.

Pero a mi dios me lo he comido, tenía hambre y no tuve opción.

Ahora está dentro de mí.

Lloro sin saber porque, tal vez por no se lo que significa.

Las venas son árboles en mi ciberespacio.

Ese gris de la insania poética perturba el rasgo punzante revelando condiciones infra solubles.

El extraño sabor a locura endulza con frío misterio, el campo boreal de mi boca, por donde se cuelan las palabras, que intentarán clamar por espanto.

Risas sueltas sin control y voces disonantes emulando un sonido murmurado.

Dispersivo deambulante en soledad y curiosamente aún no me he movido de la cama.

El silencio de la prisa me reordena la inconsciencia sistemáticamente.

Es preciso determinar el tiempo de este viaje para no quedar atrapado en él.

Sin embargo el sueño me invade y se que al despertar, estaré padeciendo los designios de mi mente surrealista.

La lucha sin tiempo se trasluce por el reflejo de mis mutaciones.

Ya no se si estoy aquí.

El tiempo es un viejo tan gracioso que me cae bien.

Protuberancia que vuelve a deshinchar la magnificencia de mi imagen frente a la pared, provocada por una sombra azorada que intentará escapar de mí.

Incierta realidad que avanza hacia una húmeda succión.

Viaja en baños de dolor, la vieja médula que intuye una inmovilidad atrayente.

Esperando se abran las puertas de la imagen y pueda volver.

Aquí no hay noche, ni hay día.

Las sensaciones son diferentes.

Los trozos de mi realidad peregrinan embólicos y se dejan ver gelatinosos y al tomarlos desde su flotabilidad, me veo diminuto y circunstancial allí dentro, propulsado por una fuerza ascensional, que rebidirecciona los efectos espontáneos de la fantástica física, que se remite a los antojos de mi inconsciente, Cuando los dejo caer al vacío.

Siento el extraño placer de hacer desaparecer la realidad por entre mis dedos.

Y humectar mi cuerpo con todos los micro y macro eventos que se han ensañado en martirio.

La interdimensionalidad por lo menos la he logrado aquí adentro.

En mi desdén somnoliento.

Tal vez no quiera escapar del mundo habitual que me turba, si desde mi supresión emocional, que anida en mí, sobre un plano ficticio

 

Muy bien... Me gusta

 

gracias por tu paso jarave.
abrazo enorme
tyngui sanchez