caníbales de matices

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Me gusta pasar el tiempo en silencio, sin moverme, sin emitir el más mínimo de los sonidos, ya que así, sin movimiento alguno, el mundo pareciese no existir, cuando mis pasos tocan tierra, de esa tierra vana, cobran vida y se convierten en gritos, en gritos que hacen que este mundo despierte y se convierta en eso de lo que yo tanto quise escapar, cada paso, cada mínimo paso que doy, un grito. Y entre más lejana o pérdida del tiempo estuve, todo parece haber cambiado tanto, antes eran tres o dos, ahora, parecen ser todos caníbales de matices, sedientos por comer de mi tranquilidad.