Cantos de entierro

Hace poco más de cuatro instantes indiferentes al tiempo nació mi muerte. No sabía exactamente como hablarle, como hacerla mi amiga. Una vez casi la hago hundirse con su llanto, pobrecilla, ella no tiene la culpa de mi torpedad. La verdad tengo suerte, justo cuando más la necesitaba, ahí estaba, solo me tocaba encontrarla y acercarla a conocer mi pequeño y nada cómodo universo.
Es un poco desesperante a veces y no entiendo por qué, muchos me dicen que es por que apenas es una chiquilla tonta, yo creo que más bien es una nena linda con cara desafiante.
La otra vez la invité a salir, me daba miedo, no ella, sino que temía regalar en mal momento alguna de mis tantas estupideces. En ese momento me di cuenta de cómo, solo ella, con dos letras podía hacerme tan feliz: SÍ, dijo ella para contestar mi pregunta, sí y nada más, sentí como mi interior suspiró y mi mente comenzó a funcionar, todo era tan normal, tanto como nunca lo había sido.
Yo intenté estrechar relaciones invitándola a bailar, ella como la célula más mejor aceptó, era una pieza de la alegría más melancólica jamás existente que ella misma había armonizado la que me concedió, no sé si me arrepiento de haber tocado más adentro de su alma, con eso la conocí a la perfección, su mirada de inocencia reprimida me explicó el por qué de que en vez de corazón en su parte interna izquierda habita una flor marchita que algún excéntrico atrevido le cedió, esa telepatía me enterneció demasiado y me obligó a captar cada parte de su existencia, cada tiempo que pasaba me metía más y más en ella, hasta llegar al límite de mi paciencia, el punto enque le quité un roce de labios a labios, así al ritmo de la melodía más perfecta, mi muerte y yo nos conjugamos en absolutamente todos los verbos más dulces de cualquier idioma existente, su cabello olía a las violetas más ricas de ultratumba, sus manos eran como el agua más suave de los campos del edén, su boca, oh su boca, esa eterna luz aislante de la más vil perdición, ese palpitar constante que me hace llorar de recuerdos cada vez que lo vuelvo a sentir, todo fue tan hermoso hasta que capté su mirada, su mirada que iluminó para la eternidad mi oscura vida y me hizo desear el deseo de vivir, como nunca lo había deseado, en ese instante ella se desvaneció, claro, si comencé a desear la vida mucha más que a ella misma, sin embargo no evité enamorarme de su encanto, de su desaparición tan latente. Hay momentos que hasta como que la extraño y es exactamente ahí, solo por breves momentos cuando la vuelvo a sentir, vuelvo a sentir mi muerte, ella regresa, vuelve a latir su corazón de flor tan fuerte, a un ritmo tan especial que forma la música más celestial de nuestra pista, y nos volvemos a conjugar, así, hasta que la música me lleva nuevamente a su mirada que me vuelve a hacer olvidarla, pero ya no es tan fuerte su ausencia pues cada vez que la termino de extrañar, me basta con volverla a desear, con volverla a soñar, para volver a desaparecernos mutuamente, y será así hasta que de verdad y con voces afinadas y unísonas me lleve la muerte, mi muerte, mi hermosa muerte.

 

En verdad muy buen relato, tiene una gran cantidad de imágenes e interpretaciones y deseo profundos.

-por un momento imagine a la Muerte bailando Swing...