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Capitulo 2 de la sexta historia de Periódimen.

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por sergio Bermúdez, 23 de Febrero de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 736

  1. sergio Bermúdez

    sergio Bermúdez Poeta que considera el portal su segunda casa

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    CAPITULO 2: LAS CRUELDADES ARMADAS.


    Familias llenas de caldo de murciélago, manchadas hasta la saciedad, pues hasta los derrames de sangre se hacían coplas de muerte. Los huesos crujían, los poderes eran bacterias creadas a base de luz y fuego. Omicaldus sabía perfectamente que los dolores eran las penas cristalizadas, para hacer de las hogueras serviciales caballeros, que ardían en sus lamentos, cosiendo sus cuerpos, para detonar las bombas, que explotarían bajo la magia de la inmortalidad. Aquella era la más horrible de los sufridos amaneceres, que se quedaban sin palpitar corazones, que lloraban sin ver el lugar de una tímida sonrisa a la oportunidad más mínima de la felicidad, que no era aconsejada para las criaturas repugnantes y llenas de calamidades, penetrando su dolor, ardiendo el deseo impuro de pertenecer a un fiel amo, que maltrataba y prendía de llamas las cabezas de la sociedad, esas que algún día deberían de estar listas para poder ver su propia realidad, escapando antes de la pesadilla, y dejando que las artes supieran contestar para poner fin a tanta injusticia, que deshojaba mucha falsedad y violaciones contra la intimidad, pues negando constantemente los hechos, solo perjudicaría a las criaturas que mentían al destino, pero no sabían que de esas falsedades, no se seguiría viviendo, porque la muerte estaba cerca. Periódimen era como la verdadera atmósfera de la vida en la sintonía periódica, que daban sus latigazos a cual enemigo debía de vomitar sus secretos, para dejar a la paz en en el lugar que corresponde, para llevar a acabo un plan salvador, que no justificara excusas. Había ladrones en la gran ciudad de los Ángeles, cuyo lugar era fúnebre, y los edificios eran datos de mismísimas páginas de terror, con grandes cadenas que destrozaban cuerpos, y los consumían en heridas, para dejar marcada la gran huella, que daría paso a miles de tristes delatados que no podrían huir tan fácilmente de la policía, que iba buscando el más grande de los enigmas, para descifrar códigos satánicos, que enloquecían a las más fuertes autoridades, que no comprendían que las tinieblas fueran la capa que oscurecía los datos que hacían gobiernos de anarquía, pues ya sabían que las leyes no eran medicinas, y que detrás de todo aquello, no habrían más palabras, que las dichas bajo la supervisión de alguien que podría adiestrar los pensamientos confundidos, para llevarlos a la unión diplomática que serian normas para ser escuchadas y estudiadas en un corto pero intenso periodo de tiempo, y ese alguien era Periódimen, pues los ciudadanos querían, que fuera el nuevo presidente de los Estados Unidos de América.

     
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